Conocemos sus tóxicas ideas. Todos los días nos llegan sus incendiarios y reaccionarios discursos, llenos de odio, polarización y demagogia. Desde hace unos años, su fango ideológico forma parte del paisaje, emponzoñándolo todo.
Pero hasta hace no tanto, los partidos y los discursos de la extrema derecha eran marginales, y su lugar estaba en las cloacas de la política. ¿Quién les sacó de ahí? ¿Qué intereses han convertido a la extrema derecha en uno de los principales actores políticos en España (y en Europa y el mundo)?
Lo mejor en estos casos es siempre… seguir la pista del dinero.
Para que una mala hierba nazca de la tierra hacen falta dos cosas. Una de las dos es un sustrato adecuado. No es ningún secreto que los discursos de la extrema derecha -la xenofobia, el racismo, la antipolítica- han podido arraigar y crecer sobre la base del profundo descontento y hartazgo social derivados de más de una década de políticas de recortes y austeridad, que junto a un saqueo financiero y monopolista han empobrecido a amplios sectores populares.
Pero lo otro, lo dirigente, es la semilla. Hay quien ha tenido y tiene interés en sembrar y en regar las semillas de la ponzoña, o los huevos de la serpiente.
Detrás del auge de la extrema derecha europea siempre encontramos ricos patrocinadores. Algunos de ellos son locales, grandes fortunas o prósperos empresarios. Pero no son los principales. Siempre aparece, abierta o encubiertamente, la mano (y la financiación) de potencias extranjeras. Siempre encontramos dos tipos de padrinos, dos tipos de sponsors, dos monedas, dólares y rublos. Dos centros de poder: la superpotencia norteamericana y el imperialismo ruso.
Siguiendo la pista de los dólares encontraremos a los centros de poder norteamericanos, concretamente del trumpismo, con la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC) o The Movement, una internacional de extrema derecha impulsada por Steve Bannon.
Y siguiendo la pista de los rublos de la Rusia de Putin veremos la línea de financiación a través de bancos y oligarcas cercanos al Kremlin, o la influencia del ideólogo ultranacionalista ruso Alexander Dugin.
Y a veces encontramos a los dos pagadores al mismo tiempo. A papá dándote la paga en dólares y luego a mamá metiéndote rublos en el bolsillo.
Y este es exactamente el caso de la extrema derecha española.
A veces encontramos a los dos pagadores al mismo tiempo. A papá dándote la paga en dólares y luego a mamá metiéndote rublos en el bolsillo.
El origen de la financiación de Vox
Verdes como los dólares, pero con olor a vodka
Como tercera fuerza en el Parlamento, y con una notable presencia en las cámaras autonómicas y los ayuntamientos, ahora más del 60% de la financiación de Vox procede de las subvenciones. De las ‘paguitas’ a los políticos, como ellos las llaman.
Pero hubo un tiempo en que esto no era así. Antes de su salto el 2014 a la primera división de la política nacional, hubo quien apostó -y muy fuerte- por la ultrareaccionaria formación de un entonces desconocido Santiago Abascal.
De hecho, recibieron paguita de papá y mamá. Dólares y rublos.
Los dólares
“Vox se fundó con un millón de euros del exilio iraní”, titulaba el diario El País el 21 de enero de 2019. Hasta los propios dirigentes ultras tuvieron que acabar reconociendo que en su etapa inicial -en la campaña de las elecciones europeas de 2014- recibieron un millón de euros del llamado Consejo Nacional de la Resistencia de Irán (CNRI). Estos fondos no solo financiaron el 80% de aquella campaña electoral, sino que sirvieron también para impulsar a Vox desde el mismo momento de su nacimiento.
¿Y quiénes eran estos extraños iraníes del exilio? El CNRI, una organización que hasta 2012 era considerada por Washington como una organización terrorista, pasó luego a estar bajo la protección del Departamento de Estado, convirtiéndose después en una plataforma de intervención de Washington, una herramienta de la inteligencia norteamericana. A sus cónclaves internacionales no sólo asistía Alejo Vidal-Quadras, uno de los fundadores de Vox, sino figuras prominentes del establishment republicano y luego del trumpismo -Rudolph Giuliani, ex alcalde de Nueva York y abogado del magnate, y John Bolton, que fuera Consejero de Seguridad Nacional de Trump- y hasta dos ex directores de la CIA (James Woolsey y Porter Goss).
Los rublos.
En 2021 varios medios europeos como Público (España), Taz (Alemania), Il Fatto Quotidiano (Italia) y Contralínea (México) se hicieron eco de una filtración de WikiLeaks que sacaba a la luz miles de documentos internos de las organizaciones españolas de ultraderecha Hazte Oír y CitizenGo entre 2001 y 2017, en un proyecto que se denomina The Intolerance Network (La Red de Intolerancia).
En ellos se puede ver los listados de «grandes-grandes donantes» que hicieron posible el auge electoral de la ultraderecha.
Entre ellos hay numerosos millonarios, grandes fortunas y altos ejecutivos españoles -como Esther Koplowitz (FCC), Isidoro Álvarez (El Corte Inglés) o Juan Miguel Villar-Mir (OHL).- pero también el lobbie ultracatólico norteamericano The Howard Center for Family.
Que nadie se llame a engaño. La alineación esencial de Vox es pro-norteamericana.
Pero si hablamos de Hazte Oír (filial española de Citizen Go), encontramos rublos, millones de rublos. Su jefe Ignacio Arsuaga, pidió en 2013 100.000 euros al oligarca ruso Konstantín Maloféyev, fundador del fondo de capital riesgo y banca de inversión Marshall Capital y presidente del grupo de medios de comunicación Tsargrady; un think tank de extrema derecha que mantiene estrechas relaciones no sólo con el Kremlin y con Putin -obviamente- sino también con el lobby ultra-religioso de EEUU y que contrató al productor Jack Hanick, de Fox News, para crear en 2014 Tsargrad TV, un canal integrista ortodoxo.
Que nadie se llame a engaño. La alineación esencial de Vox es pro-norteamericana. Su asistencia anual al congreso de la Conservative Political Action Conference (CPAC) lo reafirma cada año. Pero en un momento en el que no se había producido la invasión de Ucrania y la línea Trump trataba de tender puentes con Putin, era posible nacer… regados tanto con dólares como con rublos..
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La financiación de Alvise Pérez (Se Acabó la Fiesta)
¿Quién paga esta Fiesta?
“Por mucho que se repita, Alvise no sale solo del medio millón de seguidores en Telegram ni del millón en Instagram. Hay mucho más detrás”, afirma a El País Marcelino Madrigal, experto en redes sociales e investigador sobre el ecosistema conspiranoico-ultraderechista -adicto a las conjuras xenófobas sobre el Gran Reemplazo Racial, o a las diatribas contra las vacunas, la «Plandemia», la Agenda 2030 y los «chemtrails»- de donde parece hacer surgido el éxito electoral de Se Acabó la Fiesta, que acaba de anunciar que formará parte del mismo grupo que los neonazis de Alternativa por Alemania en el Parlamento Europeo (Soberanistas), distinto de la pertenencia de Vox (Conservadores y Reformistas).
Pero antes de que Alvise Pérez ganara tanta notoriedad entre este microverso de «despiertos», hubo un tiempo en el que se dejó querer (y financiar) por Hazte Oír y por Citizen Go, o por sectas ultracatólicas como El Yunque, que le recompensaron generosamente por sus campañas antiabortistas. Fue después del colapso de Ciudadanos (del que Alvise llegó a ser asesor en el Parlamento Valenciano, tras haber militado en UpyD).
De nuevo llegamos a la pista de los rublos. Lo cual es consistente con su alineación en la Eurocámara (Alternativa por Alemania ha sido financiado por Rusia y son nítidamente pro-Putin) o con las simpatías que despierta en personajes como el coronel Pedro Baños (otro conocido pro-ruso)
Sin embargo, no es descartable la línea de crédito en dólares. El modus operandi de Alvise es netamente trumpista, exactamente como la alt-right adicta a las conspiraciones de QAnon. Y uno de los primeros en dar cancha a Alvise fue el radiofonista César Vidal, afincado y nacionalizado en EEUU y bien conectado con los círculos de la extrema derecha norteamericana