La crisis está teniendo múltiples «efectos colaterales». Si Sarkozy propuso pomposamente «la refundación del capitalismo», ahora es la dirección de IU quien está impulsando un «proceso de refundación de la izquierda alternativa, transformadora y anticapitalista». Según la formación presidida por Cayo Lara, el objetivo del proceso -en el que se pretende involucrar a «activistas sociales, sindicales, culturales y otros agentes de cambio», es «construir un foco de poder ciudadano con capacidad para conquistar una salida emancipatoria a la actual crisis del capitalismo». Desde algunos sectores se insiste en la necesidad de «repensar la izquierda». ¿Pero en qué dirección? ¿Cuáles son los objetivos a conquistar? ¿Qué significa «una salida emancipatoria a la crisis»?
¿El enemigo es el “caitalismo neoliberal”? ¿Dónde está el norte? El norte escogido determina por donde tienes que caminar. El objetivo último a conquistar es lo que da carácter a un programa. Y dentro del maremágnum de propuestas para “refundar la izquierda”, todos coinciden en una cosa: en situar “el capitalismo neoliberal” como el auténtico blanco a combatir.Enrique de Santiago, dirigente del PCE responsable del proceso de debate que culminará en una Asamblea Federal de Refundación, define el enemigo a combatir como “un neoliberalismo que es todo un modo de civilización cuyas propuestas son la negación de los pilares más sólidos de la arquitectura de la izquierda”.Y Jaime Pastor, antiguo dirigente de la LCR y hoy cercano a Izquierda Anticapitalista, insiste en la necesidad de “dar credibilidad a un proyecto alternativo frente al modelo civilizatorio dominante”, identificado bajo la palabra “neoliberalismo”. Por neoliberalismo se entienden las doctrinas económicas inspiradas por los gobiernos de Reagan o los Bush, padre e hijo, convertidas en paradigmas de la derecha durante varias décadas.Hablamos de las privatizaciones, el recorte de gasto social, la “liberalización económica”…Al hablar de la actual crisis, muchas voces en el seno de la izquierda responsabilizan de su estallido a “los excesos del capital especulativo” y a “los desmanes de las políticas desreguladoras del neoliberalismo”. Y demandan poner coto a los abusos y excesos del capital altamente especulativo, a través de una rigurosa regulación bajo control público.¿Pero entonces qué tiene que combatir la izquierda, la explotación capitalista o “los excesos del neoliberalismo”?Al cargar las tintas contra “el capitalismo neoliberal”, causante de todos los estragos, se desliza la idea de que puede existir un “capitalismo civilizado” con el cual la izquierda puede convivir.Al denunciar machaconamente “los excesos y abusos” de ese “capitalismo neoliberal” parece que puede existir “una explotación sostenible”, si es que conseguimos que “el capital no cometa abusos”.Al exigir en primer lugar “un control público que ponga coto a los excesos del neoliberalismo” se esta colocando como objetivo, no la transformación real del mundo, sino simplemente un conjunto de reformas que hagan más suave la explotación capitalista.Cuando se coloca adjetivos -neoliberal, especulativo…- al capitalismo “malo”, se da a entender que puede existir un capitalismo, sino bueno si “menos malo”.La naturaleza del capitalismo es la de maximizar su ganancia para revalorizar el capital al mayor ritmo posible. Y eso sólo puede hacerlo a través de la explotación de la fuerza de trabajo.Marx ya llamaba a los sindicatos a “en lugar del lema conservador de: «¡Un salario justo por una jornada de trabajo justa!», deberían inscribir en su bandera esta consigna revolucionaria: «¡Abolición del sistema de trabajo asalariado!» Volvemos a estar en las mismas, solo que en un escalón muchísimo más bajo. La posible elevación del salario no excluye el antagonismo que entraña el mismo trabajo asalariado, condenado a agigantar el capital, y su dominio sobre el trabajo.La posible sustitución de una “gestión neoliberal” por una “gestión socialdemócrata” es sólo eso, dos formas de gestionar el capitalismo que las grandes burguesías tienen siempre en la baraja para utilizar a conveniencia.El problema es que buena parte de la izquierda utiliza la etiqueta “anticapitalista” pero ha renunciado a combatir de raíz la explotación capitalista. Conduciendo a los revolucionarios a luchar por “un capitalismo más justo”, que no es sino una forma de legitimar la explotación cuando éste se realiza “sin excesos ni abusos”. ¿Una ensalada surtida de reivindicaciones sin cuestionar la piedra angular del capitalismo? ¿En qué consiste la “emancipación”? En el documento para la refundación de la izquierda presentado a debate por IU, se señala el objetivo de “alcanzar una salida emancipatoria a la actual crisis del capitalismo”.¿Pero en qué consiste la “emancipación”?En el mismo documento se llama a “no definir a priori lo que es la izquierda (…) La izquierda no incluye sólo el anticapitalismo más explícito frente al reformismo transformador (…) debe incluir las aportaciones de la lucha ecologista, feminista, antimilitarista… (…) Es todo eso junto pero bien encajado”.Jaime Pastor, antes en IU, ahora integrado en Izquierda Anticapitalista, considera que “uno de los lastres” para refundar la izquierda es “la tendencia a concebir el socialismo como la mera resolución de la contradicción capital-trabajo considerando como “secundarias” otras contradicciones y formas de dominación y opresión, como las que tienen que ver con las mujeres, la naturaleza, las naciones, las etnias y los pueblos”.Aquí aparece con claridad el programa para esta “izquierda refundada”. Considerar, como hace el marxismo, que la contradicción principal en el capitalismo es la apropiación espúrea de millones de horas de vida y de trabajo -la plusvalía- por parte del capital, y como, sobre ese robo legalizado, se construye el dominio político de la burguesía, es “dogmático”, un “lastre para la refundación de la izquierda”. Por el contrario, ellos proponen una “ensalada surtida” donde todas las reivindicaciones se unen y superponen sin orden ni concierto. Abandonado el objetivo histórico por el que ha luchado el proletariado -acabar con la explotación capitalista- los “actualizadores del marxismo” sitúan el norte en “la lucha por la igualdad” o el combate “a todas las injerencias del capitalismo”. ¿Qué “injerencias del capitalismo” hay que combatir? Todas, sin jerarquía, orden ni concierto. Lo mismo da si se trata de la lucha por mejoras salariales, contra el maltrato a los animales, contra la energía nuclear, por el carril-bici,… Todo está a mismo nivel para ellos, todo entra en el mismo “saco de reivindicaciones” que constituye su programa máximo de lucha. Programa que recoge y en el que caben cientos de “causas”: todo aquello que luche contra todas las manifestaciones del capitalismo, contra todas sus injerencias. En eso consiste para ellos la contradicción principal del capitalismo: en que es una injerencia permanente contra los intereses y los deseos de las personas. En consecuencia, luchar contra la explotación capitalista es levantar ese saco de reivindicaciones que se dirigen contra todas las manifestaciones de la opresión y la explotación. Este es el contenido de las “nuevas teorías” sobre la “refundación de la izquierda”, que confunden y desorientan a muchos luchadores y revolucionarios, orientando su energía hacia el combate a las manifestaciones más externas de la opresión, dejando intacto, sin cuestionar, el corazón de la explotación capitalista. El marxismo y la “refundación de la izquierda” ¿Refundar o renunciar? Los teóricos de la “refundación de la izquierda” coinciden en una cosa: el marxismo está obsoleto, es una más de las fuentes del pensamiento progresista pero es ya incapaz de explicar por sí mismo el mundo del siglo XXI. Seguir “aferrándose” al marxismo como la teoría necesaria para transformar el mundo es parte ellos “un ejemplo de dogmatismo”. Bajo esta bandera “antidogmática”, nos venden que “ya no es posible hablar de la plusvalía o la explotación capitalista como en el Manchester del siglo XIX”. Para ellos, el capitalismo “ha cambiado”, y es necesario “actualizar el marxismo”.No es nada nueva esa acusación de “dogmatismo” hacia el marxismo. Lenin se reía de ella hace 100 años, en su combate contra el revisionismo socialdemócrata, que llamaba a “actualizar el marxismo” para subvertir su contenido: “Sabemos que se nos echarán encima: gritarán que queremos convertir el partido socialista en una orden de "ortodoxos" que persiguen a los "herejes" por su apostasía del "dogma" (…) ¿Qué aportaron de nuevo a esta teoría aquellos bulliciosos "renovadores", que tanto ruido han levantado en nuestros días? ,Absolutamente nada : no impulsaron ni un paso la ciencia que nos legaron, con la indicación de desarrollarla, Marx y Engels; no enseñaron al proletariado ningún nuevo método de lucha; no hicieron más que replegarse, recogiendo fragmentos de teorías atrasadas y predicando al proletariado, en lugar de la doctrina de la lucha, la de las concesiones a los enemigos más encarnizados del proletariado, a los gobiernos y partidos burgueses”.Sólo la teoría marxista, el materialismo histórico -construido desde el punto de vista del materialismo filosófico- desvela la explotación capitalista y el antagonismo que entraña, proporcionando al proletariado la conciencia de cuales son sus objetivos históricos como clase (acabar con la explotación y la opresión, y tomar el poder político destruyendo el Estado burgués) y permitiéndole organizarse de forma independiente -en un partido comunista que parta del marxismo- para conquistarlos.Por eso la burguesía, la ideología burguesa en el seno del movimiento obrero, siempre centra sus ataques sobre el marxismo. Consideran “dogmático” que el marxismo sea la teoría revolucionaria del proletariado ( afirman que“hay otros movimientos emancipadores que han contribuido a construir un mundo mejor”). Quieren privar al proletariado y a los pueblos de la única herramienta de transformación que nos puede permitir conquistar nuestros objetivos históricos como clase.