La intervención del sistema financiero, primer paso para la intervención general del país, es una auténtica patada en la puerta del sistema financiero español que deja libre la entrada al capital extranjero.
Decía hace unos días un conocido diario digital, que el rescate de la banca española tenía como objetivo último “salvar a la banca extrajera… que tiene 1,2 billones de euros de exposición a España”. En cabeza la banca anglosajona, norteamericana e inglesa, con más de 500.000 millones de euros, el 40% del total; cuatro veces la exposición a Grecia de toda la banca internacional, lo que da una idea del volumen de intereses que estamos hablando.
Pero los objetivos del Imperio van mucho más lejos: no sólo quieren “salvarse”, quieren meter mano en el sistema financiero español, hacerse con una parte sustancial del mismo y ponerlo bajo su control.
Washington y Berlín están llevando acabo una voladura sistemática de todas las líneas de resistencia interpuestas por el gobierno de Rajoy y una parte de la oligarquía financiera española, que se resiste desde hace más de un siglo a perder el control de su coto financiero.
Empezaron imponiendo que el dinero del “rescate” lo pusiera el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) y que no se entregara directamente a los bancos sino a través del FROB. Una imposición que lleva implícito la aceptación de una serie de condiciones: el país intervenido no tiene derecho a voto en el FEEF, está obligado a aceptar el “control continuo” y aplicar sus exigencias; y sobre todo, está obligado a “abrir las puertas del mercado doméstico a accionistas o entradas de capital extranjero”.
Y ahora el FMI da la patada definitiva, estableciendo los ejes de la reforma financiera para sanear los bancos intervenidos y dejarlos en las mejores condiciones para ser comprados a precio de saldo. Desde Washington el FMI exige la división en tres grupos: los que “no necesitan apoyo”, los bancos “viables que necesitan apoyo” y los bancos “no viables” que, como dicen desde la UE deben ser liquidados, troceados y repartidos como “despojos”.
Han abierto la puerta y se disponen a entrar a saco y plantar sus banderas en las sedes centrales de históricas cajas de ahorros. ¿Acaso no existe otra alternativa?
Existe y sí es posible. Pero no está en las manos de la clase política prohegemonista, sino en las del 90% de la población.Frente a la intervención y la patada en la puerta, “nacionalización de toda la banca asistida con dinero público y creación de un banco público sin ánimo de lucro para reactivar el crédito, la inversión y el consumo.”