«Actualmente ambos se ejercen presión el uno al otro aprovechando esta situación. Aparentemente, se trata de una divergencia entre distintas instituciones y partidos políticos del país, pero tendrá influencia sobre el sistema financiero internacional. Como emisor de moneda a escala global, EEUU ha sentado un precedente pernicioso al perjudicar los intereses de los acreedores para ejercer presión sobre los oponentes nacionales»
El riesgo real al que se enfrentan los aíses acreedores consiste en que al luchar por sus propios intereses, las diversas fracciones políticas de EEUU desatienden los intereses de los acreedores. Entonces, ¿quién garantizará los intereses de los acreedores si EEUU los perjudica en pro de sus intereses político, económico y de seguridad? ¿Cómo los países acreedores se protegerán del incumplimiento del pago de las deudas con que EEUU ejercería presión sobre ellos? Esto constituye un enorme y virtual riesgo sistémico por lo menos para el actual sistema financiero internacional. (DIARIO DEL PUEBLO) THE NEW YOR TIMES.- El jueves, el presidente Obama se reunió con los republicanos para discutir un acuerdo sobre la deuda. No sabemos exactamente lo que propuso, pero informes de prensa antes de la reunión sugieren que Obama está ofreciendo grandes recortes del gasto, incluyendo posiblemente recortes en la Seguridad Social y el fin de la condición de Medicare como un programa disponible en su totalidad para todos los estadounidenses. Es cada vez más y más difícil confiar en las motivaciones de Obama para la lucha por presupuesto, dada la forma en que su retórica económica ha dado un giro a la derecha. De hecho, si lo único que haces es escuchar sus discursos, se podría concluir que comparte básicamente el diagnóstico del Partido Republicano de los males que aquejan a nuestra economía y lo que debe hacerse para arreglarlo. Y tal vez eso no es una falsa impresión, tal vez es la pura verdad. China. Diario del Pueblo Polémica sobre las deudas públicas. ¿Sentará EEUU un peligroso precedente? Li Xiangyang La administración Obama y el Senado de EEUU están empeñados en la enconada polémica sobre el techo de 14,3 billones de dólares de las deudas públicas. Se enfrentarán al riesgo de incumplir el pago de las enormes obligaciones en las que han incurrido, si ambos no llegan a un consenso en la fecha límite del 2 de agosto. Actualmente ambos se ejercen presión el uno al otro aprovechando esta situación. Aparentemente, se trata de una divergencia entre distintas instituciones y partidos políticos del país, pero tendrá influencia sobre el sistema financiero internacional. Como emisor de moneda a escala global, EEUU ha sentado un precedente pernicioso al perjudicar los intereses de los acreedores para ejercer presión sobre los oponentes nacionales, incluso si llegan ambas partes a un consenso antes de la fecha límite establecida. Tomando en consideración su propia política, el Congreso estadounidense desatiende la economía global y los intereses de los países acreedores. Ya el 16 de mayo, las deudas públicas de EEUU alcanzaron los 14,3 billones de dólares, la cifra máxima legal y record de los últimos 60 años. Esta es la consecuencia de la aplicación de la política de contraer empréstitos para el gasto. Como es costumbre, la Casa Blanca suele ser autorizada por el Congreso para ampliar el techo de las deudas públicas. Solo desde 1993, el Congreso estadounidense ha aprobado ampliar el máximo legal de las deudas públicas en 16 ocasiones. En vísperas del año de las elecciones, los republicanos que tienen controlado el Senado agregaron nuevas obligaciones legales en lo referente del aumento del techo de las deudas públicas, es decir, el recorte de 2 billones de dólares de gastos en los 10 años venideros. Para el gobierno de Obama, el aceptar estas condiciones significa el fracaso en los comicios de 2012. Sin la autorización del Congreso para aumentar el techo de las deudas públicas antes del dos de agosto, el gobierno estadounidense no podría pagar los intereses de la deuda pública, y como consecuencia, el gobierno se vería obligado a dejar de pagar los cheques de seguridad social y los intereses de deudas públicas a los países acreedores. Esto resultaría desastroso e inaceptable para los EEUU y el mercado financiero global. Sin embargo la Casa Blanca y el Congreso estadounidense lo aprovecharían para compeler a su oponente a someterse. A pesar de la advertencia de las instituciones internacionales de evaluación financiera, se ha registrado un incremento notable de los negocios de CDS (credit default swap) en el mercado financiero, sin embargo, hay muy poca probabilidad de que ocurra una crisis tipo Grecia en los EEUU. Por un lado, las recientes estadísticas muestran que los bonos de tesoro recién emitidos por EEUU son objeto de la adquisición por parte de los inversionistas, y por otro, el “incumplimiento técnico” no haría a los bancos centrales de otros países, principales portadores de los bonos de tesoro estadounidenses, venderlos. El riesgo real al que se enfrentan los países acreedores consiste en que al luchar por sus propios intereses, las diversas fracciones políticas de EEUU desatienden los intereses de los acreedores. Entonces, ¿quién garantizará los intereses de los acreedores si EEUU los perjudica en pro de sus intereses político, económico y de seguridad? ¿Cómo los países acreedores se protegerán del incumplimiento del pago de las deudas con que EEUU ejercería presión sobre ellos? Esto constituye un enorme y virtual riesgo sistémico por lo menos para el actual sistema financiero internacional. Debido a la actual situación de las deudas públicas estadounidenses, los países acreedores se encuentran en una alternativa difícil: aceptar el riesgo financiero causado por el incumplimiento del pago de las deudas públicas o adquirir más bonos del tesoro emitidos por EEUU, lo que le concederá más recursos a este último para compeler a sus acreedores a someterse. China es la portadora de más bonos de tesoro estadounidenses. Cualquiera que sea la manera en que se ponga fin a la polémica sobre las deudas públicas en EEUU, el suceso ha dado una advertencia a China: las enormes y crecientes reservas de divisas no son sostenibles, y el que las inversiones de divisas se centren de manera excesiva en los bienes de una sola moneda constituye un peligro oculto para la seguridad financiera del país. En la época postcrisis, la reforma del sistema monetario internacional con el dólar como centro ha sido un deseo unánime del mundo. La protección del riesgo del sistema del dólar concuerda con los intereses de los países acreedores y constituye un medio para garantizar el funcionamiento estable y sostenible del sistema financiero global. DIARIO DEL PUEBLO. 8-7-2011 EEUU. The New York Times Lo que Obama quiere Paul Krugman El jueves, el presidente Obama se reunió con los republicanos para discutir un acuerdo sobre la deuda. No sabemos exactamente lo que propuso, pero informes de prensa antes de la reunión sugieren que Obama está ofreciendo grandes recortes del gasto, incluyendo posiblemente recortes en la Seguridad Social y el fin de la condición de Medicare como un programa disponible en su totalidad para todos los estadounidenses, sin tener en cuenta los ingresos. Obviamente, los detalles son muy importantes, pero los progresistas y los demócratas en general, están comprensiblemente muy preocupados. ¿Deberían estarlo? En una palabra, sí. Ahora bien, este podría ser el teatro: el Sr. Obama puede sacarse de la manga un anti-Corleone, haciendo a los republicanos una oferta que no puedan aceptar. Los informes dicen que el plan de Obama también contiene una cantidad importante de nuevos ingresos públicos, una idea que sigue siendo un anatema para las bases republicanas. Así que la meta puede ser dibujar a los republicanos en un rincón, haciéndoles parecer extremistas intransigentes – que lo son. Pero seamos francos. Es cada vez más y más difícil confiar en las motivaciones de Obama para la lucha por presupuesto, dada la forma en que su retórica económica ha dado un giro a la derecha. De hecho, si lo único que haces es escuchar sus discursos, se podría concluir que comparte básicamente el diagnóstico del Partido Republicano de los males que aquejan a nuestra economía y lo que debe hacerse para arreglarlo. Y tal vez eso no es una falsa impresión, tal vez es la pura verdad. Un ejemplo notable de este cambio hacia la derecha está en el discurso presidencial del fin de semana pasado, en la que el Sr. Obama tenía esto que decir acerca de la economía del presupuesto: "El gobierno tiene que empezar a vivir dentro de sus posibilidades, al igual que hacen las familias. Tenemos que reducir el gasto que no podemos permitirnos para dar a la economía bases más sólidas, y dar a nuestras empresas la confianza que necesitan para crecer y crear empleo". Es decir, tres de las falacias económicas favoritas de la derecha en sólo dos frases. No, el gobierno no debe gestionar el presupuesto de la manera que lo hacen las familias, por el contrario, tratar de equilibrar el presupuesto en tiempos de dificultades económicas es una receta segura para la profundización de la crisis. Los recortes en el gasto en estos momentos no "ponen bases más sólidas en la economía." Se reduciría el crecimiento y aumentaría el desempleo. Y por último pero no menos importante, las empresas no se están frenando porque no tengan confianza en las políticas gubernamentales, sino porque no tienen suficientes clientes – un problema que iría a peor, no a mejor a corto plazo con el recorte del gasto. En sus breves declaraciones tras la reunión del jueves, por cierto, Obama parecía reiterar la opinión de Herbert Hoover de que la reducción del déficit es lo que tenemos que "hacer para que crezca la economía". La gente me pregunta por qué los asesores económicos del presidente no le dicen no creer en la confianza mágica – es decir, no creer en la afirmación, muy popular entre la gente común, pero abrumadoramente refutada por la evidencia, que recortar el gasto en una economía deprimida va a crear puestos de trabajo por arte de magia. Mi respuesta es que los asesores económicos, casi todos economistas de alto perfil, que se unieron a la administración de Obama desde el principio, la han abandonado o se están yendo. Tampoco han sido reemplazados. Como The Wall Street Journal señaló recientemente, hay un "impresionante" número de vacantes en importantes puestos económico. Entonces, ¿quién está definiendo los puntos de vista económicos de la administración? Algo de lo que estamos escuchando procede presumiblemente de su equipo político, cuyos miembros parecen creer que un movimiento hacia posiciones republicanas, que recuerda a la "triangulación" del ex presidente Bill Clinton en la década de 1990, es la clave para la reelección de Obama. El Sr. Clinton, en efecto, dio la vuelta a una gran derrota en las elecciones parciales de 1994 para ganar a lo grande, dos años después. Pero algunos de nosotros pensamos que el salto tuvo menos que ver con su retórica de traslado al centro que con los cinco millones de empleos que creó la economía en esos dos años – un logro que no es probable que se repita esta vez, sobre todo, si ha de hacer frente a un duro recorte de gastos. De todos modos, no creo que todo sea cálculo político. Viendo a Obama y escuchando sus recientes declaraciones, es difícil no tener la impresión de que él escucha ahora el consejo de las personas que realmente creen que es el déficit, y no el desempleo, el tema más importante que enfrenta Estados Unidos ahora mismo, y que creen también que la mayor parte de la reducción del déficit debe provenir de recortes en los gastos. Vale la pena señalar que incluso los republicanos no son lo que sugieren recortes a la Seguridad Social, esto es algo que Obama escucha a quienes dicen querer su propio bien. Lo que plantea la gran pregunta: ¿si un acuerdo sobre la deuda surge, y refleja abrumadoramente las prioridades y la ideología de los conservadores, los demócratas en el Congreso votaran por él? La gente de Obama, sin duda, sostiene que sus compañeros de partido deberían confiar en él, que cualquier acuerdo que surja será lo mejor que se podía conseguir. Pero es difícil ver por qué un presidente que se ha hecho eco a su manera de la retórica republicana y aprueba los falsos puntos de vista de los conservadores se merece ese tipo de confianza. THE NEW YOR TIMES. 7-6-2011