El primer rescate a Grecia, en mayo del pasado año, marcó el pistoletazo de salida para una oleada de ataques masivos contra los intereses del 90% de la población de los llamados PIGS (cerdos en inglés), el conjunto de países más dependientes de las grandes potencias de la zona euro. En torno al segundo rescate de Grecia que estamos viviendo estos días se está articulando una nueva fase.
En ella, Washington y Berlín auestan por aumentar todavía más el saqueo sobre los países que dominan, condenando a un empobrecimiento aún mayor a quienes ya hemos sufrido este año una rebaja de nuestros salarios e ingresos y un recorte de derechos laborales y sociales como no habíamos conocido en los últimos 60 años. Quieren hacernos creer que todo esto es fruto de que durante años hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, endeudándonos tan excesivamente que ahora nuestros acreedores no nos prestan si no se aplican estas medidas. Todo esto es una gran mentira con la que tratan de confundirnos. La única verdad es que EEUU, con una deuda pública superior al 600% de su PIB, es el origen y el centro nuclear desde donde se expande la crisis. La deuda pública española es del 60% del PIB y sin embargo nos vemos obligados a pagar unos intereses el doble que Alemania o cuatro veces más que los de EEUU. Si a la deuda pública norteamericana se le exigiera unos intereses iguales, no ya a los de Grecia (en torno al 20%), sino a los de España (alrededor del 5,5%), no tardaría ni una semana en declararse en quiebra. Es justamente para evitar esto, para rescatarles a ellos, por lo que nos condenan a nosotros a empobrecernos. En el último año y medio, los intereses que debemos pagar por la deuda pública han aumentado en 280 puntos básicos. Y cada 100 puntos básicos supone que debemos pagar 16.000 millones de euros extras cada año. Es decir, en 2011 pagaremos 40.000 millones de euros de más por los intereses de la deuda pública que en 2009. Y el grueso de ese aumento se va hacia los grandes centros financieros mundiales que controlan el 56% de nuestra deuda pública. Somos nosotros, con nuestros salarios y rentas, los que les estamos rescatando a ellos. Que no nos confundan. Sí hay alternativa Los mismos que nos imponen y se benefician de este saqueo dicen que no hay otra alternativa. Nadie debe creerles lo más mínimo. Claro que sí hay alternativa, claro que sí se puede desarrollar otra política para salir de la crisis en beneficio de la mayoría. España dispone de recursos más que sobrados para ello. ¿Cómo se explica si no las decenas de miles de millones de euros que la banca extranjera se está llevando cada año de más con sólo aumentar los intereses de nuestra deuda pública y privada? ¿Cómo se entiende que los grandes monopolios del IBEX-35 obtengan cada año beneficios multimillonarios, que multinacionales como Ford proyecten grandes inversiones en nuestro país o que los fondos de inversión norteamericanos estén ansiosos con quedarse con una parte del sistema financiero? No falta riqueza, lo que se está produciendo es una distribución cada vez más desigual, en la que unos pocos son cada vez más ricos a costa de empobrecernos a todos los demás. Para salir de la crisis y acabar con el paro, lo que necesitamos, justamente, es redistribuir esa riqueza para activar la demanda y el consumo, ampliar y extender el mercado interno, favoreciendo así una inversión productiva capaz de generar nueva riqueza y empleo. Diez categorías Una redistribución de la riqueza basada en tres grandes ejes. En primer lugar una nueva escala salarial distribuida en 10 categorías. Que nadie cobre por debajo de 1.000 euros mensuales, y nadie por encima de 10.000. El último informe del Instituto Nacional de Estadística confirma que, en 2009, el 62% de la población asalariada cobraba ya sueldos por debajo de los 1.000 euros mensuales. En estos dos últimos años, de los que no existen datos oficiales, la rebaja salarial ha sido todavía peor. Y ello por no hablar de los millones de parados con subsidios de poco más de 400 euros mensuales o los millones de jubilados con pensiones de miseria. Mientras por el otro lado, los sueldos de los altos directivos han aumentado desde que estalló la crisis un 36%. Y algunos de ellos disfrutan de salarios anuales de 10 millones de euros y fondos personales de pensiones de 50, 60 o 90 millones de euros. Aplicar esta escala salarial de un mínimo de 1.000 y un máximo de 10.000 euros mensuales, no sólo multiplicaría la capacidad de consumo de la mayoría de los asalariados, sino que liberaría una enorme cantidad de recursos –que hoy se los apropian unos cuantos– para invertir productivamente y crear empleo. En segundo lugar es absolutamente necesaria una reforma fiscal progresiva, basada también en una escala del 0 al 9, donde se potencie el ahorro de las rentas más bajas con un 0% de impuestos y se grave, hasta con un 90%, las rentas de las grandes fortunas. Recientemente hemos sabido que al hermano de Emilio Botín, Jaime, presidente de Bankinter y miembro del clan oligárquico más poderoso de España la declaración de la renta personal de 2009 le salió… a devolver. ¿Cabe mayor burla? ¿Cómo que hay que volver a subir el IVA, un impuesto profundamente injusto y regresivo que pagan por igual una viuda con una pensión de 400 euros al mes, un parado y el señor Botín? Con una reforma fiscal progresiva, no sólo no es necesario subir el IVA, sino que se debe bajar, liberando así recursos de la inmensa mayoría de la población para el consumo y el ahorro. En tercer lugar, es necesario un nuevo impuesto de sociedades también del 0 a 90%, donde pague más quien más beneficios tenga de acuerdo con su capital. Y en el que la reinversión de beneficios en inversión productiva esté fiscalmente favorecida. Hoy en nuestro país el impuesto de sociedades está teóricamente en el 30%, pero en la práctica la recaudación apenas llega al 12% de los beneficios empresariales. La razón es que mientras autónomos y pymes sí se ven obligados a tributar al 30%, bancos, monopolios y multinacionales dispones de batallones de equipos jurídicos y decenas de leyes favorables que les permiten tal cantidad de exenciones fiscales que acaban pagando cada año apenas una tercera parte de lo que deberían pagar. ¡Y son ellos los que más gritan exigiendo una rebaja en el impuesto de sociedades! Por último, es necesario ahorrar en un 30% los gastos del Estado. Pero no, por supuesto, recortando gastos sociales como educación sanidad, pensiones, dependencia o ayudas familiares. Sino cortando de raíz, además del despilfarro de la clase política, todas las disposiciones y medidas que acaban convirtiéndose en disfrazadas ayudas y subvenciones de decenas de miles de millones de dinero público a bancos y monopolios, como el rescate bancario o las primas a las eléctricas. En busca de alternativa El 15-M, al sacar a la luz el enorme rechazo que existe entre nuestro pueblo a la rebaja de salarios y rentas, ha creado nuevas y mucho mas favorables condiciones a que este programa de redistribución de la riqueza se abra paso y prenda entre amplios sectores de la población. Washington y Berlín han apretado las tuercas y el rechazo se ha hecho visible, ha emergido y ha empezado a buscar una alternativa. Ante nuestro país y nuestro pueblo se abren dos caminos. O seguir el camino de saqueo y empobrecimiento del 90% de la población impuesto por el FMI y Bruselas y fielmente ejecutado por Zapatero hoy (y mañana por Rajoy), o dotarnos de la fuerza política necesaria para imponer una política económica autónoma de redistribución de la riqueza, el único camino para crear empelo y salir de la crisis en beneficio de la mayoría. La cuenta atrás ha comenzado. De cada luchador obrero y popular, de cada persona consciente de lo que nos estamos jugando depende que avancemos, o no, en uno u otro camino.