Está en el ambiente, el de nuestro cada vez más corto y cada vez más miope tiempo presente, plantear esta pregunta con la música de la canción de [Charles] Trenet: “¿Qué queda de aquellos hermosos días?”. La euforia de 2011 ha dado paso a la melancolía de los decepcionados de la revolución, cuando no a la satisfacción de los partidarios del “antiguo régimen” regional, hostiles de entrada al levantamiento con el pretexto de que no llevaría a nada bueno.
Empecemos por este último argumento: ¡la idea de que el orden antiguo, profundamente inicuo y despótico, era un muro de contención contra el “extremismo islámico” es tan necia como la creencia de que el alcoholismo es una profilaxis contra la crisis hepática! Las manifestaciones de extremismo religioso a las que asistimos aquí y allá no son sino la manifestación de una tendencia que funciona desde
Tomemos, por ejemplo, el caso sirio: es evidente que la transformación de las fuerzas armadas por Hafez el-Assad en guardia pretoriana del régimen, basada en un factor confesional minoritario, estaba abocada a alimentar rencores confesionales en el seno de la mayoría. Imaginemos que el presidente egipcio fuera copto, que su familia domine la economía del país, que tres cuartas partes de los oficiales del ejército egipcio también fueran coptos y que absolutamente todos los cuerpos de elite del ejército egipcio lo fueran. ¿Sorprendería ver el “integrismo musulmán” prosperar en Egipto? Ahora
También hay que estar muy mal informado para
En realidad, la proliferación de ultraintegristas en Oriente Próximo es producto directo de la desastrosa herencia de las dictaduras baazistas de Siria e Iraq, combinado con el efecto no menos desastroso de la ocupación estadounidense de este último país y la encarnizada competencia desde
Volvamos, pues, a nuestra pregunta del principio: ¿qué queda de la Primavera Árabe? La respuesta es simple: el proceso revolucionario regional no está todavía sino en sus comienzos. Se necesitarán varios años, incluso varias décadas, para
Esto suponía ignorar el principal resorte de la explosión de 2011, que es de orden socioeconómico: este resorte es el bloqueo del desarrollo regional desde
Esta es la razón por la que se ha malogrado el “invierno islamista” en Túnez y Egipto, en el que los pájaros de mal agüero se apresuraron a ver la culminación final del proceso para ambos países. El fracaso de los gobiernos de Nahda y de los Hermanos Musulmanes estuvo determinado ante todo por su incapacidad de aportar la menor solución al problema socioeconómico en un contexto de empeoramiento del paro. Este fracaso era previsible y estaba previsto. Paralelamente se puede predecir hoy que la restauración del antiguo régimen llevada a cabo por el general Sissi fracasará por el mismo motivo ya que las mismas causas provocan los mismos efectos y políticas económicas análogas llevan a resultados similares.
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