Existe Wall Street, y existe el pueblo norteamericano. Los intereses de grandes corporaciones, o del Pentágono, intervienen en las elecciones, pero también una sociedad estadounidense cuyas motivaciones no difieren tanto de las que tenemos en cuenta en Barcelona, Madrid o Sevilla.
Hay quien mira con un desprecio elitista al pueblo norteamericano. Debemos dejar atrás esos prejuicios y quedaremos sorprendidos por las razones que han impulsado a los votantes norteamericanos a respaldar a uno u otro candidato.
160 millones. Este es el número de votantes en las elecciones norteamericanas. Es una cifra superior a la suma de todos los votantes en Alemania, Francia, Italia y Reino Unido. Son 23 millones de votantes más que hace cuatro años, y una participación del 67%. Para encontrar un porcentaje similar habría que retroceder hasta 1900.
Esta movilización se explica por la “marea anti-Trump”. Pero también se han movilizado los partidarios del candidato republicano.
Evidentemente, en EEUU la mayoría de votantes no son ejecutivos de Wall Street o generales del Pentágono, sino obreros del llamado “cinturón del óxido”, agricultores de la América rural, estudiantes, profesionales…
¿Por qué unos han votado por Biden… y otros por Trump?
El misterio de los “ hillbillies”
Tras cuatro años en la Casa Blanca, plagados de escándalos que han provocado un rechazo global, el apoyo a Trump en EEUU no solo no se ha erosionado… sino que ha obtenido 5,8 millones de votos más que en 2016.
Hay quien considera que todos los votantes republicanos son poco menos que un clon de Donald Trump. Desde esta posición algunos datos son incomprensibles. El presidente más racista y machista ha visto como su voto entre los afroamericanos aumentaba 4 puntos, y entre los hispanos se incrementaba cinco puntos, hasta el 34%.
¿Qué ocurre entre los norteamericanos blancos? El 64% de los “blancos sin estudios” -clase obrera y pueblo trabajador- han votado por Trump. Es casi el doble de los que han votado por Biden, un 35%.
Hay un término que explica este misterio: los “hillbilies”. Es la población blanca trabajadora, que desde los montes Apalaches buscó la prosperidad en las grandes industrias del llamado “cinturón del óxido”. Es utilizado de forma despectiva por las élites norteamericanas. Son sectores del pueblo trabajador maltratados y olvidados, empobrecidos por el cierre de industrias o las rebajas salariales. Y que culpan de sus problemas al stablishment político, del que los candidatos demócratas, Hillary Clinton o Joe Biden son representantes casi químicamente puros.
Creer que un votante republicano respalda todo el retrógrado programa que encarna Donald Trump es un error. Según las encuestas a pie de urna del New York Times -que ha pedido el voto para Biden- el principal motivo por el que un norteamericano ha votado a Trump es la economía, con un abrumador porcentaje del 82%. Trump ha bajado impuestos a bancos y monopolios, permitiéndoles multiplicar sus ganancias, pero antes de la irrupción de la pandemia había logrado reducir el paro al 3,5% -2,8%, técnicamente pleno empleo, entre los mayores de 24 años-. Las repatriaciones de empresas que ha supuesto el “America first” o las guerras comerciales, han creado empleos en EEUU.
Este es un dibujo mucho más complejo del votante de Trump, presentado demasiadas veces como un loco retrógrado al que solo mueven las “cuestiones culturales” más reaccionarias.
Sí hay una marea anti-Trump
El ajustado triunfo de Biden en el voto popular -2,7 puntos más que Trump, cuando las encuestas le auguraban una ventaja de 7 puntos- ha llevado a algunos a concluir que “no se ha levantado una marea contra Trump”.
No es verdad. Importantes sectores de la sociedad norteamericana se han movilizado contra el reaccionario programa que representa Trump. Por eso, y no por las simpatías que genera el candidato demócrata, Joe Biden va a ser, con más de 70 millones de votos, el candidato con más apoyo de toda la historia electoral en EEUU, superando a Obama.
La defensa de los derechos civiles y las libertades, profundamente arraigada en la sociedad norteamericana, ha jugado un papel clave. Desde el movimiento “Black Lives Matter” -”la vida de los negros importa”-, a un movimiento feminista que en los últimos años ha ganado fuerza, o el impulso de las organizaciones en defensa de los derechos de los inmigrantes. Votar por Biden era evitar que cuatro años más de Trump supusieran un inaguantable retroceso en cada uno de estos campos.
Los votantes de Biden se han visto impulsados también por la lucha contra el cambio climático. Frente al negacionismo climático de Trump, Biden ha prometido reincorporar a EEUU al Acuerdo del Clima de París.
O por cuestiones tan básicas como la sanidad. Trump pretendía suspender el “Obamacare”, el programa que no ofrecía una sanidad pública pero sí facilidades para acceder a seguros sanitarios. Biden ha prometido defenderlo y colocar en el 8,5% de los ingresos el tope a pagar por un seguro médico.
Una conjunción de factores que, por encima de un Joe Biden situado en el espectro más conservador del partido demócrata, han movilizado a decenas de millones de personas a votar por causas progresistas.
Esta es una primera radiografia del voto del pueblo norteamericano, cuyas motivaciones no coinciden con las de los grandes centros de poder de la superpotencia. Ni todos los votantes republicanos pueden identificarse con Trump, ni todos los votantes demócratas se sienten representados por un Joe Biden directamente vinculado -y en eso no se diferencia de Trump- a las élites más poderosas de la superpotencia.