«Si Zapatero tuvo que compartir el poder en mayo, el 20 de octubre pasado prácticamente lo perdió del todo cuando el viejo socialismo felipista representado por Rubalcaba fue aupado a la vicepresidencia. Y su ya escaso margen de maniobra quedó más reducido esta semana con el vapuleo de los mercados y las llamadas de los líderes europeos preocupados por nuestro déficit.»
Ayer or la mañana había un cierto espíritu de insurrección en las filas del PSOE. Presidentes autonómicos como Barreda y Saavedra, candidatos a la presidencia regional como Tomás Gómez -que se juegan la vida en las elecciones de mayo próximo- alzaron la voz para sumarse a las protestas contra la supresión de la ayuda de 426 euros. Algunos también criticaron las privatizaciones de la Lotería y de Aena. Si la corriente de Izquierda Socialista fue la primera en levantar la voz para censurar la eliminación de la ayuda de 426 euros a los parados que hubieran agotado la prestación por desempleo, durante el día de ayer otras voces importantes en el PSOE se sumaron a este clamor interno que hay en el partido con una medida que no se comparte. Cada vez son más las voces en el PSOE que consideran que no prorrogar esta ayuda «rompe la cohesión social» y uno de los compromisos adquiridos por Zapatero ante el Comité Federal. (EL MUNDO) EL PAÍS.- Está claro que el conjunto de medidas aprobadas ayer en el Consejo de Ministros no son la respuesta absoluta que requiere la crisis española, que es afianzar la solvencia de la deuda, convencer a los inversores de que el sistema financiero no encubre activos dañados convertibles en deuda pública y aclarar cómo será la reforma de las pensiones, que se conocerá el próximo 28 de enero. Dicho esto, la eficacia liberalizadora de las privatizaciones anunciadas dependerá de cómo se articulen finalmente las concesiones aeroportuarias ABC.- Hay un cansancio colectivo, un cabreo creciente, una ahogada contrariedad que pesa sobre la sociedad española como un saco de plomo. El país ha entrado en barrena y Zapatero, otrora triunfante ante sus propios líos, desafiante vencedor de lances improbables, se ve ahora salpicado de infortunios retroactivos y envuelto incluso en calamidades ajenas. El cartero de la suerte ha pasado de vuelta llevando en el zurrón todas las facturas impagadas de los tiempos de vino y rosas. Aislado, criticado, desautorizado incluso desde sus mismas filas, encarna en su descarnada soledad el verso desesperanzado de Neruda: «todo en ti fue naufragio». Y no tiene, ni siquiera en el seno del PSOE, quien le arroje un salvavidas. Opinión. El Mundo ¿Quién está al mando aquí? John Müller No tuve que recurrir a wikileaks para que el jefe en España de una importante multinacional me contara lo que escribe en los cables que envía a su casa matriz. Me sorprendió su perspicacia y su buen nivel de información política. Ahora, lleva diez días explicando a sus jefes que España no se hunde y que, aunque las cosas están mal, no merece la pena abandonar las inversiones que han hecho aquí. Le fastidia tener que dedicar tanto tiempo a dar estas justificaciones. Su opinión de Zapatero, como es de suponer, es mala. Y sus jefes coinciden. Pero en mayo, cuando se aprobó el primer plan de ajuste, envió un cable «esperanzador» que decía: «Afortunadamente, ya no está Zapatero solo a los mandos. La UE le ha impuesto el ajuste y ahora hay más gente al frente de las decisiones económicas». Si Zapatero tuvo que compartir el poder en mayo, el 20 de octubre pasado prácticamente lo perdió del todo cuando el viejo socialismo felipista representado por Rubalcaba fue aupado a la vicepresidencia. Y su ya escaso margen de maniobra quedó más reducido esta semana con el vapuleo de los mercados y las llamadas de los líderes europeos preocupados por nuestro déficit. Ayer por la mañana había un cierto espíritu de insurrección en las filas del PSOE. Presidentes autonómicos como Barreda y Saavedra, candidatos a la presidencia regional como Tomás Gómez -que se juegan la vida en las elecciones de mayo próximo- alzaron la voz para sumarse a las protestas contra la supresión de la ayuda de 426 euros. Algunos también criticaron las privatizaciones de la Lotería y de Aena. Los últimos en tomar nota de manera brutal de la notable pérdida de autoridad del presidente del Gobierno en las últimas semanas fueron los controladores aéreos que, en una acción sin precedentes, abandonaron sus puestos de trabajo y se subieron a las barbas de José Blanco y de Zapatero. La irresponsable acción de los controladores -siempre recuerdo que este sindicato se jactaba de ser el único que podía derribar a un Gobierno- es reprochable y punible con la ley en la mano. Si tenían una gota de razón frente al decreto de horarios aprobado ayer por el Gobierno, la perdieron en el océano de su pataleta. Pero aquí también hay una grave responsabilidad de un Gobierno que se ha aprovechado hasta el cansancio de las simpatías que conquistó frente a un colectivo que la opinión pública percibió como unos privilegiados. Si bailas con lobos, tienes que saber hacerlo. El problema de Zapatero ya no es un asunto de credibilidad ante los mercados, sino de autoridad ante los españoles. Hace muchos años que un gobernante español no llamaba a los militares para imponer su autoridad. Zapatero carga ahora con el baldón de haberlo hecho. Quizás un adelanto electoral esté más cerca de lo que pensábamos. ************************** Recortes Crecen las críticas en el PSOE por la supresión de la ayuda de 426 € M. Sánchez Si la corriente de Izquierda Socialista fue la primera en levantar la voz para censurar la eliminación de la ayuda de 426 euros a los parados que hubieran agotado la prestación por desempleo, durante el día de ayer otras voces importantes en el PSOE se sumaron a este clamor interno que hay en el partido con una medida que no se comparte. Cada vez son más las voces en el PSOE que consideran que no prorrogar esta ayuda «rompe la cohesión social» y uno de los compromisos adquiridos por Zapatero ante el Comité Federal. El más duro en sus manifestaciones fue el ex ministro y alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, Jerónimo Saavedra, quien durante la presentación de su candidatura a la reelección, el pasado jueves, afirmó: «Se ha adoptado una medida que a mí me repugna por muy socialista que sea el presidente del Gobierno. A mí me duele que se defienda que el AVE va a llegar a donde sea el año 2012 o 2014 y que, al mismo tiempo, se anuncie que se suprimen las prestaciones para los desempleados». A Saavedra se le sumó, en un tono más comedido, el presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda, quien indicó en el Foro de la Cadena Cope que quitar prestaciones sociales «es un problema muy grave» y abogó por mantener aquéllas que «puedan ser fundamentales» para los ciudadanos que viven en situaciones precarias. Barreda recordó que hay muchas familias que tienen a todos sus miembros en paro y, en su opinión, seguir ayudando a estas familias «no supone un handicap al mercado de trabajo, sino todo lo contrario». Para el presidente castellano-manchego, el primer objetivo de una sociedad es «evitar situaciones de desigualdad que son intolerables», por lo que opinó que la prestación de los 426 euros debería seguir manteniéndose. Menos crítico fue con las privatizaciones anunciadas por el Ejecutivo porque, según explicó, no tiene un juicio previo negativo, salvo que afectaran a materias como la sanidad, la educación, la dependencia o las prestaciones sociales, que no es el caso. Sin embargo, quien metió en el mismo paquete las desaparición de la ayuda de los 426 euros y las privatizaciones fue el secretario general del Partido Socialista de Madrid (PSM), Tomás Gómez, quien afirmó: «A mí no me gusta ninguna privatización y soy partidario de que en este país no se rompa la cohesión social», en coincidencia plena con la postura que ayer expresaron varios dirigentes de Izquierda Socialista. La portavoz del PSM en la Asamblea madrileña, Maru Menéndez, se pronunció en la misma línea: «No nos gustan las privatizaciones y tratamos de ser coherentes. Ni nos gusta la del Canal de Isabel II ni nos gusta la de Aena». El presidente del Senado, Javier Rojo, defendió la «responsabilidad» del Ejecutivo a la hora de adoptar esta medida. No obstante, dijo que los socialistas «son conscientes» de que esta medida puede acarrear consecuencias. El Gobierno, a preguntas de los periodistas en el Consejo de Ministros, quiso restar importancia a esta creciente ola de críticas a esta medida en el seno del partido, y se limitó a decir que respetaba la opinión de todos los dirigentes socialistas que se habían pronunciado en contra. Es más, la vicepresidenta Elena Salgado indicó que no han tenido que eliminar la iniciativa, porque la última prórroga ya contemplaba la eliminación de esta ayuda el 15 de febrero de 2011. EL MUNDO. 4-12-2010 Editorial. El País Fiscalidad de urgencia Las medidas económicas aprobadas ayer por el Gobierno incluyeron una subida del impuesto sobre el tabaco por cajetilla de 26 céntimos en las marcas más caras y de 63 céntimos en las más baratas que, si el consumo se mantiene, proporcionará unos 780 millones de euros anuales a las arcas públicas. La subida debe analizarse como necesaria para compensar los costes de las medidas diseñadas por el Gobierno para estimular la competitividad (también aprobadas ayer) que incluyen, entre otras, la rebaja del impuesto de sociedades para las empresas de menos de 10 millones de facturación, libertad de amortización hasta 2015. El Gobierno también decidió ayer la privatización parcial de la sociedad gestora de los aeropuertos (Aena) y las Loterías del Estado y la supresión de la ayuda de 426 euros a los parados. El coste de las rebajas fiscales queda más que compensado con la subida de la carga fiscal sobre el tabaco. Quienes se rasgan las vestiduras ante las subidas fiscales (como el PP, por ejemplo) pecan de ingenuidad y de oportunismo o de un conocimiento deficiente de la situación económica. No es descartable que, si la recaudación flaquea por la debilidad del crecimiento, el Gobierno tenga que aprobar nuevas subidas de los impuestos sobre el alcohol y los carburantes en 2011. Una de las razones por las cuales la economía española recibe una consideración inversora mejor que la rescatada Irlanda o Portugal reside en que tiene margen de maniobra para subir impuestos. La tributación sobre los combustibles, por ejemplo, está muy por debajo de la media comunitaria; si fuera necesario, sería una ayuda decisiva en la corrección del déficit. Está claro que el conjunto de medidas aprobadas ayer en el Consejo de Ministros no son la respuesta absoluta que requiere la crisis española, que es afianzar la solvencia de la deuda, convencer a los inversores de que el sistema financiero no encubre activos dañados convertibles en deuda pública y aclarar cómo será la reforma de las pensiones, que se conocerá el próximo 28 de enero. Dicho esto, la eficacia liberalizadora de las privatizaciones anunciadas dependerá de cómo se articulen finalmente las concesiones aeroportuarias; no es difícil prever dificultades políticas de relieve si se tiene en cuenta que las comunidades autónomas presionarán para aumentar su poder en la nueva gestión. En cuanto a las medidas de estímulo fiscal y empresarial, servirán de acompañamiento cuando se recupere la actividad económica. EL PAÍS. 4-12-2010 Opinión. ABC Antibaraka Ignacio Camacho NO hay tregua. La antigua baraka de Zapatero se ha trocado en una mufa siniestra, un gafe de conflictos sin fin que se encadenan con recurrencia paroxística. El Gobierno no halla un minuto de respiro, sitiado por un torrente de problemas que va arrollando la vida nacional como un aluvión turbulento. Al presidente le ha abandonado la suerte y está en estado de colapso político. En plena descomposición de poder, no hay hora en que no se encuentre ante un apuro. La huelga salvaje de los controladores opacó ayer el agónico mensaje de optimismo que el Gabinete trató de insuflar en una economía sin aliento. Las tímidas reformas aprobadas en el Consejo de Ministros apenas alcanzaron el eco de los telediarios de sobremesa. A media tarde, el comienzo del puente se había convertido en un caos, en una emergencia; un pequeño grupo de empleados de élite tomaba como rehenes a cientos de miles de personas y el Gobierno no encontraba siquiera el amparo de sus antiguos aliados sindicales. Desafío sobre desafío, calamidad sobre calamidad, fracaso sobre fracaso, el zapaterismo atraviesa un momento de debilidad extrema en el que cualquiera se siente con fuerzas para echarle un pulso. Toda la fortuna que acompañó las piruetas de audacia de un presidente que siempre salía vivo de los enredos que él mismo creaba parece haberse desvanecido en medio de una atmósfera fatalista y de un turbión de contratiempos. El clima moral de la nación se ha deprimido en un desánimo intangible. Es la anti-baraka: un estado de cosas en el que el pesimismo acaba convertido en certidumbre. No sólo sale mal todo lo que puede salir mal, sino incluso lo que prometía acabar bien. Si se calman los mercados, revientan los aeropuertos; si Bruselas ofrece un leve desahogo financiero, se incuba el malestar silencioso de los parados terminales despojados del último subsidio. Ha desaparecido la ventura como en un tenebroso soneto quevedesco. Hay un cansancio colectivo, un cabreo creciente, una ahogada contrariedad que pesa sobre la sociedad española como un saco de plomo. El país ha entrado en barrena y Zapatero, otrora triunfante ante sus propios líos, desafiante vencedor de lances improbables, se ve ahora salpicado de infortunios retroactivos y envuelto incluso en calamidades ajenas. El cartero de la suerte ha pasado de vuelta llevando en el zurrón todas las facturas impagadas de los tiempos de vino y rosas. Aislado, criticado, desautorizado incluso desde sus mismas filas, encarna en su descarnada soledad el verso desesperanzado de Neruda: «todo en ti fue naufragio». Y no tiene, ni siquiera en el seno del PSOE, quien le arroje un salvavidas. ABC. 4-12-2010