Gonzalo Suárez

Recordando a Berlanga

Paso or la vida sin sentirse nunca sometido. No se doblegó ante imposiciones o gustos de una época, llevó a cabo su obra y su vida con la coherencia que la obra y la vida requiere. Paso por la vida sin sentirse nunca sometido. No se doblegó ante imposiciones o gustos de una época, llevó a cabo su obra y su vida con la coherencia que la obra y la vida requiere. Por supuesto, la libertad de Berlanga prevalece a través del tiempo y sus películas siguen siendo vigentes porque, aparte de coyunturas políticas, es un cine lleno de talento que no depende sólo de su oportunidad crítica. Pasó por la vida a su manera, sin concesiones. (…) Fue un generoso defensor del cine español y no siempre fue tratado con la misma generosidad en el extranjero ni en su propio país. De él aprendía a no perder el humor ni el bueno ni el malo. Prefiero no destacar fragmentos ni películas y quedarme con la actitud, lúcida y amarga, que se desprende de todas ellas, incluso de las más amables y aparentemente inocuas como “Calabuig”. Pero quiero aprovechar la ocasión para poner de relieve que, tanto en los temas como en los argumentos, no podemos olvidar a Rafael Azcona. Berlanga y Azcona han formado un tándem genial y, después de muertos, siguen compartiendo los méritos de unas películas que están para siempre en la historia del cine. Frecuentemente olvidamos que tras una película hay siempre una pieza literaria que se llama guión.