Murió con las botas puestas. La he visto muchas veces recientemente cuando con mis compañeros de trabajo íbamos a comer al Centro de Biología Molecular Severo Ochoa del CSIC. Ahí es donde trabajó hasta su fallecimiento reciente esta mujer extraordinaria.
Fué científica en el nacimiento de la bioquímica con descubrimientos que van desde lo fundamental hasta las aplicaciones más prácticas.
Su padre conocía a Severo Ochoa y tanto su padre como Ochoa no tenían los prejuicios de la época con respecto a la existencia de mujeres en la investigación. Como ella misma reconoció, eso fue importante porque al tener una carta de recomendación de Severo Ochoa para hacer el doctorado en la Universidad Complutense era muy difícil desecharla por muy inusual que fuese que una mujer quisiese dedicarse a la investigación.
Después del doctorado ante el panorama de la ciencia en España en los sesenta se vió obligada a emigrar. Hoy eso está a la orden del día, la necesidad de emigrar, pero era algo bastante inusual en su época, primero que una mujer llegase a ser doctora y luego que se fuese a trabajar a EE.UU.
Ahí tuvo la posibilidad de poder trabajar con el Premio Nobel Severo Ochoa y fue pionera en el estudio de la bioquímica y la genética molecular.
Estamos hablando de la época en la que se estaban descubriendo el ADN y todo a su alrededor. Entre sus contribuciones destaca que determinó la direccionalidad de la lectura de la información genética, clave para entender los mecanismos de reproducción del material genético.
Por otra parte descubrió y caracterizó las ADN polimerasas del fago Φ29 o bacteriófago Φ29 que es un virus que infecta a diferentes bacterias. Este virus presenta un ADN de 20 genes por lo que es muy útil en biología molecular. Es suficientemente complejo para ser interesante, pero no demasiado complejo que hiciese imposible su estudio.
El estudio de este virus permitió innumerables aplicaciones biotecnológicas debido a su altísima capacidad de amplificación del ADN.
Permite amplificar el ADN de manera sencilla, rápida y fiable. Imagínese un pelo en el lugar del crímen, un huesecillo en un parque arquelógico. Las aplicaciones en medicina forense, oncología y arqueología han sido enumerables.
La patente que surgió de esos estudios y que Margarita Salas concedió al CSIC ha sido la patente más rentable de la historia de este organismo. Durante el tiempo que la patente estaba activa supuso la mitad de todos los ingresos por patentes del CSIC.
Margarita Salas es un ejemplo de muchas cosas. Se hizo científica a contracorriente, apasionada de su investigación hasta el final y un ejemplo también de cómo la investigación básica puede ser útil en muchos campos y ser muy rentable.
No retrocedamos en el tiempo y que puedan abrirse paso muchas Margaritas en la ciencia.