Toni Zenet, músico

Siempre Zenetianos

Toni Zenet es una paleta del jazz con todos sus colores, un artista al estilo da Vinci que ha convertido su independencia como artista en parte de su calidad

Con una decena de discos y varios premios, Toni Zenet se ha convertido en un estandarte de la música independiente y de la creación multidisciplinar. Actor, pintor, terapeuta y músico.

Ha participado en películas como ‘El camino de los ingleses’, ‘Camarón’ o ‘Mensaka’ y en series como ‘El Super’, ‘Truhanes’, ‘Hospital Central’, o ‘El comisario’. Durante 17 años, desde que publicó su primer disco, ha llegado a formar parte fundamental del tejido artístico y creativo de nuestro país, dando ejemplo de una trayectoria independiente y de una extraordinaria y obsesiva calidad.

Toni Zenet es además uno de los firmantes del manifiesto ‘Hay que parar la guerra. Ni Terrorismo, Ni Genocidio’ del que participar Foros21 en apoyo del pueblo palestino, estando en primera línea en varias de las ruedas de prensa de difusión del manifiesto.

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Eres un artista multifacético, pero por empezar por una curiosidad… interpretaste a Picasso en la serie de Juan Antonio Bardem, y luego lo volviste a hacer en ‘El Ministerio del Tiempo’, treinta años después.

No sé si es una sincronicidad, pero entiendo que algo tiene que haber cuando me han llamado por segunda vez para hacer el personaje, aparte de que el departamento de casting sabría que yo había hecho ya de Picasso y había una interconexión ahí.

Imagínate que para hacer un personaje de ese estilo te tienes que empapar de su vida e intentar hablar con gente que estuvo con él. Todo ese trabajo que se hace a nivel actoral. Pero tuve la gran suerte de que el asesor histórico que estaba con nosotros preparando la serie, muy amigo de Juan Antonio Bardem, era Enrique García-Herraiz, que fue el creador de los guiones junto con un equipo muy interesante que estaba muy cercano a la figura de Picasso, y se conocía al dedillo todas las biografías, que existen muchas y todas valen porque ninguna vale.

La verdad, tener ilusión por estudiar como actor y que me caiga un personaje de esos… pero bueno, yo soy un culo inquieto y eso de esperar casting tras casting se me hizo muy cuesta arriba. Hice papeles muy interesantes con Adolfo Aristaráin, en ‘La Ley de la frontera’, con Pedro Olea, en ‘Morirás en Chafarinas’, donde la mayoría que hacíamos de militares, Jorge Sanz, Javier Albalá… éramos objetores y nos encontrábamos haciendo la instrucción militar.

Todo aquello duró poco en el tiempo. En el momento en el que vi que tenía que esperar tanto y que mi trabajo dependía de la decisión de los demás, me puse a generar mi propio trabajo.

Pasé por una especie de muerte de lo que yo era antes’

¿Qué opinas de la trayectoria en la producción de series y de películas?

La industria ha crecido muchísimo. Yo soy el afiliado número 774 de la Unión de Actores y Actrices de Madrid, y ahora ahí pasan de 5.000 o 7.000, solo en Madrid. Durante mucho tiempo solo 27 familias vivieron de esto. Ahora mismo viven muchísimas más. Pero también es cierto que si miramos un poco las estadísticas, solamente un 7% de los actores pueden vivir realmente de la factoría audiovisual en este país.

Es verdad que la industria crece, que lo hacen un poquito las oportunidades de negocio y los equipos de guionistas son cada vez más grandes, porque ahora se trabaja en equipo. Existen personas que hacen posible que esto exista, como lo hace la gran televisión, que permite que se produzcan series como ‘Entre costuras’ o ‘Mar de plástico’. Sonia Martínez, directora de programas de Antena 3 y guionista, ha sido una de las personas que ha promovido este tipo de series, donde ha dado trabajo a mucha gente y donde se han arriesgado para romper con uno de los grandes mitos de este país, hacer grandes series con gran valor, con gran calidad, artística y técnica.

Se pensaba que podíamos hacer un barco de guerra con un bolígrafo, pero se han dado cuenta que se puede invertir un poco más en la industria.

Sin embargo, hacemos muchas series y muchas películas, pero se cuenta con los mismos de siempre. Hay que tener la mente más abierta para contar con más guionistas, técnicos, actores, ayudantes de dirección, jefes de producción… y eso que ahora se cuenta con muchas más mujeres que antes. Pero hace falta más.

Otra faceta. Colaboras en el gabinete de Lidia Vargas, ‘Vínculo’…

Fue la directora de mi tesis y del tribunal que me examinaba cuando yo hice el doble máster en el Instituto Superior de Estudios Psicológicos de Madrid. Hice Arteterapia y Musicoterapia, y al final he acabado trabajando con ella.

En el proceso que tuviste para salir de la adicción a las drogas, pasaste un momento especialmente duro cuando te prohibieron tener contacto con la música. ¿Cómo recuerdas aquello?

Pasé por algo parecido a lo que los griegos llamaban una especie de metanoia, una especie de muerte de lo que yo era antes. Uno tiene la sensación de que la máscara que ha utilizado todo el tiempo para sobrevivir con el mundo tiene que desaparecer, y para ello tienes que ceder completamente el control. Es una especie de lucha contra el ego que está en todo, que es el que no quiere que ingreses, que sigas cantando… lo que más recuerdo es el momento donde uno cede el control y donde empiezas a escuchar a los demás.

Te pones en manos de otros y ocurre esta especie de transformación personal que te permite absorber todo lo que te llega de fuera para poder metabolizarlo.

Compongo como un alquimista, creando con tres artistas distintos’

¿Y qué papel juega la pintura en tu trayectoria profesional?

La pintura siempre me ha acompañado a lo largo de mi vida. Cuando tuve que decidir estudiar Arte Dramático o Bellas Artes, con cierto dolor elegí Arte Dramático. En mi vida un arte se hace en soledad y el otro se hace en equipo. No soy el tipo de cantautor que está solo en casa escribiendo canciones. Hago canciones en triángulo siempre, con músicos y poetas. Pero la pintura la hago solo.

Es muy curioso porque al final la vida te coloca donde tienes que estar. Y si necesitas pintar, vas a acabar ahí. Como ves estoy hablando contigo desde mi taller, rodeado por algunos de mis últimos curros. Pinto porque mi padre pintaba y además hago música, así que cuando me enfrenté a cinco años de tratamiento desemboqué en el arteterapia y la musicoterapia.

Tienes una exposición permanente…

Sí, en el gabinete de Lidia Barbas (c/ López de Hoyo 345 de Madrid). La última, que pertenece a la época de la pandemia, se llama ‘Países Interiores’.

Dices que compones como un alquimista. Siempre con distintos ingredientes y con gente distinta…

Sí. No sé si es por carencia. A lo mejor yo no tengo lo que me gustaría encontrar en otro. Lo digo de la manera más humilde. O realmente es porque soy así de transversal, no lo sé. Realmente me parece muy enriquecedor que entre tres artistas estemos aportando al proceso creativo. Tú vas a poner algo que realmente yo no podría, puesto que cada uno tiene su propia vivencia, su propia idea, su propia visión diferente. Aunque al final la última palabra la tengo yo, porque sé qué quiero conseguir de ti.

Cuando hablo con un poeta le pido que trabaje con su poesía hacia una idea que yo planteo y cuando yo la meto en una faja, que es una estrofa y un estribillo, y la voy a armonizar con una música que quiero que suene a un jazz de París, soy yo el que tiene que hacer que todo camine hacia allí.

En ‘La Estación del Momento’ recorres con el jazz, la copla, el tango, el bolero, el flamenco, pero también la música electrónica. ¿Inquietud investigadora?

Es curiosidad. Me pasa con la pintura también. Voy pasando de una época a otra, buscando materiales nuevos, paletas de colores nuevas, investigando formas, investigando ideas… De alguna manera ya he conseguido obtener el sonido que yo quería, con los arreglos de aquella época, añadiéndole un solo de trompeta que se parezca a Miles Davis, y además nos han dado un premio en Cuba. Pues ahora vamos a por otra cosa. Y eso es ‘La Estación del Momento’.

Había escuchado los trabajos de otros compañeros que me parecían tan bonitos… cómo aportaban atmósferas que eran preciosas, sobre todo narrativamente, una especie de mundo visual que a mí me parecía increíble. Y hablo de gente como Jorge Drexler. No viene de un mundo expresamente electrónico, y sin embargo utilizan esa música como una paleta de color. Y me metí en ese berenjenal. Luego llevar esto al directo es una puta locura, pero bueno, ya veremos.

Tienes que ser capaz de emocionar al público en ese instante’

El trabajo de un estudio es minucioso, artesanal, de ponerte a aplicar capitas, como trabajar haciendo una maqueta de cartón. Puedes poner todos los detalles que quieras. Luego llevarte eso a directo, ya veremos cómo lo arreglamos. Es como el cine y el teatro. En el estudio puedes repetir tres mil veces, y puedes sentir todo lo que quieras para dejar exactamente lo que tú quieres para la posteridad. En cambio en el teatro o en el directo de un concierto, lo que sale, adiós. Es lo que va a quedar en la memoria emotiva del público. Son dos cosas absolutamente diferentes. En la primera puedes ser completamente obsesivo, como Glenn Gould, y estar tocando una tecla 28 veces seguidas hasta que te salga la que tú quieres. Y en la otra, si no eres capaz de emocionar al público en ese instante, donde tienes que hacerlo, entonces es que no lo has conseguido.

Ahora vas a sacar un single, ‘Pelea’. ¿Prefieres un álbum o te adaptas al sistema de temas sueltos para la red?

Con un çalbum se puede hablar de los mismos temas desde muchos puntos de vista y desarrollar una idea. Pasa cuando haces cuadros. En una serie de cinco o seis cuadros vas buscando una idea y en el cuarto o en el quinto has dado en el clavo. Ves en las otras obras cómo has ido buscando la idea y a partir de ahí ya puedes hacer más desarrollándola.

Según dicen, el algoritmo se refresca. Esta cosa que nadie sabe exactamente lo que es y parece como una especie de mito, como los átomos en física cuántica.

He hecho un disco completo pero me parece bien ‘refrescar el algoritmo’. Lanzamos diferentes singles en junio, septiembre y diciembre, por ejemplo, para poder estar activando las redes, y luego te puedes plantear sacar el disco. O puedes sacar un single cada mes, durante 12 meses seguidos.

Spotify, por ejemplo, no te deja que tengas el disco entero si vas a sacar single a single. Es decir, tienes que colocar el disco entero y luego sacar single a single. Hay toda una serie de mecanismos, que son mecanismos de merchandising, de marketing digital, que son los que tenemos que atender ahora. No hay otra. Siempre he pensado que hay que utilizar el algoritmo en tu favor. Una de las cosas que hacemos los artistas es colaborar unos con otros. Eso siempre nos viene bien a todos porque el algoritmo dice que si yo he hecho un tema con Coque Maya, el que es de Coque Maya escucha a Zenet. Así que nada, voy a utilizar el algoritmo a mi favor y voy a hacer un disco con Vanesa Martín, y si escuchas a Vanesa Martín, te encontrarás a Zenet, y al revés. Es como si utilizaras Spotify como una plataforma de publicidad gratuita.

Los artistas independientes necesitamos una comunidad’

Tienes una relación con tus fans muy particular, como una auténtica comunidad. La idea de los ‘Zenetianos’. Es un sello con identidad propia, de una forma muy directa y particular

Soy un músico independiente y no estoy contratado por ninguna gran multinacional. Esta es la clave. Para mí fue muy influyente el libro ‘La muerte del artista’ de William Deresiewicz. Las nuevas generaciones no entienden que se pueda comprar un CD y que ese dinero es el que le llega al artista. Es el paradigma de la copa de champán. Se presenta todo como gratuito, y el artista independiente debe captar toda esa gratuidad y a todos sus seguidores para hacerlos pasar por el pie de la copa de champán hacia abajo, donde, en la base, se hacen suscriptores y pagan algo para obtener una experiencia directa con el artista. De ahí viene la creación de comunidades.

Por eso hay plataformas como Patreon o plataformas que ya incluso están empezando a imitar lo que hace Patreon, que es la suscripción de todos los seguidores. Tenemos unos ciertos caladeros donde podemos captar a nuestros seguidores, y al final lo correcto es dales de una manera exclusiva una serie de experiencias compartidas. Es decir, si yo a mi comunidad voy a ofrecerles que estén conmigo en el proceso de creación, que compartan conmigo,, por ejemplo, la creación de una canción, un momento íntimo, y no tiene que haber un intermediario con una gran multinacional. De ahí que el único recurso que tengamos los artistas independientes es la creación de comunidad. Y con esa creación de comunidad, al final acaban siendo suscriptores nuestros.