«A estas alturas es casi difícil de recordar, pero Bouazizi en un primer momento no inspiró protestas populares, sino una imitación de auto-inmolaciones en Argelia y Egipto. Entonces el contagio se alteró: un movimiento secular de masas surgió en Túnez bajo la bandera de la democracia liberal, y los jóvenes de clase media de Egipto tomaron la misma causa. Los ejércitos aliados de Estados Unidos en Túnez, Egipto y Bahrein decidieron uno tras otro que no se revolverían en armas contra su propio pueblo para preservar el statu quo autocrático – y cada decisión de reforzar el principio de no violencia fue impulsada por Estados Unidos y otras potencias extranjeras.»
¿Qué asaría si Gadafi fuera derrotado y depuesto? Naturalmente, esto no resolvería los problemas de Egipto o llevaría a la dictadura de Assad en Damasco a desmoronarse. Llevaría, sin embargo, al virus árabe a mutar de nuevo. Se daría nueva fuerza a la idea de que los dictadores árabes ya no puede salvarse a sí mismos a través del derramamiento de sangre. Probablemente alentaría a más levantamientos pro-democracia. ¿Y si la caída de Gadafi se produjera, en parte, a través de la asistencia militar de Francia, Estados Unidos y otras potencias occidentales? Algunos parecen pensar que esto debilitaría a los revolucionarios árabes, mediante la introducción de un elemento extranjero. Lo más probable es que hiciera lo contrario. (THE WASHINGTON POST) DEUTSCHE WELLE.- Mientras tanto, la Península Arábiga también sigue sumida en enfrentamientos. Mientras en Yemen las manifestaciones recrudecieron y el aparato estatal arremete contra los manifestantes, a la pequeña Baréin van llegando tropas saudíes y de los Emiratos Árabes Unidos para apoyar al rey Al Khalifah. El rey ha pedido el apoyo de los países del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) y los Emiratos Árabes Unidos para “mantener el orden y la seguridad”. Es la primera vez desde hace 20 años que el CCG se moviliza en apoyo a uno de sus miembros en crisis. Las fuerzas opositores de Baréin hablan ya de una “ocupación” del país. EEUU. The Washington Post ¿Revertirá Gadafi la marea de la primavera árabe? Jackson Diehl Desde que el vendedor tunecino de frutas Bouazizi Mohammed se prendió fuego hace 86 días, el levantamiento árabe ha sido un virus mutante. Esa es la razón por la que Muammar Gadafi –que ha incendiado Libia– se ha vuelto tan importante. A estas alturas es casi difícil de recordar, pero Bouazizi en un primer momento no inspiró protestas populares, sino una imitación de auto-inmolaciones en Argelia y Egipto. Entonces el contagio se alteró: un movimiento secular de masas surgió en Túnez bajo la bandera de la democracia liberal, y los jóvenes de clase media de Egipto tomaron la misma causa. Los ejércitos aliados de Estados Unidos en Túnez, Egipto y Bahrein decidieron uno tras otro que no se revolverían en armas contra su propio pueblo para preservar el statu quo autocrático – y cada decisión de reforzar el principio de no violencia fue impulsada por Estados Unidos y otras potencias extranjeras. Ahora Gaddafi ha alterado la naturaleza del virus, una vez más. Gracias a su enloquecido "Libro Verde", Libia quedó durante décadas marginada de la política árabe. Pero la campaña de tierra quemada de Gaddafi para salvarse a sí mismo no sólo ha detenido y revertido parcialmente el avance de las fuerzas rebeldes hacia Trípoli durante las últimas dos semanas, sino que ha hecho lo mismo con el impulso más amplio para la democracia árabe. Si sobrevive, el virus de una sangrienta e inflexible autocracia represiva podría fluir de regreso a la región. Tal vez ya lo ha hecho. Egipto ha sido testigo de peligrosas explosiones de violencia en el último par de semanas, incluidos enfrentamientos sectarios entre musulmanes y cristianos. Las fuerzas de seguridad en Yemen han atacado a las multitudes en la capital, Saná, con munición real en dos ocasiones en la última semana, y los violentos enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y los manifestantes se reanudaron en Bahrein. Las fuerzas pro-democracia fuera de Egipto y Túnez se han estancado. Argelia y Marruecos han quedado en silencio. En Arabia Saudita el viernes, el "día de la ira" anunciado durante semanas en Facebook no produjo una participación significativa. Y no ha habido ningún signo de rebelión en el país árabe cuya dictadura rivaliza en crueldad con Gaddafi: Siria. En Egipto, sin duda, las fuerzas liberales se mantienen fuertes. Aunque todavía relativamente desorganizado, el movimiento liderado por jóvenes inmortalizado en la plaza Tahrir ha expulsado al primer ministro y al gabinete dejados por Hosni Mubarak, y saqueado la sede de la una vez temida policía secreta. Dos candidatos creíbles para la presidencia, el ex secretario general de la Liga Árabe, Amr Moussa, y el ex inspector nuclear de la ONU, Mohamed ElBaradei, han dado un paso adelante, ofreciendo la perspectiva de una competencia democrática genuina y un resultado que los vecinos de Egipto y sus aliados pueden vivir. Sin embargo, algunos egipcios creen que el país está peligrosamente cerca de descarrilar. "Puede que nunca lleguemos a la elección presidencial", me dijo una fuente bien informada con la que hablé. La economía, dice, permanece estancada, el gobierno pronto podría quedarse sin dinero para pagar los sueldos. La autoridad de todo tipo se está desmoronando: los gerentes de las fábricas y los líderes sindicales están siendo cuestionados por sus bases, y la policía han desaparecido en gran parte de las calles. Este egipcio me hizo una inquietante reflexión: "¿Qué hubiera pasado si Libia hubiera sido la primera?", preguntó. "¿Qué hubiera pasado entonces en Egipto?" La pregunta conduce a una siguiente obvia: ¿en un Oriente Medio donde un dictador está masacrando sin interferencias, al menos de momento, podrían los restos de la autocracia en Egipto tener esa misma tentación en caso de que el desorden en el país crezca? El nuevo ministro reformista principal, Essam Sharaf, claramente ha estado pensando en esto: la semana pasada, advirtió que una "contra-revolución metódico y organizada" ya estaba en marcha. ¿Qué pasaría si Gadafi fuera derrotado y depuesto? Naturalmente, esto no resolvería los problemas de Egipto o llevaría a la dictadura de Assad en Damasco a desmoronarse. Llevaría, sin embargo, al virus árabe a mutar de nuevo. Se daría nueva fuerza a la idea de que los dictadores árabes ya no puede salvarse a sí mismos a través del derramamiento de sangre. Probablemente alentaría a más levantamientos pro-democracia. ¿Y si la caída de Gadafi se produjera, en parte, a través de la asistencia militar de Francia, Estados Unidos y otras potencias occidentales – mediante la entregas de armas o con una zona de exclusión aérea? Algunos parecen pensar que esto debilitaría a los revolucionarios árabes, mediante la introducción de un elemento extranjero. Lo más probable es que hiciera lo contrario. Pregunte al principal opositor a la intervención, el columnista del Post, George F. Will "El público egipcio vio y aprendió de la multitud de Túnez", observó Will semana pasada. "Pero el gobierno libio ha visto y aprendido de la suerte de los gobiernos de Túnez y Egipto. Se ha decidido a luchar. ¿La intervención de EEUU en Libia no animaría a otros pueblos inquietos a esperar la ayuda militar de EEUU?" La respuesta es: tal vez. Y si un poderoso movimiento de oposición apareciera en Siria, y se volviera a Occidente en busca de armas o apoyo aéreo para acabar con el régimen de Assad, ¿sería un desastre? THE WASHINGTON POST. 13-3-2011 Alemania. Deutsche Welle Libia y Bahrein, entre resolución e intervención Mirra Banchon Muammar al Gadafi recupera terreno perdido y los ataques no cesan. La comunidad internacional vacila en intervenir, aunque la Unión Europea envió hoy (14.03.2011) una misión a Bengasi. En Baréin brota una nueva crisis. Mientras el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas decide si instaurar o no una zona de exclusión aérea sobre Libia para proteger a la población de los ataques aéreos de las fuerzas leales a Muammar el Gadafi, éste recupera terreno. Sus aviones bombardearon posiciones rebeldes; Brega y la estratégica Aydabiya están siendo atacadas; el objetivo es recuperar Bengasi –bastión de los insurgentes. Entretanto, la Unión Europea, que reconoció el viernes 11.03. al Consejo insurgente como su interlocutor, ha enviado una misión a Bengasi. La resolución se hace esperar Después de que la Liga Árabe pidiese expresamente al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas la aprobación de la zona de exclusión aérea, Francia y Gran Bretaña –promotores de la idea- hacen presión también en el encuentro del G-8 en París por intervenir en Libia. Según la información oficial, no es que Gran Bretaña quiera una intervención militar a toda costa, se trata más bien de proteger a la población civil. Sin embargo, el Consejo de Seguridad –donde están China y Rusia con derecho a veto- vacila. Hay todavía “cuestiones fundamentales” sin respuesta, había sido el comentario del embajador ruso a Naciones Unidas, Vitaly Churkin. Como por ejemplo, “¿quién y cómo se va a implementar la zona de exclusión?” Por su parte, el embajador francés, Gerard Araud, habla de que la resolución al respecto podría estar lista esta semana. El peligro latente, según varios análisis, es que para cuando la resolución esté lista, Muammar al Gadafi haya recuperado el absoluto control de Libia. Mientras tanto, “cada día Gadafi se enfrenta con mayor brutalidad a su pueblo”, recalcó el primer ministro británico David Cameron, insistiendo en la necesidad de acelerar la resolución. Por su parte, Alemania, miembro no permanente del Consejo de Seguridad, sigue viendo con escepticismo una intervención militar. “Estamos convencidos que Alemania no debe verse envuelta en una guerra prolongada en el Norte de África”, subrayó el ministro de Exteriores, Guido Westerwelle, añadiendo que Berlín abogará más bien por mayores sanciones contra Libia. Tiembla la Península Arábiga Mientras tanto, la Península Arábiga también sigue sumida en enfrentamientos. Mientras en Yemen las manifestaciones recrudecieron y el aparato estatal arremete contra los manifestantes contra el régimen de 32 años de Ali Abdallah Saleh, a la pequeña Baréin van llegando tropas saudíes y de los Emiratos Árabes Unidos para apoyar al rey Hamad ibn Isa Al Khalifah. Desde hace cuatro semanas los manifestantes exigen reformas democráticas. El rey ha pedido el apoyo de los países del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) -al que pertenecen Kuwait, Catar y Omán- y los Emiratos Árabes Unidos- para “mantener el orden y la seguridad”. Es la primera vez desde hace 20 años –cuando la primera guerra de Irak y la invasión a Kuwait- que el CCG se moviliza en apoyo a uno de sus miembros en crisis. Las fuerzas opositores de Baréin hablan ya de una “ocupación” del país. DEUTSCHE WELLE. 14-3-2011