El 29 de octubre de 2024 quedará marcado por siempre en la memoria. Una jornada trágica en Valencia que comenzaría en la mañana con el río Magro y la rambla anegando Utiel y cobrándose las primeras víctimas. A la tarde se desataría el diluvio y la mortal barrancada del Poio. 229 muertos, cientos de miles de afectados. La mayor movilización solidaria en décadas.
Un año después los afectados tratan de recuperarse. Aún queda mucho por reconstruir.
A un año de la tragedia salta la noticia. Se ha encontrado uno de los desaparecidos. Ya solo quedan dos. Los 229 muertos son la cara más cruda de este desastre.
Hablar de recuperación siempre es delicado cuando se mezcla lo humano, lo económico y material, los daños en el medio. Hagamos un recorrido primero por los datos al cumplirse un año de la dana..
En la zona inundada había unos 130 mil edificios y viviendas en 67 poblaciones. Según un informe de la Unidad de Evaluación de Daños para el Instituto Valenciano de Edificación, 11.000 edificios de viviendas y unifamiliares tienen daños de algún tipo y más de 350 necesitan demolición total o parcial. Quedan más de 780 ascensores por reparar.
Las infraestructuras viarias están en distintos puntos de reconstrucción: la red de metro y ferrocarril está restablecida. La AP7 abierta con trabajos de finalización. Y siguen en marcha la recuperación de puentes, vías secundarias y caminos rurales.
Entre 20.000 y 25.000 hectáreas de superficie cultivada fue afectada. Aún hoy un 40% de las explotaciones, empresas e infraestructuras agrarias están por recuperar, según la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA). Miles de campos, invernaderos, viveros, instalaciones de riego e infraestructuras como caminos rurales, muros, acequias, vallas (particulares o colectivos). Los trabajos de recuperación pueden durar meses o años.
Según la Cámara de Valencia, la actividad económica industrial se ha recuperado a un 85%, con 100 empresas cerradas. Pero la actividad comercial urbana ha sido más afectada: un 70% se ha recuperado, peero unas 2.000 han desaparecido y más del 40% mantienen una actividad inferior a antes de la dana.
Hay que mantener el foco en las necesidades de los afectados
En educación resultaron afectados 115 colegios y 48.700 alumnos. Tres colegios están siendo demolidos para su reconstrucción total en Massanassa y Catarroja y 2 más lo harán próximamente en Alfafar y Algemesí, y aún hay muchos alumnos reubicados o en aulas auxiliares prefabricadas.
La cultura: bibliotecas, librerías, museos, talleres de artistas, conservatorios musicales, artes escénicas, auditorios, etc. Un sector tantas veces abocado a la precariedad. Un golpe del que se van levantando más lento que otros sectores.
La salud mental también se ha visto afectada. Con un aumento del 170% de casos de estrés postraumático y estrés agudo, entre los habitantes de la zona afectada según los resultados de los hospitales de Valencia.
Un año después, estas son algunas de las principales exigencias de las entidades sociales: la recuperación del alcantarillado que sigue colapsado por el barro en muchos pueblos; la puesta en marcha de planes de emergencia que la mayoría de ayuntamientos aún no han aprobado; accesibilidad a ayudas suficientes para familias y comercios; renaturalización de los cauces de ramblas, protección de la huerta y su entorno,…
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Verdad, justicia, reparación y memoria
Los afectados y los familiares de las víctimas merecen todos los homenajes. Pero sobretodo son un ejemplo. De fuerza de lucha y coraje, de persistencia, de respeto por los demás, por como cuidan a la gente que desinteresadamente les ayudó.
Las asociaciones de víctimas mortales y las organizaciones sociales llevan un año exigiendo “verdad, justicia y reparación” y “Mazón, dimisión” manifestándose mes tras mes, exigiendo responsabilidade ante lo ocurrido hace un año.. Encuentran apoyo en las investigaciones de la “jueza de la dana”, Nuria Ruiz Tobarra, del juzgado de Catarroja por establecer las responsabilidades de la tragedia por las 229 víctimas mortales.
Responsabilidad a un gobierno de Mazón, negligente y opaco. Criminal y sin legitimidad para seguir gestionando la reconstrucción. Reprobado por los votantes de todas las fuerzas políticas, incluidos, según encuestas, casi al 60% de los propios votantes del PP.
“Reparación y memoria” son dos pies fundamentales. No se puede volver al modelo anterior. El gobierno autonómico ya está desprotegiendo la Horta Sud, La Albufera o recalificando terrenos para promover la construcción. En zona inundable recién anegada.
Una de las conclusiones de las reuniones con expertos, casi recurrente, es que con Dana o sin ella, el debate sobre nuestro modelo de desarrollo se debía abrir y extender. Y debe llegar a la gente.
Aprovechar ahora que se está reconstruyendo para mejorar las condiciones de los afectados. En lugar de despilfarrar millones en proyectos que serán obsoletos en pocos años o décadas.
Debemos seguir uniendo fuerzas y extrayendo conclusiones y prepararnos para el futuro.
Las asociaciones de víctimas y afectados encuentran apoyo en las investigaciones de la “jueza de la dana” por establecer las responsabilidade
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De la marea voluntaria a la organización de la solidaridad
Puede que haya menos daños mentales de lo esperado por la fuerza de la solidaridad. Puede.
Los cientos de miles de voluntarios que acudieron en masa, un día tras otro, quitando barro si, pero ofreciendo un apoyo incalculable ante la devastación. Desde cada rincón del país e incluso fuera.
Un movimiento transversal e intergeneracional. Audaz y enérgico. Al que las instituciones no pudieron frenar.
Pasó de un pulsión solidaria ante la emergencia a organizarse para que nada faltara a los afectados. Cubrir cada necesidad. Creando una red, comunidad.
Ahora, 12 meses después, más reducido pero más organizado, siguen las labores de reconstrucción, ayuda alimentaria, salud mental, recuperación de espacios naturales. Pero también de “resistencia” para exigir que se restablezca cuanto antes lo arrasado. Y que lo haga en mejores condiciones que las anteriores. Frente a la impunidad. Y frente al raquitismo de las ayudas.
Da la impresión que el pueblo si que puede gobernarse a sí mismo, gestionarse.
Como el movimiento NO OLVIDAR LA DANA impulsado por el grupo de ‘Voluntariado La Cantina’ en Ruzafa. No solo persistiendo en labores prácticas. Colaboración con múltiples organizaciones (como la reconstrucción del colegio Vamar de Alfafar, con la fundación Gomaespuma y Leroy Merlin). Realizando iniciativas culturales y sociales que mantengan el foco mediático en los afectados y sus necesidades y no solo en la bronca política.
Extendiendo un método democrático de asambleas, mesas redondas con expertos, encuentros con organizaciones diversas. Estableciendo caminos comunes, múltiples propuestas y conclusiones
Todo este movimiento ha significado fortalecer las relaciones sociales frente al individualismo. En un reciente encuentro en el barrio de La Torre de Valencia, afectado por la inundación, Aniuska nos comentó que “ahora los vecinos estamos más unidos, sabemos que contamos los unos con los otros”.
