La devaluación interna que vive la economía española desde al menos el año 2010 –intensificada durante los años posteriores– tiene ganadores y perdedores. Entre los ganadores están, lógicamente, las empresas exportadoras de bienes (sin contar los servicios). Y en particular las multinacionales, cuyo peso en los sectores más volcados a la exportación es sensiblemente mayor que las empresas locales. Todas ganan, pero unas más que otras. Un reciente estudio del BBVA estima que la participación del capital extranjero en las exportaciones españolas se sitúa en el 26,3%, con mayor presencia en los sectores más dinámicos. Por el contrario, únicamente el 3,1% son empresas ‘no exportadoras’.
Otro estudio dirigido por el profesor Rafael Myro y publicado por el Instituto de Estudios Económicos (IEE) ha estimado que las compañías internacionales explican alrededor del 28% de las exportaciones totales, incluyendo los servicios. Pero es que las manufacturas, más sensibles a la evolución de los salarios, explican nada menos que el 33% de todas las ventas al exterior.
Los datos más recientes del Ministerio de Industria muestran que en España hay establecidas casi 12.500 empresas de capital extranjero, que emplean a cerca de 1,25 millones de trabajadores, lo que supone aproximadamente un 7% del total nacional. De esas, el 16% son alemanas, con una facturación global de algo más de 75.500 millones de euros. En total, según la Cámara de Comercio de Alemania en España, unas 1.400 empresas con mayoría de capital germano dan empleo a más de 201.000 trabajadores de forma directa. Nada menos que el 7,3% del PIB de España lo producen las empresas teutonas.
Un dato acredita la importancia de los salarios y la devaluación interna para la estrategia de las multinacionales, como reflejan las encuestas de coyuntura. Los cuatro sectores en los que la presencia de capital extranjero es mayor, productos químicos, bienes de equipo, automóvil y manufacturas de consumo, representan nada menos que el 58,3% de las exportaciones españolas en 2014.
Se trata de algunos de los sectores más sensibles a la evolución de los salarios. Y, por supuesto, son en su gran mayoría empresas de gran tamaño en coherencia con el sesgo que tiene el comercio exterior español, en el que el peso de las pymes es muy limitado. Diversos estudios han acreditado que las exportaciones de las grandes empresas –con mayor capacidad de controlar los costes y generar mayor productividad– crecen a un ritmo sustancialmente mayor que en el caso de las empresas pequeñas y medianas. Las empresas con más de 500 trabajadores representan apenas el 2% del total, pero suponen la mitad de las exportaciones.
Un informe del Ministerio de Industria mostraba recientemente que los cinco sectores con mayor sensibilidad a un incremento de los salarios son: la industria textil, la fabricación de material de transportes, los muebles y otras industrias manufactureras, la electrónica y la fabricación de maquinaria y equipos mecánicos, con fuerte presencia extranjera.
Según ese estudio, por cada 1% que suben los salarios los precios ascienden al menos un 0,5% en 16 de los 18 sectores analizados. En sentido contrario, los sectores más perjudicados por la devaluación interna son los sectores que menos dependen de las ventas al exterior y, por el contrario, son más sensibles a la evolución del consumo de los hogares. Una reducción de los salarios en términos reales provoca un descenso de la renta disponible, toda vez que el empleo es la principal fuente de ingreso de las familias.
A la cabeza de exportaciones se encuentran los sectores de tecnología media-alta: en particular, el automóvil, la industria de los medicamentos y el sector químico, copado por empresas foráneas. Y aunque las ganancias de competitividad vía precios no son tan relevantes como habitualmente se cree, sí que tienen un impacto relevante sobre la cuenta de resultados.
La fuerte presencia del capital extranjero en las exportaciones no significa, sin embargo, que el valor añadido se resienta. El servicio de estudios de La Caixa, utilizando datos de la Unctad (Organización de Naciones Unidas para el Desarrollo), ha estimado que el peso del valor añadido doméstico en las exportaciones españolas es del 72%. Es decir, de cada 100 euros que España vende al exterior, 72 son utilizando trabajo y capital español y 28 son utilizando factores extranjeros. España, concluye La Caixa, “está bien situada respecto a otros exportadores de la Unión Europea”.
En todo caso, la importancia de los salarios para las multinacionales –principalmente las que producen manufacturas– es clave. Entre otras cosas porque España ocupa un papel privilegiado en la división internacional del trabajo en función del salario medio, lo que explica la fuerte presencia extranjera, que se beneficia de las ganancias de competitividad vía costes.
Algunos datos lo acreditan. La remuneración media por asalariado en la zona euro se situó en 2014 (hasta el tercer trimestre) en 34.728 euros, mientras que en España baja hasta los 29.077 euros por trabajador. La cifra es significativamente inferior a los 39.45 euros de Alemania, 40.511 de Francia o los 31.080 euros de Italia.
Esta posición privilegiada es lo que explica la fuerte presencia de multinacionales alemanas en España. Seat-Volkswagen, ThyssenKrupp, Robert Bosch, Würth España, Basf, Bayer, Boehringer Ingelheim España, Henkel Ibérica o Merck Farma. Nada menos que el 60% de su facturación procede de las exportaciones, muy sensibles a la evolución de los costes salariales y no salariales.