En el primer ataque con proyectiles desde que se rompió el cerco a la capital la primavera pasada, los misiles del Kremlin vuelven a caer sobre Kiev, causando muerte y destrucción. Lo hacen también sobre Zaporiyia, sobre Lviv, Ternopil y Dnipro. En su impotencia por revertir sus derrotas en el campo de batalla, Putin se ceba sobre la población civil para tratar de minar la moral y la determinación de Ucrania por resistir a la invasión imperialista.
Un nuevo bombardeo con misiles de Rusia sobre Kiev -el primero desde junio- ha causado al menos 8 muertos y 12 heridos, según datos preliminares. La mayoría de los proyectiles -misiles de precisión- han caído en el distrito de Shevchenko, una gran área en el centro que incluye el casco histórico y varias oficinas gubernamentales.
Una de las explosiones se produjo cerca del edificio principal de la Universidad Nacional de Kiev, en el centro de la ciudad. Otra en un parque público, donde hay áreas recreativas para los niños o para que los ciudadanos jueguen al ajedrez. La tragedia podría haber sido peor. Según las autoridades ucranianas, Rusia ha lanzado 75 misiles, de los que 41 han sido derribados por las defensas antiaéreas.
Otras zonas del país han sido blanco de ataque esta madrugada, como los días anteriores. Las autoridades de Zaporiyia, en el sur -una región recientemente anexionada a Rusia tras la celebración de unos grotescos «referendums» bajo la amenaza de las tropas de ocupación rusas- acusan al Kremlin de haber causado al menos un muerto en un nuevo ataque con cohetes contra un bloque de viviendas de varios pisos. Un edificio fue partido por la mitad por un misil ruso, matando a la gente mientras dormía.
La capital de Zaporiyia, ciudad del mismo nombre, está siendo duramente castigada por la artillería de Putin. En los últimos días hasta 12 misiles han caído sobre Zaporiyia, en un nuevo ataque contra la infraestructura civil que causó al menos 13 muertos y decenas de heridos, incluidos niños. También se han registrado explosiones en Lviv y Ternopil, en el oeste, y en Dnipro, en el centro, todas con víctimas mortales y heridos.
Todos los ataques se han realizado contra localidades y zonas residenciales. Todos los misiles han impactado contra objetivos civiles (edificios de viviendas, centros de enseñanza, plazas y parques públicos) son valor militar alguno. Se trata de crímenes de guerra.
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Represalias sobre la población civil
No hay duda de que estos ataques, incluidos los nuevos bombardeos sobre Kiev, son represalias de Moscú por los reveses sufridos en la guerra, y muy especialmente por la voladura del estratégico puente que une la península de Crimea con Rusia. Se trata de una infraestructura crítica para la logística militar del Kremlin, por el que hasta ahora Moscú suministraba equipos militares pesados y provisiones a a las tropas en el sur de Ucrania.
Hace pocos días, en un sabotaje atribuido a Ucrania, un camión explotó en la parte automovilística del puente, lo que provocó un incendio en siete tanques de combustible en un tren cisterna en el lado ferroviario de la infraestructura. Dos secciones de la calzada de la autovía colapsaron en el ataque, en el que fallecieron al menos tres personas.
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La moral está de parte de Ucrania
Estos crímenes de guerra contra la población civil tratan de socavar la determinación de Ucrania por recuperar terreno en el campo de batalla. Pero lo cierto es que la que -según todas las informaciones- está gravemente socavada es la moral del ejército invasor.
Aunque las cifras son difíciles de determinar, el ejército ruso ha sufrido una muy considerable cantidad de bajas -EEUU cifró en julio en 75.000 las bajas de Moscú, entre muertos y heridos, antes de las actuales contraofensivas ucranianas en el Donbás o el sur del país- incluyendo daños significativos en sus mejores regimientos y la aniquilación de unidades militares enteras. La movilización militar parcial, que reclutará forzosamente a más de 300.000 nuevos soldados entre la población civil, además de provocar graves tensiones internas en Rusia, dudosamente podrá suplir a estos efectivos de élite perdidos.
Tampoco en material militar. Putin envió unos 2.700 tanques a invadir, de acuerdo a la cantidad de batallones tácticos desplegados. La verificación de Oryx indica que Rusia perdió un 43% de esa fuerza, es decir 1.312 tanques. De estos vehículos y material de combate, muchos no han sido destruidos, sino apresados por las fuerzas ucranianas. Hasta el punto que retirada rusa en los frentes de Járkov y Jersón ha aportado al ejército ucranio 21 tanques, 445 vehículos blindados de infantería, 192 vehículos blindados de combate y 44 lanzamisiles múltiples, y que ahora mismo Rusia se ha convertido en el principal suministrador (involuntario) de armas para Ucrania
A pesar de los horrores de la guerra castigan a Ucrania, a sus soldados y a su población, a pesar de que el miedo ha vuelto a los corazones de los habitantes de Kiev, una ciudad que había recuperado cierta «normalidad», la moral está más alta que nunca. Así se puede ver en los vídeos de los kievitas, cantando para darse valor mientras se refugian de nuevo en los túneles del metro.