No pocas voces progresistas parecen suspirar por una victoria de Biden, un candidato que puede alejar a EEUU de las posiciones agresivas e incendiarias que ha impulsado el gobierno de Trump con respecto a Irán, Palestina o Venezuela, por ejemplo. ¿Cual de los dos candidatos supone un mayor peligro para la paz mundial?
Trump lanzó la «madre de todas las bombas» (MOAB, por sus siglas en inglés) -su artefacto no nuclear más potente- sobre una región de Afganistán. Los misiles de laUS Navy bombardearon la ciudad siria de Shayrat. Más recientemente, se produjo en Irak el magnicidio del general iraní Qasem Soleimani -algo que puso a EEUU e Irán al borde de una guerra abierta de enormes implicaciones para Oriente Medio y la paz mundial. Pero Trump ha firmado la paz con los talibanes y planea la retirada de Afganistán.
Tampoco han faltado las amenazas de intervención militar sobre países como Venezuela, o la retórica incendiaria con Corea del Norte, alimentando un aumento de la tensión en Asia Pacífico que justificara el traslado de fuerzas militares del Pentágono a la región, reforzando el cerco a China. Sin embargo, ha sido Trump el primer presidente norteamericano que se ha reunido con un lider norcoreano.
No se puede decir que la política de Trump no haya sido agresiva, incluso en ocasiones altamente temeraria, ni que no haya puesto en grave peligro la paz mundial. Pero en los hechos Donald Trump es el único presidente de las últimas décadas que culmina su mandato sin haber embarcado de forma directa a la superpotencia en ningún conflicto de envergadura.
Por el contrario, su predecesor Barack Obama -del que fue vicepresidente Joe Biden y que recibió el Premio Nobel de la Paz- es el único presidente norteamericano que ostenta el récord de ejercer dos mandatos completos con el país en guerra.
Juntos, Biden y Obama bombardearon Afganistán, Libia, Somalia, Pakistán, Yemen, Irak y Siria. Promovieron golpes de Estado -«blandos» y «duros»- en Honduras o Paraguay, y la desestabilización de Venezuela, Brasil, Ecuador o Bolivia; o diseñaron y alentaron «primaveras» y «revoluciones de colores» en el Magreb y Ucrania.
¿Es Trump el belicista y Biden una opción más moderada? ¿La eventual sustitución del segundo por el primero supondrá un menor riesgo para la paz planetaria?
Por el contrario, ambas líneas, la de Trump y la de Biden, coinciden en la necesidad de mantener la fuerza militar como el elemento decisivo que permite a Washington conservar su rango de superpotencia. Y coinciden en la necesidad de utilizar la agresión bélica allí donde sus intereses lo dicten.
Gane quien gane, e independientemente de las maneras de un presidente u otro, la superpotencia norteamericana está obligada, conforme se agudice su ocaso imperial y avance el ascenso de nuevos centros de poder, a acentuar su ansiedad estratégica.
Cuanto más reduzca la lucha de los pueblos el espacio de dominio de EEUU, más se incrementará la agresividad y el aventurerismo del hegemonismo, y con más ahínco tratarán de explotar a los países bajo su órbita y lanzar contraofensivas para tratar de recuperar el terreno perdido. Mientras exista, el imperialismo norteamericano constituirá una tremenda amenaza -que no se debe minusvalorar ni por un instante- para la Paz Mundial y para todos los pueblos del mundo.