Internacional

Se eleva la tensión entre Rusia y Ucrania

El asesinato del líder de la región de Donetsk puede recrudecer el conflicto ucraniano.

La explosión de una bomba en una cafetería ha acabado con la vida de Alexander Zajárchenko, líder de la autoproclamada República de Donetsk, junto a Lugansk una de las dos provincias separatistas al este de Ucrania, sostenidas por Moscú. El atentado, del que el Kremlin ha culpado a los servicios secretos de Kiev, pronostica un más que posible empeoramiento de frágil tregua.

Zajárchenko se había convertido en el líder de los separatistas prorrusos después de que en febrero de 2014 cayera en Kiev el Gobierno del entonces presidente Víktor Yanukóvich. Los portavoces de los gobiernos ruso y ucraniano se culpan mutuamente del atentado.

Sea como fuere, la muerte de Zajárchenko amenaza con recrudecer el conflicto del este de Ucrania. Una guerra que se ha cobrado más de 10.000 vidas, y que aunque ha bajado de intensidad, nunca ha llegado a pararse del todo. Los frágiles acuerdos de Minsk han venido violándose repetidas veces y las escaramuzas continúan. La misma semana del asesinato, la OSCE registró más de 70 violaciones de la tregua. Pero ahora todo puede ponerse mucho peor.

Ucrania es una pieza en disputa entre Washington y Moscú. Hace tiempo que uno de los más importantes estrategas de la superpotencia norteamericana, Zbigniew Brzezinski, la definió como un “pivote” geopolítico. Una Rusia con Ucrania -con acceso al Mar Negro- es una Rusia que puede mantener sus ambiciones sobre Europa, el Mediterráneo y Oriente Medio. Una Rusia sin Ucrania está condenada a ser un potencia solamente asiática.

En la década pasada, para evitar el resurgimiento de Rusia, EEUU invirtió una gran cantidad de recursos (más de 5.000 millones de dólares) en preparar la «revolución de colores» que depusiera al presidente prorruso Yanukovich y pusiera en el poder a un Gobierno prooccidental. Pero el Kremlin reaccionó con extrema violencia a este intento de arrancar este país clave de su glacis, estallando una guerra entre el Gobierno de Kiev y las regiones rusófonas del este (Donetsk y Lugansk). Moscú acabó invadiendo y anexionando la estratégica península de Crimea, clave de su acceso al Mar Negro.