Debajo de la melena rizada y enmarañada, de unas gafas rectangulares y ahumadas, de un cuerpo larguirucho, enjuto y desaliñado, y de una mirada tímida y huidiza, late el corazón de un héroe.
Se llama Yotam Kipnis, es israelí y es uno de los muchos que en medio del odio y la barbarie del genocidio de Gaza alzan su voz por la paz.
Sus padres, Eviatar y Lilach Kipnis, de 65 y 60 años, fueron asesinados por los terroristas de Hamásel Kibbutz Be’eri, el 7 de octubre, junto a su tío. Y hasta siete miembros de su familia, entre ellos sus tíos, sus primos y dos niños de tres y ocho años, fueron secuestrados y mantenidas cautivas en Gaza durante siete semanas. Seis fueron liberados el 25 de noviembre. Tal, el marido de su prima, sigue en manos de Hamás.
Pero Yotam Kipnis no pide venganza. Junto a miles de activistas israelíes, exige paz, exige el alto el fuego y un proceso que conduzca a un Estado Palestino independiente que conviva en seguridad y amistad con sus vecinos hebreos.
Frente a una turba de enardecidos partidarios del primer ministro, Benjamín Netanyahu, que le increpan, le insultan y le desean que Hamás le mate, Yotam Kipnis levanta el megáfono. Nervioso pero determinado, grita por la paz, grita por el alto el fuego. «La gente inocente de Gaza, incluidos los niños, nadie merece morir de hambre”.
No hay duda de quién aupó a Yotam a esa altura moral. Fueron sus padres, inmolados por el fanatismo terrorista. Y luchando, Yotam honra su vida y su memoria.
Su madre Liliach, especialista en trauma infantil y miembro de colectivos pacifistas, no sólo enseñaba a los niños a lidiar con el miedo a los lanzamientos de cohetes, sino que trataba inculcarles la esperanza en la paz y en un futuro sin odio.
«Mamá era miembro de movimientos que creían que todos merecemos, sin importar religión, raza o género, un futuro mejor», dijo. “Su apoyo a la paz provino de su conexión con la tierra y su profunda familiaridad con la guerra, y también con el alma humana. Porque incluso en los momentos más oscuros, mamá no olvidó cómo es la luz”.
En el panegírico de su padre, Yotam escribió: «No escribas el nombre de Eviatar en una bala, ni en un misil, ni en un obús. Él no hubiera querido eso. No digas: ‘Dios vengará su sangre’. Di: ‘Que su memoria sea para bendición’”.
Héroes como Yotam Kipnis son una minoría en Israel, piedras graníticas contra una corriente de odio y revancha. Pero son un faro de luz, de cordura y humanidad que resplandece y conmueve a todo el planeta. Y son el futuro, la única salida que tiene una sociedad israelí arrastrada al fango del fanatismo sionista