Tendencias de voto entre la juventud

¿Que los jóvenes se han vuelto de derechas? OK Boomer!

Sí, las encuestas revelan un preocupante aumento de la intención de voto hacia Vox por parte de una parte de la juventud. Pero de ninguna manera nos vamos a tragar el “sapo” -el interesado clima de opinión- de que “la juventud en España se ha vuelto de derechas”

En los últimos años se ha abierto un debate sobre el comportamiento electoral de la juventud.

Los datos y las encuestas indican persistentemente un comportamiento muy diferente en la juventud según el sexo. Según datos del CIS, Vox ya es la opción más votada entre los jóvenes de 18 a 24 años, con un 36% de apoyo entre chicos frente a solo un 13% entre chicas. Mientras que las jóvenes votan mayoritariamente a opciones progresistas.

La verdad es revolucionaria. Debemos encarar la realidad para poderla transformar. Pero de ninguna manera nos vamos a tragar el “sapo” -el interesado clima de opinión- de que “la juventud en España se ha vuelto de derechas”

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¿Qué está pasando?

Hace más de una década, el 15-M puso en pie a toda una generación. Chicas y chicos, de manera unitaria, salieron a las calles contra la precariedad, los desahucios, la corrupción y el bipartidismo. Se levantaron plazas enteras al grito de “no nos representan” y con consignas profundamente progresistas.

Hoy, en cambio, asistimos a un fenómeno preocupante: una parte considerable de los varones jóvenes, uno de cada tres, en lugar de canalizar su descontento a través de posiciones progresistas, transformadoras, subversivas o revolucionarias… lo hacen apoyando posiciones conservadoras, y reaccionarias, a través de la ultraderecha.

La explicación no es simple ni única. Hay varios factores que se entrelazan:

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Riesgos de esta deriva

La extensión del voto masculino hacia la ultraderecha no es un simple dato electoral: supone una amenaza directa no solo para los derechos conquistados por la clase trabajadora, las mujeres y las diversidades; sino para esos mismos jóvenes que lo que hacen es tirar piedras contra su propio tejado.

Es la puerta de entrada a la normalización del racismo, la homofobia, el machismo y el fascismo. Y, sobre todo, dividen a la juventud: mientras las chicas avanzan en conciencia crítica y organización, los chicos se entregan a discursos de odio que los enfrentan a sus compañeras.

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¡Pero no me comas la bola!

La deriva reaccionaria y el más que preocupante avance de la ultraderecha entre los jóvenes es un hecho. Pero la inmensa mayoría de los jóvenes -también de los varones- no sólo no compran ese venenoso discurso, sino que lo rechazan. Unas defensas ideológicas que están felizmente más activas en la otra mitad de la juventud, la femenina.

Por tanto, que no nos coman la bola. No, señor, la juventud no es de derechas. Ni ahora ni nunca.

Por supuesto, no estamos condenados a que esta tendencia se consolide. Al contrario: hay una salida, y pasa por recuperar el espíritu del 15-M, pero con más organización como eje central.

La juventud no es, ni debe ser, un terreno abonado para el odio y la resignación. Como en 2011, tenemos la responsabilidad de levantar una alternativa que una a chicas y chicos en un mismo frente, contra la precariedad, el autoritarismo y la ultraderecha. La historia reciente demuestra que, cuando la juventud se organiza, puede poner en jaque a los poderosos. Esa es la tarea de hoy: organizar a la juventud en torno a una alternativa que de verdad este al servicio de sus intereses.