Redistribuir la Riqueza para atajar el empobrecimiento del 90%

Redistribuir la riqueza: una necesidad ineludible

Ante un atraco monopolista que no deja de "inflar la inflación", redistribuir la riqueza -es decir, detraer una parte sustancial de los indecentes beneficios de bancos, monopolios y capital extranjero, para poder invertirlos en crear nueva riqueza y en las necesidades del país y del pueblo- se hace cada vez más urgente, imprescindible... e ineludible.

Cuando seguimos la actualidad en los principales medios de comunicación suelen encadenarse dos tipos de noticias que son las dos caras de una misma moneda.

Primero nos enteramos de que los grandes bancos, las principales petroleras o las mayores eléctricas han alcanzado un nuevo récord de beneficios, ganando a pesar de la crisis un 20%, un 30% o un 50% más que el año anterior.

E inmediatamente, tras anunciar una nueva subida del precio de la luz, la gasolina o los alimentos que da un bocado a nuestros bolsillos, se nos informa acerca de cómo podemos ahorrar en la cesta de la compra, alimentarnos con una comida de un solo plato o aprender “trucos para rebajar la factura de la luz”.

Más de 13 millones de trabajadores están en riesgo de caer en la pobreza o la exclusión social, cientos de miles de pymes y autónomos están al borde de la quiebra…. Mientras bancos, monopolios y multinacionales nos presentan una cuenta de resultados cada vez mas abultada.

Una realidad que todos sufrimos, y que está incubando un malestar y una indignación social de imprevisibles consecuencias.

Afrontarla es una necesidad ineludible. Y solo existe un camino posible para ello: Redistribuir la Riqueza. Sin recortar los escandalosos beneficios de una ínfima minoría el único destino posible para la mayoría de la sociedad será empobrecernos.

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Las dos caras del “escudo social”

El gobierno de coalición de izquierdas ha aprobado, bajo el nombre general de “escudo social”, una batería de medidas para “proteger a los más vulnerables” tanto de los efectos de la pandemia como de la actual escalada de precios.

Apoyamos todas las medidas que este gobierno ha tomado y que benefician a las clases populares. Desde el “tope al gas”, que ha permitido rebajar la factura de la luz, a la subida de impuestos a bancos y eléctricas; desde el incremento de las ayudas sociales a la actualización de las pensiones en función del IPC o las sucesivas subidas del salario mínimo.

Pero a pesar de ser medidas justas y necesarias, de las que se han beneficiado sectores de nuestro pueblo cuyo sufrimiento habría sido mayor sin ellas, el “escudo social” ha revelado también límites y carencias.

Apoyamos todas las medidas que este gobierno ha tomado y que benefician a las clases populares

La primera de ellas es sí las ayudas llegan de verdad a quien más lo necesita. Un reciente informe de la AIREF (la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal) desvela que las doce principales medidas tomadas para combatir los efectos de la inflación -y cuyo coste se eleva a 18.000 millones de euros- están favoreciendo mas a las rentas altas que a las familias de rentas más bajas. Por sus mismas condiciones sociales y económicas, quienes están en una situación de mayor vulnerabilidad tienen más dificultad para beneficiarse de medidas como la bonificación de 20 céntimos por litro de combustible o los bonos gratuitos en los transportes públicos.

Pero, con ser importante, este no es el principal problema. El “escudo social” ha reducido el daño pero no ha evitado que la mayoría de la población nos empobrezcamos.

Mientras se anuncian perspectivas sombrías para trabajadores, pensionistas, pymes o autónomos, los grandes grupos no paran de incrementar sus beneficios

El informe presentado por la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social constata que sin las medidas del “escudo social” un millón y medio más de personas habrían caído en la pobreza. Pero evidencia también que a pesar de ello ha aumentado, hasta alcanzar a más de 13 millones de personas, la parte de la población que está en riesgo de pobreza.

Se han encadenado sucesivos incrementos del salario mínimo, pasando en los últimos cuatro años de 735 euros a 1.000, en la perspectiva de una nueva subida que lo sitúe en 1.100 euros. Pero eso no ha evitado que España sea, solo por detrás de Grecia, el país europeo donde los salarios han perdido más poder adquisitivo.

Para que unos pocos se enriquezcan, la mayoría debemos empobrecernos

La inflación disparada no perjudica a todos por igual. Es más algunos salen beneficiados.

El Banco de España ha desvelado que los beneficios de las grandes empresas no solo no se han reducido sino que aumentaron en el primer semestre del año… un 84,6%.

El margen de beneficio de las refinerías de Repsol se ha triplicado. Las grandes eléctricas han aumentado en el último año su margen de ganancias un 60,4%, y la gran banca un 25,7%.

La subida de la luz y la gasolina, o el aumento de las cuotas a pagar en hipotecas y préstamos por el incremento de los tipos de interés, recorta el poder adquisitivo de la mayoría… mientras enriquece a una ínfima minoría.

Mientras se anuncian perspectivas sombrías para trabajadores, pensionistas, pymes o autónomos, los grandes grupos no paran de incrementar sus beneficios. La gran banca ha ganado entre enero y septiembre de 2022 un 31% más que en el mismo periodo del año pasado. Y el Banco de Santander casi ha duplicado sus ganancias en España. Gracias al encarecimiento de la luz y los combustibles, los beneficios de Iberdrola se han disparado un 29% y los de Repsol un 66%.

Una ausencia estructural

La única política que puede atajar la devaluación del nivel de vida de la mayoría es una basada en la Redistribución de la Riqueza. Lo que implica recortar los beneficios cada vez mayores de bancos, eléctricas o petroleras.

Desde el gobierno y algunos sectores de la izquierda se nos plantea que la alternativa para evitar que la alta inflación empobrezca a la mayoría es aumentar las ayudas sociales con cargo a los presupuestos del Estado.

Respaldamos todas las ayudas sociales que se han aprobado. Y exigimos que se incrementen, para garantizar que de verdad “nadie va a quedarse atrás”.

Pero esta no puede ser la alternativa. Mientras bancos, monopolios y multinacionales sigan aumentando sus ganancias a costa de la mayoría, no habrá ·”escudo social” capaz de evitar un mayor empobrecimiento.

La única política que puede atajar la devaluación del nivel de vida de la mayoría es una basada en la Redistribución de la Riqueza. Lo que implica recortar los beneficios cada vez mayores que bancos, eléctricas, petroleras, presentan en un momento donde se anuncia una recesión.

Si no se sigue una línea de Redistribución de la Riqueza, por muchas ayudas sociales que se aprueben se incrementará el empobrecimiento de la mayoría y aumentará la indignación social

-Hay que imponer un impuesto del 50% a los beneficios de bancos, monopolios y capital extranjero. Que quien gana mucho más pague mucho más. Y las grandes fortunas deben pagar un IRPF del 70%.

-Hay que cuestionar el atraco de eléctricas, petroleras, bancos o gigantes de la alimentación, Acabando con un sistema de fijación de precios de la luz que permite a las eléctricas imponernos un sobreprecio que multiplica sus beneficios a nuestra costa. Impidiendo que la gran banca nos imponga comisiones abusivas o suba de golpe un 35% las hipotecas. Y evitando que monopolios de la alimentación dicten precios abusivos.

-Hay que garantizar el poder adquisitivo de salarios y pensiones. Garantizando subidas salariales equiparables a la inflación. Y blindando las pensiones en la Constitución, para que nadie puede nunca recortarlas o privatizarlas.

Si no se sigue una línea de Redistribución de la Riqueza, por muchas ayudas sociales que se aprueben se incrementará el empobrecimiento de la mayoría y aumentará la indignación social.