En una entrevista con el periodista ultraderechista Tucker Carlson

Putin tira los tejos a Trump

“Si realmente quieren detener las hostilidades, deben dejar de proporcionar armas” a Ucrania, dijo Putin a Tucker Carlson. Pero el verdadero destinatario de este mensaje era Donald Trump.

La primera interviú que el presidente ruso, Vladimir Putin, ha concedido a un periodista occidental va más allá de lo que se suele llamar ‘entrevista masaje’. En un acto concebido casi como un monólogo del jefe del Kremlin no sólo repitió todas sus justificaciones para invadir Ucrania, ante un Tucker Carlon asintiendo complaciente. También envió un nada disimulado mensaje a EEUU: «si quieren detener las hostilidades, que dejen de enviar armas a Kiev».

Pero el receptor de ese mensaje no está ahora en la Casa Blanca. Es el representante de la fracción opuesta de la clase dominante norteamericana, que encabeza todas las quinielas para ser de nuevo el candidato republicano: Donald Trump.

Hasta hace no mucho Tucker Carlon era la más conocida de las estrellas televisivas de la cadena Fox, un mass media creado a finales de los 80 para ser el gran altavoz de las posiciones más ‘neocon’ del partido republicano, y de la clase dominante norteamericana alineada con él. Pero sus posiciones, no sólo alineadas con el trumpismo sino a menudo con los sectores aún más tenebrosos de la alt-right norteamericana, acabaron con ser demasiado ultraderechistas para la cadena de la derecha extrema.

Tras haber apoyado las tesis de fraude electoral y la toma golpista del Capitolio, Carlson fue defenestrado por Rupert Murdoch, y desde entonces se ha convertido en un gurú free lance del periodismo de ultraderecha, apareciendo por ejemplo en España, en las concentraciones fascistas ante Ferraz, para apoyar a Vox.

Esta es la controvertida figura a la que Vladimir Putin -tras más de dos años sin recibir a ningún medio occidental- le ha concedido una larga entrevista en el Kremlin. En esta ocasión no hizo falta poner una larga mesa de cinco o diez metros de longitud entre el periodista y el interpelado. La cercanía física e ideológica de ambos se hizo patente muchas veces a lo largo de una entrevista diseñada para ensalzar y amplificar el relato geopolítico de Moscú.

Con grandes dosis de sobreactuación, Carlson y Putin comenzaron su opereta con lo que parecía una broma pactada entre ambos. El periodista preguntó si Rusia se había sentido amenazada. “¿Por qué cree que EEUU podría haber lanzado un ataque sorpresa contra Rusia?”. “Nunca dije eso… ¿esto es un talk show o una conversación seria?”, respondió Putin ante una risa entre nerviosa y forzada de Carlson. «Oh, que bueno. Aquí tenemos una buena cita».

El magnate neoyorquino intentó durante sus cuatro años de mandato seducir a Rusia para tratar de atraerla al frente antichino, pero pudo más la sólida relación estratégica entre Moscú y Pekín que la sintonía personal entre Trump y Putin

Lo que vino a continuación no tuvo nada de entrevista. Invitado a explicar los motivos de su «operación militar especial» sobre Ucrania, que ahora va a cumplir su segundo aniversario, Putin se soltó un monólogo que bien podría haber sido un discurso de nochebuena, o una arenga patriótica para los rusos. Durante más de media hora -sin interrupciones- el jefe del Kremlin desgranó la historia de Rusia, Ucrania, Lituania y Polonia, remontándose al el Gobierno de Oleg el Sabio en el siglo IX, pasando por las disputas con el Imperio Otomano, y criticando la política exterior de la URSS de Lenin. Una pedante perorata para justificar porqué Ucrania es un país ficticio, al que los rusos tienen el “derecho histórico” de invadir.

Tras aquellos 30 minutos en los que Carlson no se atrevió a interrumpirle o a repreguntarle, el entrevistador por fin logró que Putin llegara al siglo XXI y a la actual guerra de Ucrania. El periodista ultra -que nunca ha escondido su apoyo a la invasión y su oposición a que EEUU sostenga militarmente a Kiev- preguntó sobre la hipotética existencia de contactos con Washington para una solución al conflicto.

Putin fue claro: “Si realmente quieren detener las hostilidades, deben dejar de proporcionar armas” a Ucrania”. No era un mensaje para el actual presidente norteamericano, Joe Biden, sino para el anterior… y que tal vez sea el próximo, Donald Trump.

El magnate neoyorquino intentó durante sus cuatro años de mandato seducir a Rusia para tratar de atraerla al frente antichino, pero pudo más la sólida relación estratégica entre Moscú y Pekín que la sintonía personal entre Trump y Putin. El líder republicano ha mostrado públicamente su interés en que EEUU deje de suministrar armas a Ucrania, y obligar a Kiev a que acepte la política de las conquistas consumadas, entregándole territorios a Rusia.

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La Comisión Electoral rusa rechaza la candidatura del principal oponente de Putin

A la búlgara

Boris Nadezhdin entregando las firmas necesarias para presentarse las elecciones rusas

Todo candidato a las elecciones presidenciales rusas que no se llame Vladimir Putin sabe que no tiene ninguna oportunidad de derrotar al actual inquilino del Kremlin, que controla todos los resortes del poder del régimen autocrático.

Pero la existencia de una candidatura contraria a la guerra de Ucrania, encabezada por Boris Nadezhdin, suponía una oportunidad para que saliera a relucir la cantidad real de rusos que se oponen a la feroz invasión imperialista.

Así que -desempolvando una vieja tradición del socialfascismo soviético- el régimen de Putin ha decidido hacer las elecciones ‘a la búlgara’. Han ilegalizado la candidatura antibelicista, y sólo podrá participar Putin y otras facciones ultranacionalistas del «partido de la guerra».

En las reuniones del Partido Comunista Búlgaro, se anunciaban siempre decisiones por unanimidad, a veces con más votos que votantes. Curiosamente, nadie discrepaba.

Todos los que como Vladimir Putin proceden de las entrañas del KGB recuerdan con media sonrisa aquellos buenos tiempos en los que, en las reuniones del Partido Comunista Búlgaro de los años de la Guerra Fría, se anunciaban siempre decisiones tomadas con disciplinada unanimidad, a veces con más votos que votantes. Curiosamente, nadie discrepaba, so pena de que el campo de trabajo o el veneno le hiciera reconsiderar su posición.

Es innegable que hoy por hoy, con el claustrofóbico encuadramiento político e ideológico de la población rusa -sobre la que se vierten a diario toneladas de propaganda ultranacionalista y de ensalzamiento del ‘Supremo Líder’ Vladimir Putin- el actual candidato del Kremlin ganaría las elecciones con una holgada ventaja. Pero ¿cuál es la correlación de fuerzas? ¿cual es la proporción de los ciudadanos que se oponen a Putin y a la guerra contra un país vecino con el que gran cantidad de rusos están unidos por múltiples lazos culturales, familiares y de afectos?

Mejor no correr riesgos. Alegando «irregularidades» en más de 9000 firmas de las más de 100.000 revisadas, la Comisión Electoral rusa ha rechazado a Boris Nadezhdin, opositor y antibelicista, como candidato en las elecciones presidenciales que se celebrarán entre el 15 y el 17 de marzo.