Tras anticipar que anunciará su disolución en un acto que se celebrará el primer fin de semana de mayo, ETA ha publicado en el diario Gara un comunicado en el que asegura pedir perdón a las víctimas y reconocer “el daño causado en el transcurso de su trayectoria armada”.
ETA ha sido derrotada. Esta es una excelente noticia. Se ha conseguido por la lucha de vascos valientes que plantaron cara al terror, y por la movilización, codo con codo con ellos, del resto del pueblo español.
Pero al leer el comunicado de la banda terrorista se experimentan sensaciones contradictorias. Alegría por la constatación de la derrota del terror. Ira por los intentos, hasta el final de sus días, de justificar y edulcorar el fascismo.
En el comunicado de ETA se afirma que “las generaciones posteriores al bombardeo de Gernika heredamos aquella violencia y aquel lamento, y nos corresponde a nosotros y nosotras que las generaciones venideras recojan otro futuro”.
¿De quiénes son herederos los etarras, expertos en tiros en la nuca y coches bomba… de las víctimas de la masacre en Gernika… o de la Legión Cóndor nazi que arrojaba las bombas sobre la población?
En las históricas manifestaciones de Basta Ya gritábamos la respuesta: “No son gudaris [los soldados vascos que lucharon por la república], son fascistas”.
Encabezando su comunicado, ETA se define como “organización socialista revolucionaria vasca de liberación nacional”.
¿Cabe mayor sucesión de mentiras y subversiones?
Son fascistas, antagónicos con el socialismo. Son lo más reaccionario que ha sufrido Euskadi, sembrando un veneno fascista que es lo más ajeno a nada revolucionario. No han luchado nunca por la liberación nacional vasca, sino por someter a Euskadi a un totalitarismo donde quien discrepara era acosado, empujado al exilio o asesinado.
La supuesta rectificación de ETA por “los daños causados” produce perplejidad e indignación.
Afirman que “obligados por las necesidades de todo tipo de la lucha armada, nuestra actuación ha perjudicado a ciudadanos y ciudadanas sin responsabilidad alguna. También hemos provocado graves daños que no tienen vuelta atrás. A estas personas y a sus familiares les pedimos perdón”. Y manifiestan “ mostrar respeto a los muertos, los heridos y las víctimas que han causado las acciones de ETA, en la medida que han resultado damnificados por el conflicto”.
Dividen a las víctimas en dos categorías. Y solo piden perdón por una parte. Maixabel Lasa, viuda de Juan Mari Jáuregui, exgobernador civil de Guipúzcoa, asesinado por ETA, lo denuncia con claridad: “supongo que por ejemplo mi marido entra dentro de esta última categoría de víctimas, la de los “enemigos” de Euskal Herria”. Aquellos cuyos asesinatos ETA sigue justificando en su comunicado.
No es algo nuevo. Hace solo unas semanas, en el comunicado donde anunciaba su futura disolución, ETA no mostraba ni un atisbo de rechazo a lo hecho. Es más reiteraba que “ETA no renegará de su aportación”. Llegando a sobrepasar todos los límites al ensalzar “el sacrificio, el esfuerzo y la generosidad de nuestra militancia en estos 60 años”. Si, han leído bien, esos militantes de ETA que han asesinado sacrificada y generosamente durante décadas.
Su justificación del terror sigue siendo grosera. En el comunicado de ETA leemos: “Entendemos que muchos consideren y expresen que nuestra actuación ha sido inaceptable e injusta, y lo respetamos(…) Para otros muchos también han sido totalmente injustas, pese a utilizar el disfraz de la ley, las acciones de las fuerzas del Estado y de las fuerzas autonomistas que han actuado conjuntamente (…) ETA, en cambio, tiene otra posición: ojalá nada de eso hubiese ocurrido, ojalá la libertad y la paz hubiesen echado raíces en Euskal Herria hace mucho tiempo”.
Los asesinatos de ETA, el terror sembrado en la sociedad vasca y en el resto de España no es resultado “de un conflicto” o una respuesta “a la violencia del Estado español”. Fue el intento consciente y planificado de imponer un delirante fascismo étnico, que exigía quebrar la voluntad de los vascos que lo rechazaban.
En una nota aclaratoria a su comunicado, ETA declara que “debido a que en Euskal Herria no se ha podido desarrollar un recorrido acordado similar a los procesos de resolución de otros conflictos, tampoco se han podido poner en marcha procedimientos adecuados para obtener verdad, justicia y reparación (…) La verdad debe conocerse”.
Si, debemos saber toda la verdad sobre cuales son los reaccionarios intereses a los que ETA ha servido. Adolfo Suárez afirmó poco después de dimitir que “abandono la presidencia sin saber si ETA cobra en dólares o en rublos”. Probablemente lo hizo en las dos monedas. Actuando como un instrumento al servicio de las grandes potencias para dividir y dominar España.
La disolución de ETA debe hacerse efectiva, y no hay que darla por hecha hasta que esto suceda. Con la entrega total de las armas y la desarticulación absoluta de todo su tejido organizativo.
Quienes han participado en la ejecución del terror deben pagar por ello. Los que están presos han de cumplir sus condenas. Y se debe seguir investigando para resolver los más de 300 casos todavía sin resolver de la actividad criminal de ETA, persiguiendo a los culpables y llevándolos ante la justicia.
Pero, sobre todo, no podemos permitir que los verdugos, después de ser derrotados, puedan alardear de ello. O seguir difundiendo las ideas que justificaron el fascismo y el terror durante décadas.