El escándalo de espionaje, conocido como “Pegasus”, el nombre del programa utilizado por intervenir teléfonos móviles, ha dado un giro de 180 grados con la revelación de que los móviles del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y de la ministra de Defensa, Margarita Robles, también habían sido infectados
Hay que investigar a fondo el escándalo Pegasus, esclareciendo quién está detrás de este “ataque externo”… frente a quienes pretenden ocultar la intervención exterior.
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Hasta ahora el foco se dirigía hacia el espionaje a 65 personalidades catalanas, pertenecientes a las élites del procés, incluyendo también a dos miembros de Bildu. Una operación que se habría prolongado hasta 2020, afectando por tanto al actual gobierno de coalición de izquierdas. Y que presentaba a Puigdemont y Otegi como “defensores de la democracia” frente a “un Estado español autoritario”.
Ahora, el plano ha cambiado radicalmente. Se ha revelado que los móviles del presidente, Pedro Sánchez, y de la ministra de Defensa, Margarita Robles, fueron espiados a través del programa Pegasus entre mayo y junio de 2021. No se descarta que otros miembros del gobierno, e incluso presidentes de comunidades autónomas, puedan haber sido también espiados.
El caso está ya en manos de la Audiencia Nacional, y ha sacudido la política española.
Lo más significativo es que, al revelar los hechos en una rueda de prensa extraordinaria, el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, afirmó que se trata de un ataque “ilegal y externo”. Como expresaron varios periodistas en la misma rueda de prensa, el calificativo “externo” abre de par en par la puerta a considerar que se había realizado desde un país extranjero.
¿Qué efectos está teniendo el escándalo Pegasus?
Ha sembrado inestabilidad política en un momento especialmente delicado, con la invasión rusa de Ucrania y la agudización de la crisis. Ha colocado en un brete al actual gobierno de coalición de izquierdas, justo cuando se presenta como una alternativa en avance la posibilidad de un gobierno del PP en el que, como ha sucedido en Castilla y León, se incluya Vox. Y el galope de Pegasus contribuye a degradar a España en la escena internacional. Nuestro país va a ser investigado en el parlamento europeo, en una comisión sobre Pegasus, colocándonos al lado de Polonia y Hungría, como ejemplos de “democracias defectuosas”.
¿Quién cabalga Pegasus? ¿Quién tiene capacidad para espiar al gobierno de una potencia media como España?
Esta es la pregunta crucial. A la que se están dando diversas respuestas, desde responsabilizar al “Estado profundo”, afirmando que los servicios de inteligencia actúan “por libre”, espiando al ejecutivo, hasta señalar como culpable a un país como Marruecos.
A algunos solo les interesa destacar que “España no es una democracia”, porque existe un “Estado profundo capaz de conspirar” contra todos. Contribuyendo así a la degradación de España. Ni una palabra sobre el “ataque externo”, sobre que una potencia extranjera espíe al gobierno español.
Pero Pegasus ha sido elaborado por una empresa israelí vinculada a los servicios de inteligencia, y su venta exige la autorización del Estado de Israel.
Sabemos que los únicos que podían atentar contra el Papa eran las superpotencias. Detrás del intento de asesinato a Juan Pablo II estaba el KGB soviético. Sabemos que los únicos que podían matar a un presidente norteamericano eran los aparatos de una superpotencia. Y detrás del asesinato de Kennedy estaba la CIA.
En 2013 se supo que la NSA norteamericana había pinchado los teléfonos de líderes alemanes, entre ellos el de Angela Merkel.
Hay que investigar a fondo el escándalo Pegasus, esclareciendo quién está detrás de este “ataque externo”… frente a quienes pretenden ocultar la intervención exterior.