«Si Estados Unidos aumenta las tasas de interés causa estragos en otros países.» En estos términos arrancaba hace unos días un artículo publicado en el periódico New York Times. Modificar el precio del dólar, variando los tipos de interés, es un arma del que dispone la Reserva Federal de EEUU. Y está disparándolo con cañonazos.
Norteamérica, también afectada por una alta inflación, fue la primera en subir los tipos de interés (el precio al que la Reserva Federal Central pone dólares a disposición de los bancos): hasta un 2,25% en julio, y ahora vuelve a elevarlos hasta el 3%.
Las decisiones políticas y económicas de Washington como cabeza de la cadena imperialista tienen inmediata repercusión en todo el Planeta.
«Estos aumentos de las tasas de interés inflan el valor del dólar (la moneda de referencia para gran parte del comercio y las transacciones del mundo). Estados Unidos es una superpotencia con la mayor economía del mundo (…) cuando se trata de las finanzas y el comercio mundial, su influencia es descomunal», continuaba el artículo.
Enriquecer a sus bancos
La inflación también hace disminuir las ganancias bancarias. Pero la subida de los tipos de interés se lo compensa. Suben los intereses de los préstamos, y las hipotecas firmadas a interés variable por los norteamericanos, y así los Bancos elevan su tasa de ganancia. Si el precio de su moneda sube como lo está haciendo consiguen incrementar su rentabilidad por encima de lo que puedieran devaluarse sus beneficios con la inflación.
Internamente sus ciudadanos verán encarecerse los préstamos e hipotecas, pero la posición preponderante de su moneda en el mundo les permite amortiguar esto con el abaratamiento de los bienes de consumo que importan.
Las cosechas, los minerales, el petróleo, el gas,… cotizan en dólares al comprarse y venderse en el mercado mundial.
«Los compradores estadounidenses, se benefician de la ganga. El año pasado, una lata de té importada del Reino Unido costaba 16,44 dólares, y hoy cuesta 13,03 dólares. Una caja de bombones belgas ha pasado a costarles de 58,50 a 48,32 dólares. El abaratamiento de las importaciones ayuda a mantener la inflación estadounidense bajo control.»
Los problemas para los demás
Por contra en las demás naciones la subida del dólar alimenta la inflación al elevarse los precios de las importaciones. Según el Fondo Monetario Internacional el 40% de todos los intercambios mundiales se efectúan en dólares, aunque no impliquen en la operación a empresas norteamericanas.
Se desploma la libra de Reino Unido. Cede el euro, que llegó a valer lo mismo que el dólar este verano. Y hasta la moneda china cayó a su nivel más bajo en dos años…
La fortaleza del dólar sube el precio de importación de las materias primas, los alimentos, el combustible y los medicamentos. Y problemas de hambrunas ya se ciernen en algunos países de África.
La deuda externa
Para las naciones que tienen préstamos valorados en dólares, su deuda se incrementa exponencialmente según se eleva el valor de esta moneda. Argentina, Egipto y Kenia ya van camino de la suspensión de pagos.
En la década de los 80, los países de Iberoamérica encadenados con una enorme Deuda Externa contraída con organismos dependientes de EEUU (Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional) se vieron arruinados al subir Washington los tipos de interés.
El efecto fue y es un trasvase inmenso de capitales desde las arcas de las naciones dependientes hacia el centro del imperio. Y esto, que vale para las naciones, vale también para las grandes compañías privadas.
EEUU se fortalece así expoliando al resto de naciones: recaudará millones de dólares extra y aumentará la dependencia financiera de varias naciones respecto de su capital. Es su posición hegemónica lo que le permite a corto plazo traspasar parte de sus problemas al resto del Planeta; pero esta actuación es también la que empujará a cada vez más países a zafarse de su dominio.