Y en el corazón de esta ofensiva ideoló- gica está la difusión de las ideas sobre la inexistencia de una alternativa real al capitalismo y la imposibilidad de acabar con el dominio de las principales potencias. Ofreciendo como único horizonte de cambio reformas parciales que no cuestionen los pilares de su poder. ¿Realmente no existe alternativa al capitalismo? ¿Acaso no nos queda más remedio que aceptarlo y tratar como mucho de suavizar su lado más salvaje? ¿De verdad el comunismo ha muerto y el marxismo pertenece al pasado?
¿Otra vez la “muerte del comunismo”?
Las revoluciones burguesas abrieron una época histórica, la del derrocamiento del viejo orden feudal y la expansión del capitalismo, que se prolonga durante más de dos siglos. De la misma manera, la Revolución de Octubre abre una nueva época histórica para la humanidad: la del imperialismo agonizante y el ascenso de la revolución proletaria mundial.
Por primera vez los explotados toman el poder. El socialismo, el comunismo, acabar con la explotación del hombre por el hombre, de teoría y sueño pasó a convertirse en una viva realidad. Este es el horizonte revolucionario de la época en que vivimos.
El hegemonismo y los revisionistas pretenden anegarlo y enterrarlo, magnificando el poder del “capitalismo neoliberal”, estableciendo que “no hay alternativa al capitalismo”, y repitiendo como alternativa los viejos programas reformistas.
La lucha revolucionaria de los pueblos y países del mundo agudiza el declive del hegemonismo y la agonía del imperialismo.
«Quien está no muerto pero sí moribundo es el capitalismo, y será sustituido inevitablemente por el comunismo. El futuro pertenece a los pueblos y a la revolución.»
La situación internacional se desarrolla de manera favorable a los pueblos y desfavorable para el hegemonismo y el imperialismo.
Que los países quieren la independencia, las naciones la liberación y los pueblos la revolución es la tendencia imparable de la situación internacional actual. Y la lucha de los pueblos y paí- ses del mundo avanza, achicando cada vez más el espacio de dominación imperialista, agudizando sus contradicciones, acelerando el declive del hegemonismo y la agonía del imperialismo.
Esto es algo que hoy sucede todos los días en las luchas y victorias de los pueblos en Hispanoamérica, Asia, África…
Quienes borran estos hechos, sobrevalorando las fuerzas del imperialismo y minimizando la lucha de los pueblos y países del mundo, lo hacen con el objetivo de trazar un horizonte donde los objetivos revolucionarios, en particular en los países del Segundo Mundo, desaparezcan por completo.
El Documento Definitivo del último congreso del PCE parte de que a nivel internacional “las fuerzas defensoras de una alternativa somos débiles y dispersas”. Y paralelamente Julio Anguita afirma que “hace tiempo que renuncié a plantear el comunismo como alternativa, porque eso no llega a la gente (…) Mi planteamiento es más básico: luchar por una sociedad en la que se respeten todos los derechos humanos.”
¿Quién está condenado a desaparecer?
Tal y como plantea Lenin en “Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo”, Marx profundizó y desarrolló totalmente el materialismo filosófico, y lo hizo extensivo desde el conocimiento de la naturaleza -el límite donde los intereses de la burguesía lo permitían- al conocimiento de la sociedad humana. El materialismo histórico de Marx es una enorme conquista del pensamiento científico. El Materialismo histórico, permite estudiar y conocer de forma científica las leyes que hay en la base de la sucesión de unos modos de producción por otros. Y afirma que el motor de la Historia es la lucha de clases.
«“La burguesía produce, ante todo, sus propios sepultureros. Su hundimiento y la victoria del proletariado son igualmente inevitables”(Marx)»
Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más altas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado en el seno de la propia sociedad antigua. (…) Las relaciones burguesas de producción son la última forma antagónica del proceso social de producción; antagónica, no en el sentido de un antagonismo individual, sino de un antagonismo que proviene de las condiciones sociales de vida de los individuos. Pero las fuerzas productivas que se desarrollan en el seno de la sociedad burguesa brindan, al mismo tiempo, las condiciones materiales para la solución de este antagonismo. Con esta formación social se cierra, por tanto, la prehistoria de la sociedad humana.”
Es decir, el grado de desarrollo de las fuerzas productivas alcanzado bajo el capitalismo sienta las bases, por primera vez en la historia, para alcanzar una superabundancia que permita establecer unas nuevas relaciones, comunistas. Solo hay que acabar con las relaciones de producción burguesas, que someten el desarrollo de las fuerzas productivas a la apropiación privada de la riqueza. Tal y como plantea Marx, “cuando a la par con el desarrollo global del individuo hayan aumentado las fuerzas productivas y los manantiales de la riqueza colectiva fluyan más abundantemente, sólo entonces podrá rebasarse en su totalidad el estrecho horizonte del derecho burgués y podrá la sociedad inscribir en su estandarte: «¡De cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades!» Pero ningún modo de producción ha caído “por sí mismo”, a pesar de que existan las bases materiales para ello. El motor de la historia es la lucha de clases. Es necesario que el proletariado, organizado como clase en su partido revolucionario, derroque el dominio de la burguesía, tome el poder y emprenda las transformaciones necesarias para llegar al comunismo.
La contradicción principal del capitalismo, la producción cada vez más social y la apropiación cada vez más privada de la riqueza socialmente producida, es antagónica. Las relaciones de producción burguesas son ya una traba para el desarrollo de las fuerzas productivas. La inevitabilidad de las crisis capitalistas periódicas son la expresión de esta contradicción cada vez más aguda.
Como plantea Marx “las fuerzas productivas de que dispone no favorecen ya el régimen burgués de la propiedad; por el contrario, resultan ya demasiado poderosas para estas relaciones, que constituyen un obstáculo para su desarrollo; y cada vez que las fuerzas productivas salvan este obstáculo, precipitan en el desorden a toda la sociedad burguesa y amenazan la existencia de la propiedad burguesa”.
Además, y este es el factor dirigente como plantea Marx en el Manifiesto Comunista, “la burguesía no ha forjado solamente las armas que deben darle muerte; ha producido también los hombres que empuñarán esas armas: los obreros modernos, los proletarios”. “La burguesía produce, ante todo, sus propios sepultureros. Su hundimiento y la victoria del proletariado son igualmente inevitables”.