Fanny Rubio recuerda a Rosa Regás

Rosa Regás: la voz imborrable

La escritora Fanny Rubio habla con emocionante admiración de Rosa Regás, una amiga, compañera de letras y de alguna batalla

Fanny Rubio responde a mi llamada. No sé si finalmente hablamos desde su casa o desde el Café Gijón. Fanny Rubio escribió el prólogo de ‘Azul’ por encargo de la colección ‘Esfera’ de El Mundo – ‘los 100 libros del milenio -, pero la admiración por Rosa Regás va mucho más allá.

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¿Colaborasteis en otras ocasiones, no?

Sí, cuando me llamó para incluirme en una antología de cuentos, pero ella siempre estaba muy pendiente de los amigos, no era una escritora encerrada que no se ponía al teléfono, como tanta gente. Era muy de amigas y también le gustaba mucho mantener el contacto con gente del exilio, viejos republicanos…

¿Era más autora o editora?

Tenía muchas dimensiones. Fue traductora, era editora, filósofa, respondía al perfil de exiliada, porque ella, aunque nació en Barcelona, estuvo en Francia… tenía todos los perfiles progresistas de la España de la Transición.

Y era una autora de su generación, con Benet, Barral y toda esa gente de las noches de la discoteca Bocaccio de Barcelona. Porque ella tenía un enorme sentido lúdico de la vida, que era también algo muy generacional. Hablamos de la última generación de posguerra, que son los que tienen pasaporte y son los primeros que van a la tumba de Machado. Decía Claudio Rodríguez que era una generación etílica, siempre con el whisky en la mano, cuando algunos ni bebían.

Hacía lo que le pedía la inteligencia, no el cuerpo’

¿Y como mujer?

Ponía las cosas claras, como mujer, como escritora, como mujer de la cultura, como mujer progresista, que, por cierto, era algo diferente a lo que hacían los hombres, mucho más metidos en su profesión y no querían tener perfil.

¿Qué te parece como títulos para el homenaje ‘la voz imborrable’ y ‘el camino de la libertad’?

Muy apropiado. Desde luego ella era una mujer muy libre, hacía lo que le pedía la inteligencia, no el cuerpo, la inteligencia. Y la inteligencia en ese momento pedía que fuera editora, pedía que fuera directora de la Biblioteca Nacional, pedía que fuera novelista, pedía que fuera traductora, es decir, lo que la inteligencia le pedía. Y no lo que cuerpo le pedía, porque ha sido madre y ha sido divorciada y ha sido mujer libre y ha sido todo. Un tipo de mujer envidiable.

¿Qué pensaste cuando tuviste que enfrentarte al prólogo?

La escritora Fanny Rubio

Que no era novelista a secas, porque había sido muchas cosas y porque no era solo una catalana, sino también una exiliada. A mí me fascinaba. Rosa era como ‘Azul’, la novela del mar, que es donde muestra todo su amor por el Mediterráneo.

Los autores catalanes eran muy marineros, y para Rosa la imagen de la libertad era el mar, como lo fue también para Antonio Machado o para Jorge Manrique, una dimensión de la libertad y del infinito, y de la vida después de la vida, porque el mar nunca muere.

Así es como también ella llamaba a su enamorado, ‘Azul’, el nombre que utilizaba también para nombrar el amor y el mar.

Rosa jugaba con la idea de tiempo, con la navegación y la vida como el oleaje. La novela es un experimento, un laboratorio del tiempo y de la vivencia amorosa. El mar es el que le da pie para todo el experimento psicológico que es ‘Azul’ y que a mí me recordaba a Ingrid Bergman.

Pionera y con una inteligencia rica, entregada y exigente’

La navegación es como el amor, nunca se sabe cómo va, qué tormenta o qué calma va a venir. Es algo precioso lo que hace Rosa en esa novela a través del mar y que constata que buscar el amor es buscar la utopía, porque nadie nos ama como queremos ser amados.

Es una historia que te mete de lleno en un dilema filosófico, el del amor como búsqueda, que hace varios homenajes, como a Clarín, y que te mete también el tema burgués. Para Rosa está esa burguesía progresista que quiere dar un paso y quiere romper con sus propias columnas burguesas. Fue fascinante escribir el prólogo y fue fascinante conocer a Rosa.

Con un gran sentido del humor

Tenía un sentido del humor muy fino y muy indulgente. Era muy poco agresiva, incluso con la gente que le podía haber fastidiado. Lo entendía, entendía la condición humana. A veces la fiesta se paga con la resaca.

Y luego la sorpresa de encontrarnos ambas como candidatas de Recortes Cero sin haberlo hablado. Rosa estuvo comprometida siempre.

Hay que recordarla como pionera y con una inteligencia rica, entregada y exigente. Una bella mujer. Una bella escritora.