La llegada de la compañía bananera a Macondo, relatada por García Márquez en Cien años de soledad, desencadenará el genocidio y la degradación de una prospera urbe del tercer mundo en una ciudad fantasma. India, China y Brasil también han sido dominadas por esas compañías durante siglos y bien saben las consecuencias que acarrea el imperialismo. Pero después de largas luchas por su independencia política, han recuperado su vitalidad y entre las ruinas… están construyendo rascacielos en Macondo.
Esta vez no son las grandes comañías extranjeras las que marcan el camino de India, China y Brasil sino sus propios intereses nacionales y entre las fabelas están apareciendo futuristas torres de vidrio, expresión de la cultura vernácula en un nuevo lenguaje propio. Tres arquitecturas que se enfrentan al colonialismo, por tres arquitectos que revelan el nuevo papel que juegan sus países en el orden mundial. Brasil Cuando Le Corbusier dijo del arquitecto Oscar Niemeyer, “tienes siempre en los ojos las montañas de Río”, estaba definiendo la nueva mirada brasileña. Esa mirada pertenecía a un pensamiento nacional propio y por primera vez iba a manifestarse artísticamente. Fue en el gigantesco proyecto de Brasilia donde el arquitecto de Río de Janeiro, junto al urbanista Lúcio Costa, debía erigir en medio de la selva la nueva capital. Para ello no daría la espalda a todo lo que su pueblo había construido durante siglos y bebiendo del movimiento moderno de Le Corbusier desarrolló una arquitectura propiamente brasileña, en desacuerdo con su pasado colonial. En pocos meses, Niemeyer diseñó decenas de edificios residenciales, comerciales y administrativos, mostrando una gran libertad plástica mediante el uso de hormigón armado, material cuya solución natural muchas veces es curvilínea. Formas orgánicas que utiliza el arquitecto brasileño durante todo su larga trayectoria y que sigue defendiendo:“no es el ángulo recto lo que me atrae, ni la recta, dura, inflexible creada por el hombre. Lo que me atrae es la curva libre y sensual, la curva que encuentro en las montañas de mi país, en el curso sinuoso de los ríos, en las olas del mar, en el cuerpo de la mujer preferida”. India En la ex colonia Inglesa destaca brillantemente el arquitecto Charles Correa por su enraizamiento en el contexto físico y espiritual del país asiático. Sus propuestas se caracterizan por una fuerte integración de lo sagrado en la arquitectura, y tratan de expresar una realidad más profunda que el mundo manifiesto en el que existen. El proyectista defiende que “la arquitectura prosaica que construimos hoy no se debe sólo a las formas que construimos, sino también a los mensajes mundanos que enviamos. Hemos descuidado el reino de lo sagrado eliminándolo de nuestras conciencias”. Ya en el museo de Gandhi, una de sus primeras obras, se podía ver el germen de lo sacro en su máximo exponente. Intentado expresar la espiritualidad del líder independentista indio generó un museo con una belleza austera y un magistral uso de la luz y la sombra, que como expresó en 1961 el primer ministro Nehru, había sido “construido sobre la comprensión de lo que es un lugar sagrado. No hay nada pretencioso. Es sencillo y maravilloso.” Además el edificio incorpora una herramienta que repetirá en muchos de sus posteriores proyectos, el sendero. En este recorrido capta la sensación de caminar por medio de un poblado indio. China Crítico con el desarrollo urbanístico chino, el paisajista Kongjian Yu, cree que el crecimiento no puede ser mediante una copia literal del modelo occidental, la república popularnecesita “desarrollar un sistema propio, una nueva lengua vernácula que exprese la relación entre la tierra y la gente”. Por ello sus propuestas se basan en la cultura del paisaje chino y en la teoría del Feng-shui, extensamente arraigada en China, tratando de generar un entorno en el que convivan naturaleza, humanidad y espiritualidad. Yu combina la práctica creadora con la enseñanza en Turenscape, un innovador modelo empresarial que aúna escuela de diseño y estudio paisajístico, fundiendo la teoría con la práxis. Busca, por un lado, acercar el paisaje natural a la población con sus múltiples parques, en los que combina plantas autóctonas y elementos rústicos con rutas quebradas y esculturas minimalistas en metal. Mientras, por otra parte, produce y financia un amplio abanico de publicaciones pedagógicas que permite promover tanto una nueva estética del paisaje urbano como una nueva generación de arquitectos del paisaje chino que busquen su propio camino en el diseño contemporáneo desde el contexto de la cultura china. Tres arquitectos, tres espíritus, tres países contra la dominación extranjera y la cultura importada. Puestos en pie, llevan décadas reclamando tener voz propia y manos libres para construir su propio futuro. Ese futuro ha llegado, y con él, los rascacielos dominan el skyline de Macondo.