El escándalo de la pareja sentimental de Díaz Ayuso,

¿Quién conduce ese Maserati?

"La pareja de Ayuso defraudó 350.951 euros a Hacienda con una trama de facturas falsas y empresas pantalla". Dos millones en comisiones, empresas pantalla, facturas fraudulentas y dos pisos en Chamberí. El escándalo lo destapó elDiario.es y ha puesto contra las cuerdas a la presidenta de la Comunidad de Madrid.

La Fiscalía de Madrid -a instancias de la Agencia Tributaria- ha acusado a la pareja sentimental de Isabel Díaz Ayuso, Alberto González Amador de varios delitos contra la hacienda pública para eludir el pago de impuestos. Delitos por los que el abogado de González Amador envió correos a la Fiscalía declarándose culpable para buscar un acuerdo que evitara el juicio y la cárcel, cerrando el caso antes de que viera la luz, cosa que -obviamente- no ha ocurrido.

Estos son algunos hechos significativos de una trama de corrupción que se da en medio de un ambiente político cada vez más bronco y polarizado, con PP y PSOE -que semanas antes había sido arrinconado por el «Caso Koldo»- enrocados en el fango del «y tú más».

¿Qué se sabe?

En lo más crudo de la pandemia -cuando los españoles mirábamos horrorizados las cifras diarias de contagios o de decesos, cuando aplaudíamos todos a las ocho de la tarde, cuando los sanitarios se dejaban la piel, la salud -y en muchos casos la vida- para salvar a los pacientes, cuando la inmensa mayoría arrimaba el hombro, unos para hacer piezas de respiradores en impresoras 3D, los taxistas para hacer viajes gratis a Urgencias…- hubo gente que vio una oportunidad de negocio, y se lanzó a ella usando su agenda de contactos con la administración.

Sabíamos lo de Tomás Díaz Ayuso, cuyo destape se llevó por delante curiosamente a Pablo Casado. Sabíamos lo del aristócrata Luis Medina y su compadre Alberto Luceño para el Ayuntamiento de Madrid. Recientemente hemos conocido el ‘caso Koldo’, un torpedo en la línea de flotación del PSOE. Ahora hemos conocido que Alberto González Amador, pareja sentimental y compañero de piso de la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso, ingresó casi dos millones de euros en comisiones por la venta de mascarillas.

Por las mismas fechas, la pareja de Ayuso intentó vender vacunas a Costa de Marfil -un país africano en vías de desarrollo, donde el 40% de la población vive bajo el umbral de la pobreza, y donde el resto de la población vive con menos de 4€ al día- cinco veces más caras de lo que costaban en el mercado.

Lo hizo al mismo tiempo que ponía en marcha una pantalla de facturas falsas para disparar artificialmente los gastos de su empresa y no pagar 350.000 euros en impuestos.

Se enriqueció usando dos sociedades sin trabajadores contratados ni apenas medios materiales para canalizar sus ingresos. La principal, Maxwell Cremona –que facturó 3,7 millones en dos años–, no tiene empleados por cuenta ajena pero sí posee dos coches de lujo: un Porsche Panamera y un Maserati, que tiene multas pendientes con el Ayuntamiento de Madrid.

La pareja de Ayuso intentó vender vacunas a Costa de Marfil cinco veces más caras de lo que costaban en el mercado.

También gracias a una empresa pantalla en Panamá -un paraíso fiscal- creada por Fernando Camino, actual directivo del gigante de sanidad privada Quirón, que fue durante años su principal cliente.

Manel Fontdevila en elDiario.es

Con las sustanciosas ganancias de estas y otras operaciones, Alberto González Amador compró un piso de un millón de euros en el que vive con su pareja, Isabel Díaz Ayuso. Ambos disfrutan también del ático del edificio, a nombre de una sociedad de la que es administrador el abogado de Alberto González.

Obviamente, estas revelaciones han generado una aguda crisis política en la Comunidad de Madrid y una tormenta política sobre la figura de Díaz Ayuso, en la que Núñez Feijóo está practicando el tan gallego arte de nadar y guardar la ropa. Por un lado el enésimo escándalo de corrupción en el PP hace más ruidoso lo medido de su discurso, y sus silencios ante los ataques del entorno de Ayuso a la prensa. Por otro lado, dirigentes de la cúpula del PP han confesado a El País que «no viene mal que la estrella de la líder madrileña pierda brillo». Cosas del Juego de Tronos en Génova 13.

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Las amenazas y los bulos contra la prensa de Miguel Ángel Rodríguez

Bulos y amenazas para tapar el escándalo: los métodos de un matón

La respuesta de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, y de su ‘consigliere’ y gurú, Miguel Angel Rodríguez (MAR), a un escándalo de corrupción mayúsculo, no ha defraudado. Como una fiera acorralada, han sacado los dientes y han comenzado a morder.

El bulo difundido por MAR fue amplificado por la red de medios digitales de la extrema derecha, muchos de ellos, como OKDiario, generosamente regados de subvenciones por la Comunidad de Madrid

“Os vamos a triturar, vais a tener que cerrar. Idiotas. Que os den”. Con este mensaje, enviado por wassap privado a una periodista de elDiario.es -Esther Palomera- Miguel Ángel Rodríguez trataba de amenazar e intimidar a un periódico que estaba encabezando las revelaciones sobre la presidenta madrileña. Unas amenazas que han sido condenadas por todas las asociaciones de periodistas,

“Esta actitud constituye una presión intolerable que coarta la libertad de prensa y atenta contra el derecho a la información veraz de los ciudadanos que consagra la Constitución”, afirman la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) y la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) en un comunicado conjunto.

Pero la cosa no acababa ahí. Poco después, el mismo Miguel Ángel Rodríguez difundía el bulo -inmediatamente repetido sin contrastar nada por los medios de la ultraderecha- de que “periodistas encapuchados” de elDiario.es intentaron asaltar la casa de Ayuso. También envió a un chat de periodistas datos personales de dos reporteros de El País, a quienes acusó falsamente de haber acosado a los vecinos de Isabel Díaz Ayuso y su pareja, «incluyendo a niñas menores de edad, en un acoso habitual en dictaduras”.

Montar un escándalo para tapar otro. Amenaza y desvía el foco vendiendo mercancía averiada a medios dispuestos a comprarla. Este modus operandi, mentiroso, prepotente y chusquero, con el que Miguel Ángel Rodríguez amenaza a los periodistas no es nuevo. Viene de lejos.

MAR fue el ejecutor de la purga sobre Telemadrid tras la victoria de Ayuso en 2021. Y mucho antes, como secretario de Estado de Comunicación y portavoz del Gobierno de Aznar, Antonio Asensio, entonces presidente de Antena 3, contó en el Congreso de los Diputados cómo MAR le había amenazado para que rompiera un acuerdo con el grupo PRISA sobre los derechos de fútbol.

Personajes como Miguel Ángel Rodríguez, que amenazan y señalan a la prensa y que difunden impúnemente bulos y mentiras, no pueden tener cabida en democracia.

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Perseguir a los corruptores

¿Y qué pasa con Quirón?

Mucho se ha hablado estos días de la responsabilidad política de Isabel Díaz Ayuso en los inmorales negocios de su pareja y en si ella conocía o no sus delitos fiscales. La práctica totalidad de los grupos de la izquierda, desde Pedro Sánchez hasta Más Madrid han pedido su dimisión.

Pero poco se ha centrado el foco en el contexto que permite medrar a personajes como Alberto González Amador, un «técnico sanitario” que no es otra cosa que un gran comisionista de grandes gigantes de la sanidad privada como el grupo Quirón Salud, propiedad del gigante extranjero Frexenius, uno de los grandes beneficiarios de la «colaboración público-privada» (es decir, de las políticas externalizadoras y privatizadoras) del PP en la Comunidad de Madrid.

No basta con perseguir a los corruptos, hay que ir a por los corruptores… como Quirón.

No basta con investigar y actuar penalmente contra los corruptos, contra comisionistas e incluso cargos públicos que se llevan pingües mordidas en momentos tan graves como la pandemia. Hay que actuar con todo el peso de la ley contra los verdaderos beneficiarios de su entramado de tráfico de influencias, prevaricación y cohecho, contra gigantes como Quirón, que gracias a «mediadores » como González Amador pueden hacer grandes negocios a costa del erario público, fabricando luego un entramado societario para eludir la presión fiscal.

No basta con perseguir a los corruptos, hay que ir a por los corruptores… como Quirón.