En el intrincado rompecabezas del Brexit, los pasos atrás de la primera ministra británica Theresa May ya no son ninguna novedad. Pero cada retroceso ofrece peores perspectivas. Para evitar una grave crisis en su gobierno -tres ministros estaban amenazando con romper la disciplina- May ha anunciado que, dada la falta de acuerdo en el Parlamento, solicitará a Bruselas una prórroga en la fecha de salida de Reino Unido de la UE.
Una decisión que destruye su principal arma negociadora ante las autoridades comunitarias, y que da a la oposición laborista nuevos aires. Unos laboristas que, tras meses de indefinición calculada, ya se han decantado: exigirán un segundo referéndum sobre el Brexit, para apoyar la permanencia.
Theresa May se resistía a tomar esta decisión, pero como tantas veces en este interminable culebrón, ha tenido que tragarse sus anteriores declaraciones. Ante la posibilidad de que expirara la fecha límite fijada por Bruselas y que Londres tuviera que afrontar una salida sin acuerdo de la UE, que hubiera tenido nefastas consecuencias legales y económicas para el país, tres de sus principales ministros -David Gauke, ministro de Justicia; Amber Rudd, ministra de Trabajo y Pensiones; y Greg Clark, ministro de Negocios- habían amenazado por carta con romper la disciplina de voto en el Parlamento, algo que hubiera abocado a una profunda crisis en un gobierno que no está para más sobresaltos.
Así que May ha puesto la marcha atrás y ha solicitado a Bruselas una extensión breve y limitada del artículo 50 del Tratado de Roma, la cláusula que activó Reino Unido para comenzar el proceso de desenganche de las instituciones comunitarias. Una extensión de la fecha del Brexit que debe ser -exige May- «limitada y breve», o de lo contrario (si se extiende más allá de finales de junio) obligaría a Reino Unido al numerito de tener que participar en las elecciones europeas.
Downing Street tiene ahora más tiempo, pero no necesariamente mejores perspectivas en este laberinto. Sus oponentes del Partido Laborista están robándole cada vez más la iniciativa política. Su líder, Jeremy Corbyn, ha anunciado finalmente que los laboristas exigirán que se celebre un segundo referéndum sobre el Brexit en Reino Unido, una postura que cada vez tiene más adeptos en el país; y una segunda votación que tendría muchos números de -visto lo visto estos meses, y dado el hastío de grandes sectores de la sociedad británica con el lío interminable del Brexit- salir con el resultado contrario: un Bremain (un «quedarse», de ‘Britain’ y ‘remain’).
No pocos piensan que solo ese segundo referéndum puede ser la espada de Alejandro contra este endemoniado nudo gordiano. Pero al otro lado del Atlántico, la Casa Blanca trabaja en la dirección opuesta. A Trump -y a sus acólitos en Reino Unido, como Boris Johnson- le interesa un «divorcio duro» con la UE que eche a la isla en brazos de un acuerdo comercial bilateral con EEUU.
Veremos como continúa el siguiente capítulo de esta interminable serie de enredos…