Primer trimestre de 2012. La crisis se abate con fiereza sobre España. El número de parados crece cada año por encima de las 600.000 personas. El déficit se dispara hasta el 9% del PIB. La prima de riesgo sube peligrosamente por encima de los 500 puntos. Decenas de miles de pymes y autónomos se ven obligados a cerrar sus empresas. La primera medida del gobierno Rajoy es decretar una subida del IRPF.
En esta situación, aparece el informe anual de la Agencia Tributaria que da cuenta de la recaudación del año anterior. Y en él encontramos un dato que por sí sólo es lo suficientemente esclarecedor acerca del saqueo que para el 90% de la población supone el actual sistema tributario.
En la página 49 de dicho informe aparecen, negro sobre blanco, los datos de lo que Hacienda califica como “Grupos Consolidados”, es decir, los grandes holdings monopolistas de la economía española. Un pequeño grupo de poco más de 3.000 grandes empresas (apenas un 0,02% del tejido empresarial español) que declaran unos beneficios anuales conjuntos de 85.948 millones de euros. Pues bien, por todos esos beneficios las grandes empresas pagaron 3.012 millones en impuestos. Es decir, el impuesto de sociedades situado teóricamente en el 30% de sus beneficios acabó convertido -a través de múltiples desgravaciones y técnicas de ingeniería contable- en que pagaran en realidad un impuesto del 3,5%.
Nada nuevo, por otra parte. Pues si echamos la vista atrás en el mismo informe de Hacienda, desde que estalló la crisis en 2008, vemos como este selecto grupo monopolista ha ido reduciendo el pago de impuestos sobre sus beneficios. 9,8% en 2007; 6,4% en 2009; hasta llegar al exiguo 3,5% de 2011. Exactamente lo contrario de lo que ha ocurrido con el resto del tejido empresarial. A pesar de que entre 2009 y 2011 sus beneficios se redujeron en más de un tercio, las pymes pagaron en 2009 un impuesto de sociedades del 13,2%; en 2010 de un 15,4% y en 2011 de un 16,6%.
«3.000 grandes empresas ganan 85.948 millones de euros en un año. Pero sólo pagan 3.012 millones en impuestos, un 3,5%»
Casi un millón y medio de pequeños y medianos empresarios obligados a pagar un 16,6% de sus modestísimos beneficios, mientras 3.000 grandes empresas con fabulosas ganancias tributan un miserable 3,5%. Esta es la realidad, profundamente injusta, del sistema tributario español que es necesario cambiar.
La reforma fiscal propuesta por Pedro Sánchez en caso de que el PSOE gane las próximas elecciones es subir la recaudación fiscal para las grandes empresas hasta un 15% de sus beneficios. ¿Por qué, si la ley ya establece actualmente que están obligadas a tributar un 30%? Lo que Pedro Sánchez presenta como una reforma progresiva no es en realidad más que legalizar una edulcorada rebaja fiscal para bancos y monopolios. “Ustedes deberían tributar un 30%, pero como ahora sólo pagan el 3,5%, me conformo con que paguen la mitad de lo que deben”. ¡Valiente reforma!
Por su parte, los programas de Izquierda Unida y Podemos proponen aplicar la legislación actual, para que la grandes empresas tributen de forma efectiva el 30% de impuestos sobre beneficios que les exige la ley. ¿Pero por qué unas pocas empresas que tienen unos enormes beneficios que se cuentan cada año por cientos y miles de millones de euros han de tributar prácticamente lo mismo que miles y miles de pymes que apenas si alcanzan a ganar unos pocos miles de euros?
El programa de Recortes Cero a este respecto es claro. Si los beneficios declarados por las grandes empresas duplican los del conjunto de pymes, dobles deben ser también los impuestos que paguen. Si para las pequeñas empresas el Impuesto de Sociedades está situado en el 25% de sus beneficios, para bancos, monopolios y grandes empresas la tributación debe situarse al doble. Que paguen un 50% de impuestos sobre sus beneficios.
Aplicar esta medida significa que Hacienda recaudaría cada año, como media, cerca de 40.000 millones de euros más sólo en este concepto. Es decir, más del 60% de los recortes en sanidad, educación, dependencia,… que nos han aplicado en estos últimos 5 años quedarían cubiertos en un sólo año con esta nueva recaudación.
España, paraíso de las multinacionales
Un reciente informe del sindicato de técnicos de Hacienda, Gestha, asegura que “si las multinacionales soportasen la misma carga tributaria que las pymes, España recaudaría 8.250 millones más al año”. España se ha convertido en un auténtico paraíso fiscal para las multinacionales.Más del 90% de las cargas fiscales en España salen, directa o indirectamente, del bolsillo de los trabajadores
«Más del 90% de las cargas fiscales en España salen, directa o indirectamente, del bolsillo de los trabajadores»
Una de las últimas reformas del Impuesto sobre Sociedades que permite deducir los gastos financieros de la base imponible, ha provocado que las multinacionales presentes en España hayan dejado de ingresar esos 8.000 millones de euros cada año en impuestos. Simplemente han trasladado y concentrado las deudas financieras que contraen en otros países a sus filiales españolas.
Pero no es el único método. En febrero de 2011, el diario El País denunciaba como Exxon Mobil, “la mayor empresa del mundo utiliza España como paraíso fiscal” para no pagar impuestos. Mientras que otras como Google, Hewlett Packard, American Express, General Mills o Eli Lilly utilizan una figura jurídica creada expresamente para ellas durante el segundo mandato de Aznar, las Entidades de Tenencia de Valores Extranjeros o ETVE, para pagar hasta un miserable 2,4% de impuestos sobre sus beneficios. Utilizando una serie de técnicas de ingeniería contable y a la ley que les protege, los intercambios financieros entre las distintas filiales y la casa matriz de la grandes multinacionales consiguen crear un entramado gracias al cual, en numerosas ocasiones, no es ya que no paguen nada en impuestos por sus beneficios, sino que hasta consiguen que Hacienda les tenga que devolver dinero.
Tres años después, en enero de 2014, el mismo periódico revelaba que los siete gigantes de Internet (Apple, Google, Amazon, Facebook, eBay, Microsoft y Yahoo) pagan en España la ridícula cantidad de 1 millón de euros al año en impuestos, a pesar de que sus ventas en nuestro país se cuentan por miles de millones anuales. Mediante un sencillo ejercicio de ingeniería fiscal, lo que hacen es trasladar el grueso de su facturación en España a otros países en los que la tributación es más baja. Y todo perfectamente legal. No incumplen ninguna ley. Sólo se aprovechan de una legislación que, como en el caso de los bancos y monopolios nacionales, está pensada expresamente para que el 90% de los impuestos que recauda Hacienda recaigan sobre las espaldas del pueblo trabajador.
El agujero negro del IRPF
Para comprender la realidad profundamente injusta y regresiva del actual sistema impositivo español bastarán sólo dos ejemplos, suficientemente significativos.
A Jaime Botín, mayor accionista de Bankinter y miembro del clan oligárquico más poderoso de España, la declaración de la renta personal de 2009 le salió… a devolver.
A Amancio Ortega, patrón del emporio Zara y al que la semana pasada la revista Forbes otorgaba el puesto de hombre más rico del mundo, por encima del dueño de Microsoft, Bill Gates, la tributación por su patrimonio y su renta personal se situó el pasado año por debajo del 15%, menos de lo que pagan por IRPF millones de trabajadores españoles cuyos sueldos no llegan a los 1.400 euros mensuales.
Si sumamos el IRPF, impuesto que procede de las rentas salariales, el IVA, un impuesto al consumo que grava los mismo a jubilados con pensiones de miseria y banqueros con rentas millonarias, y los Impuestos Especiales (donde ocurre lo mismo), tenemos que más del 90% de las cargas fiscales en España salen, directa o indirectamente, del bolsillo de los trabajadores. A pesar de que las rentas salariales sólo reciben un 46% del PIB.
Por el contrario, las grandes fortunas tienen la capacidad de acogerse a un sinnúmero de beneficios y desgravaciones fiscales. Llegando al extremo que los fondos de inversión o SICAV, que suman un patrimonio de más de 30.000 millones de euros y al que sólo tienen acceso grandes fortunas como los Botín, las Koplowitz, los Amancio Ortega, los Ybarra, los Entrecanales, los Del Pino, los March, los Florentino Pérez, etc, tributan un miserable 1% por los beneficios que obtienen de sus multimillonarias inversiones. Uno de los últimos informes conocido sobre la riqueza mundial asegura que existen más de 1.500 españoles que ganaron al menos 22 millones de euros el año 2011. Pero, según las cuentas de la Agencia Tributaria Española de ese mismo año, sólo 65 contribuyentes en nuestro país declaran disfrutar de tal nivel de renta. ¿Dónde están las fortunas de los otros 1.435? ¿Dónde sus impuestos?
Según la misma Agencia Tributaria, el fraude fiscal en España alcanza el 10% del PIB, es decir, más de 100.000 millones de euros cada año defraudados, y se concentra en los grupos más ricos de la población. Nunca como hasta ahora ha sido más cierta la percepción popular de que «los ricos no pagan impuestos».
De acuerdo a los organismos internacionales especializados en transparencia fiscal, las mayores fortunas y las grandes empresas españolas tienen no menos de 140.000 millones de euros ocultos en paraísos fiscales. El 94% de los grandes bancos y monopolios del Ibex 35 poseen filiales en alguno de estos paraísos. Gracias a la filtración de un empleado de la filial suiza del banco británico HSBC supimos que la familia Botín mantenía unas cuentas opacas al fisco por valor de más de 2.000 millones de euros. Y junto a ellos, otros 600 grandes contribuyentes españoles tenían ese mismo tipo de cuentas.
«Quien más se ha llevado en todos estos años de crecimiento, que ahora devuelva más en forma de pago de impuesto»
Que la escala impositiva arranque, por debajo, con el 0% de impuestos para quien dispone de menores rentas, potenciando de esta manera el ahorro de las economías más modestas. Que por arriba, las grandes fortunas con rentas anuales superiores a 500.000 euros tengan un nivel impositivo de hasta el 75%. Quien más tiene, que pague más. Quien más se ha llevado en todos estos años de crecimiento, que ahora devuelva más en forma de pago de impuestos. Con un sistema impositivo así, desaparecería de un plumazo cualquier problema relacionado con la deuda pública española.