En una guerra, las comunicaciones interceptadas al enemigo -aunque sean conversaciones de soldados- pueden revelar aspectos más significativos que muchos secretos de Estado. De ser cierto lo que aseguran los servicios de inteligencia ucranianos, el ejército ruso encarga a los soldados de segunda línea abatir a los desertores rusos que huyen del frente.
Hace pocas semanas se hacían públicas las conversaciones de los soldados rusos en los primeros meses de la invasión de Ucrania, donde ellos mismos confiesan ante sus familias los horrores y los crímenes que las tropas del Kremlin perpetran contra la población civil. Ahora unos nuevos audios revelan el pésimo estado de moral en el ejército de Putin, que ante el elevado número de bajas ha tenido que reclutar forzosamente a 300.000 nuevos soldados de entre su propia población… o de los reclusos de las cárceles rusas.
En los nuevos audios se revela que, dada el desastroso estado de la moral entre sus filas, para evitar retiradas en desbandada que puedan ser aprovechadas por las fuerzas ucranianas para explotar un hueco en la línea de frente, los mandos rusos encargan a los soldados de segunda línea disparar -y abatir- a los soldados de primera línea que huyan.
En la conversación interceptada, un soldado ruso habla distendidamente con su pareja. Le confiesa que aunque «oficialmente» está aún de entrenamiento, en realidad ya está en el frente. Pero además asegura que algunos de los nuevos reclutas son prisioneros. Hace meses se sabe que la compañía de mercenarios Wagner -conocida por su ideología neonazi- estaba reclutando en las cárceles de toda Rusia a presidiarios para combatir en Ucrania, con la promesa de recibir la amnistía tras un periodo en la guerra… pero con la amenaza de ser ejecutados si desertaban.
El audio es consistente con estas informaciones. El soldado cuenta que a su unidad la han destinado a segunda línea, mientras que a los presidiarios los han destinado a primera línea de frente, donde «estamos preparados por si alguno decide huir». «Si alguien vuelve corriendo, le disparamos», «Nos sentamos en la segunda fila, custodiando la primera. Detrás de nosotros hay otra línea. Es imposible huir. Disparamos a los nuestros. Si alguien va por ese camino, tienes que acabar con él», le cuenta a su pareja por teléfono.
De acuerdo con esto, a pesar del importante refuerzo numérico conseguido en las últimas semanas por el Kremlin -que ha culminado su movilización parcial, con 82.000 nuevos soldados en el frente y otros 218.000 en entrenamiento- esas nuevas tropas estarían en desventaja en dos aspectos muy importantes. Una es la moral, que estaría por los suelos. Y otra es el entrenamiento y los pertrechos de estos soldados. Medios de comunicación rusos como Kommersant o BFM.ru. han detallado que, ante la falta de equipamiento que se les suministra, muchos soldados tienen que comprarlo ellos mismos… por cinco o diez veces su precio normal: desde ropa interior térmica por 340€ a chalecos antibalas por 2.188€.
The Guardian también cuenta el caso de un reservista ruso que cuenta a su hermana cómo tuvo que pintar su pistola para ocultar el óxido del arma. «No nos dieron absolutamente ningún equipo. El ejército no tiene nada, tuvimos que comprar todo nuestro equipo, nosotros mismos», dice.