No es para “desbloquear” el gobierno, es para garantizar los recortes

¿Remodelando el bipartidismo?

“Con el bipartidismo, no se habrían repetido elecciones”. Bajo diferentes formas, este es un nuevo “mantra” que escuchamos repetir con mayor insistencia. Denostando los defectos de “la fragmentación del voto” y añorando una reedición de un “bipartidismo imperfecto” como antídoto frente al bloqueo político.

Detrás de estas ideas no está la voluntad de “garantizar la formación de gobierno” ni “desbloquear la situación”. La repiten los mismos que nos condujeron a nuevas elecciones vetando cualquier posibilidad de un gobierno de progreso. Lo que sí está en juego es crear las condiciones para garantizar un gobierno que no cuestione los viejos recortes, y esté dispuesto a aplicar otros nuevos.

Las pistas se acumulan, en una misma dirección política.

En el “Foro La Toja Vínculo Atlántico”, Felipe González y Mariano Rajoy abogaron por “facilitar un Gobierno estable”, “si es posible con mayoría”, apelando incluso a “coaliciones incómodas” que puedan “pactar temas de Estado”.

Quieren garantizar un gobierno que no cuestione los viejos recortes, y esté dispuesto a aplicar nuevos

Apelando tanto a PSOE como a PP, el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoó, ha defendido que “el candidato que gane las elecciones proponga una gran coalición para evitar el bloqueo”. Añadiendo que “en un momento como éste, donde hay que enfrentarse a un movimiento territorial disgregador, lo que hace falta es concentración política”.

El líder de Ciudadanos, Albert Rivera, que se presentó a las generales de abril con el lema “stop Sánchez”, llama ahora a un Acuerdo Nacional entre PP, PSOE y su partido. Mostrando incluso la disponibilidad de que si la suma con el PP no da para gobernar, estaría dispuesto a pactar con el PSOE.

Y, como colofón, el presidente del CIS, José Félix Tezanos, utiliza su revista “Temas”, para publicar un artículo titulado “¿Cómo salir de los bloqueos políticos?”, en el que, bajo la bandera de “reaccionar con pragmatismo y sentido de la utilidad del voto, concentrándolos en aquellos partidos que hoy por hoy pueden gobernar”, echa un capote al bipartidismo.

¿Qué está pasando? ¿Realmente corremos el peligro de volver al bipartidismo? ¿Son reales las apelaciones a una “gran coalición” entre PSOE y PP?

Aunque no es posible volver a una situación donde la suma de los primeros partidos concentraba el 80% del voto, sí se potencia un fortalecimiento tanto del PSOE como del PP.

Después de tocar un suelo impensable de 66 escaños en abril, el PP recibió “oxígeno político” conquistando importantes gobiernos autonómicos y municipales. Y, a pesar de que no alcanzaría los 100 escaños, es el partido que más crece en las encuestas.

Mientras Ciudadanos asiste a una sangría jaleada en todos los medios. Parece necesario que el partido de Rivera se desangre para fortalecer al PP, una pata derecha mucho más sólida para este nuevo “bipartidismo imperfecto”.

Y, aunque algunas encuestas llegan a darle una ligera pérdida respecto a los resultados de abril, el PSOE ampliaría su ventaja frente a Unidas Podemos, que deberá repartirse parte de su electorado con Más País.

En España no es posible una “gran coalición” al estilo alemán, donde conservadores y socialistas gobiernan juntos. Pero sí diversas formas de colaboración entre PSOE y PP. Que ya se ensayaron en 2016, propiciando la abstención socialista para facilitar la investidura de Rajoy. 

Lo que se busca con ello no es “acabar con el bloqueo político”, sino crear las condiciones para un “gobierno estable y moderado”, sin riesgos de que la influencia popular cuestione las políticas de recortes, o no permita avanzar más en ellas.

Esta es la razón de que se culpe ahora al “multipartidismo” del bloqueo político. La implosión del bipartidismo provocó que la influencia popular de una mayoría social progresista, enfrentada a los recortes, aumentara y llegara incluso a condicionar gobiernos. Impedirlo es el objetivo del “bipartidismo imperfecto”. Con el único objetivo de continuar imponiéndonos el peso de los recortes.