Apenas hemos iniciado la precampaña del 26-J, y algunos grandes medios, fuerzas políticas, sindicales o sociales nos dicen que estas elecciones «sí pueden ser decisivas», porque existe la posibilidad real de «echar al PP del gobierno». ¿Esto es lo más importante que está en juego el 26-J? ¿La cuestión clave se reduce a «echar al PP, a la derecha, a los corruptos» del gobierno? No. Lo realmente «decisivo» para el futuro del país y de cada uno de nosotros, está situado en un terreno muy diferente.
Dos únicos caminos posiblesAnte España solo hay dos caminos posibles: o Redistribución de la Riqueza, o un mayor empobrecimiento.Un empobrecimiento, fruto de un mayor grado de saqueo económico contra el país y el 90% de la población, que está vinculado inevitablemente a una creciente dependencia de España en el terreno político y militar de los planes norteamericanos, a más sometimiento a los dictados de la UE y a un recorte de las libertades.
Son dos destinos antagónicos, dos modelos estratégicos de país totalmente excluyentes. Y avanzar en uno u otro va a decidir como vamos a vivir en los próximos 10 ó 20 años, nosotros y nuestros hijos o nietos.
Pero sus consecuencias también las viviremos a corto plazo, determinando el futuro inmediato de los salarios, la sanidad, la educación, la democracia y las libertades… «De un nuevo modelo político que acepte las “líneas rojas” del dominio hegemonista y oligárquico solo podemos esperar para la inmensa mayoría más saqueo»
Y no existe un “camino intermedio” entre estos dos. O empezamos a avanzar por el camino de la Redistribución de la Riqueza (para lo que es necesario liberarnos de la “camisa de fuerza” de la cada vez mayor dependencia hacia la UE, el FMI, la “troika”…), o la dinámica inevitable es a que se nos imponga un aumento del saqueo económico y un mayor empobrecimiento al conjunto de la población.
No es posible “suavizar” los recortes, “flexibilizar” el saqueo o “renegociar” las condiciones de nuestra dependencia. La única alternativa posible es empezar a aplicar, desde ya, medidas de Redistribución de la Riqueza, defendiendo para ello nuestra soberanía nacional.
Esto es lo que está en juego en estas elecciones. Lo realmente “decisivo”.
Ataque frontal al 90%En mayo de 2.010 una llamada a altas horas de la madrugada de Obama a Zapatero dio lugar a la presentación, solo 48 horas después, del primer paquete de recortes.
Desde entonces nuevos “tijeretazos”, ejecutados primero por Zapatero y luego por Rajoy, han atacado frontalmente los intereses del 90% de la población: desde pensionistas a autónomos, desde parados a funcionarios, desde trabajadores a pymes…
No son las “consecuencias de la crisis”, que pueden dar paso a una “recuperación”. Es la ejecución de un proyecto, impuesto desde el FMI, la UE, la “troika”, cuyo centro es la intensificación del saqueo contra el 90% de la población.
Y que ha supuesto una mayor intervención sobre el país, con la llegada de “los hombres de negro” o los memorándums de Bruselas convertidos en los auténticos programas de gobierno en España. Además de un salto en nuestra participación en la OTAN al servicio de los intereses de la hegemonía norteamericana.
Bajo ese proyecto (aunque se “amplíen los plazos”, como ofrece la UE, o se “flexibilicen las condiciones”, como plantea el FMI) solo puede ampliarse la pobreza y la desigualdad.
Así lo confirman las nuevas exigencias de la UE, con nuevos recortes por valor de 15.000 millones de euros bajo la bandera de “cumplir con los objetivos de reducción del déficit”. Que saldrán de reducir todavía más la sanidad, la educación… O la propaganda sobre la “insostenibilidad del sistema de pensiones”, que haría necesaria “su reforma”, es decir nuevos y mayores tijeretazos.
Las fuerzas que representen este proyecto de saqueo y empobrecimiento para el 90% deben sufrir una severa derrota el 26-J.
La trampa del nuevo modelo políticoLos grandes centros de poder internacionales y nacionales necesitan, para imponer su dominio, dotarse de un modelo político que lo garantice y lo gestione.
Ese papel lo ha jugado durante décadas el bipartidismo, con dos grandes fuerzas concentrando el 80% de los votos y turnándose en el gobierno.
La extrema agresividad del proyecto de saqueo contra el 90%, ejecutado tanto por Zapatero como por Rajoy, ha dinamitado ese modelo político, convirtiéndolo ya en inviable.
Y el rechazo mayoritario a los recortes ha provocado la irrupción de un viento popular y patriótico con una influencia política cada vez mayor. Que ha crecido en cada una de las citas del largo ciclo electoral de 2015.
Estos dos factores ponen encima de la mesa la necesidad, ya aceptada por todos, de construir un nuevo modelo político.
Los resultados del 26-J van a determinar en qué nueva correlación de fuerzas se va a producir este cambio y hasta dónde va a llegar.
¿Es ese nuevo modelo político, adopte la forma de un “proceso constituyente” o de una “reforma constitucional” más limitada, el cambio que necesitamos para escapar de un futuro de empobrecimiento?
No parece que vaya a ser así. Porque el hegemonismo y la oligarquía están de hecho “pilotando” el cambio hacia ese nuevo modelo político para que sus intereses se garanticen y fortalezcan.
En ese nuevo modelo político muchas cosas deberán cambiar. Será necesario, ante el avance de la mayoría social contra los recortes, ofrecer concesiones bajo la forma de una “regeneración democrática”, acabar con las manifestaciones más agudas de la corrupcíón, una mayor eficiencia y racionalidad del modelo económico, algunas concesiones a determinadas demandas de las clases populares… «Llevar la Redistribución de la Riqueza al parlamento”, como plantea Recortes Cero-Los Verdes. Esto sí permitiría empezar a avanzar hacia un cambio real»
Pero el corazón de ese nuevo modelo político está en las “reglas del juego” que nadie puede cuestionar: la intensificación del saqueo contra el 90% de la población, la apropiación creciente por el capital extranjero de las principales fuentes de riqueza del país y la mayor integración de España en la maquinaria bélica de EEUU y sus planes de agresión y guerra contra otros países y pueblos.
Es decir, los principales pilares del proyecto hegemonista y oligárquico.
Todas las fuerzas que vayan a jugar un papel en ese nuevo modelo político deben aceptar estas “reglas del juego”. Tanto las “viejas” formaciones (PP y PSOE) como las “nuevas fuerzas” (Podemos y Ciudadanos). Y quien presente contradicciones con ellas debe ser marginado o excluido.
Por muchos cambios que imponga, de un nuevo modelo político que acepte las “líneas rojas” del dominio hegemonista y oligárquico solo podemos esperar para la inmensa mayoría más saqueo y más empobrecimiento.Para garantizar la continuidad de su proyecto de saqueo sobre la población, el FMI, la UE o la gran banca española necesitan que del 26-J surja un gobierno que gestione sus intereses. Su principal opción es la de un gobierno del PP con apoyos externos, o un gobierno de “gran coalición” en el que se integre también el PSOE. Apostando a que los resultados del 26-J permitan ejecutar estas opciones que quedaron bloqueadas tras el 20-D.
Pero también necesitan “reconducir” el avance de la mayoría social contra los recortes, impidiendo que se dote de una línea que cuestione de verdad sus intereses y proyectos.
Fuerzas como Podemos, y también Ciudadanos, han nacido y crecido impulsadas por el rechazo a los recortes y al dominio del bipartidismo.
Pero la línea defendida por la dirección de Podemos (y a diferente nivel también por la dirección de Ciudadanos) conducen objetivamente a que este movimiento popular se “integre” en el nuevo modelo sin desbordar los límites impuestos por los intereses fundamentales de la clase dominante.
Al considerar como “ineludibles” el euro, y por tanto el acatamiento en lo sustancial de la Europa alemana, o nuestra pertenencia a la OTAN, con nuestro papel como peones de la maquinaria militar yanqui, se aceptan las “líneas rojas” marcadas por Washington y Berlín como condición para participar en el “nuevo juego político”.Al reducir la lucha contra el saqueo económico a medidas “contra la emergencia social” en realidad se impide que podamos escapar de verdad del saqueo y empobrecimiento al que nos condenan.
La Redistribución de la Riqueza al parlamentoClaro que Rajoy ha sido el principal ejecutor de los recortes durante los últimos cuatro años, y por eso debe recibir un rechazo unánime el 26-J. Pero no es cierto que el “cambio decisivo” que “permita acabar con las políticas de austeridad” pase únicamente por “echar al PP del gobierno”.
Lo que necesitamos es que las clases populares conquistemos el grado suficiente de organización y fuerza política para plantear una batalla capaz de derrotar y echar abajo el proyecto de saqueo de nuestros enemigos.Y eso pasa por impulsar en el seno del movimiento popular una linea de Redistribución de la Riqueza.
Por eso el centro de toda la campaña de Recortes Cero-Los Verdes es “Llevar la Redistribución de la Riqueza al parlamento”.
Para situar en el centro del debate político propuestas como blindar las pensiones públicas en la Constitución, de forma que no puedan ser recortadas o privatizadas, elevar el salario mínimo a 1.000 euros limitando los “sueldos máximos” a 10.000 euros mensuales, o declarar una moratoria en el pago de los intereses de la deuda que permita revertir todos los recortes en sanidad, educación, ciencia y cultura.
Esto sí permitiría empezar a avanzar hacia un cambio que acabe con el saqueo y el empobrecimiento a la inmensa mayoría de la población.
Esto es lo que de verdad va a decidir nuestro futuro. Porque no es posible “suavizar” o “flexibilizar” los recortes. O empezamos a aplicar una auténtica Redistribución de la Riqueza o lo que nos espera -como ya han recordado la UE, el FMI o la gran banca española- es un empobrecimiento todavía mayor para la inmensa mayoría.
No debemos dejar que nos confundan sobre esto con falsas banderas donde lo único relevante en estas elecciones es echar al PP, a la derecha, a los corruptos del gobierno.
En estas elecciones, apoyar las candidaturas de Recortes Cero-Los Verdes es impulsar y extender una alternativa de Redistribución de la Riqueza, la única que se corresponde con las necesidades e intereses del 90% de la población.