Fracasan (hasta ahora) los intentos por desactivar a Pedro Sánchez. Pero una cosa está clara, hay un hilo conductor que está en la base de todos los movimientos, sacudidas y divisiones que recorren las principales fuerzas políticas del país: impedir la formación de un gobierno de cambio alternativo al PP, basado en un acuerdo de las fuerzas parlamentarias que aglutinan la mayoría del voto del viento popular y patriótico (PSOE-Podemos-Ciudadanos-Compromís).
Cuatro meses después del golpe de mano que destituyó al secretario general elegido por las bases, Pedro Sánchez, y entregó la dirección del Partido Socialista a una gestora presidida por Javier Fernández, el Partido Socialista sigue desangrándose en medio de sus profundas divisiones internas.
Pedro Sánchez está tocado pero no desactivado pese a todos los intentos por hacerlo encabezados por Susana Díaz.
Las presiones de Washington y Berlín y la oligarquía española para reconducir al PSOE e impedir un gobierno de progreso y de cambio, expresión de la mayoría social progresista y de las propias bases socialistas, han reconducido al PSOE pero a costa de profundizar las fracturas internas y debilitarlo aún más.
La gestora presidida por Javier Fernández, cuyo principal objetivo es evitar que se recompongan y avancen las posiciones que representan a la mayoría progresista,suprimió la Conferencia Política que se proponía celebrar antes del Congreso, tratando de retrasarlo todo lo posible para ganar tiempo y enterrar los ánimos de los militantes y de los sectores indignados por el golpe de mano que defenestró a Sánchez y propició la investidura de Rajoy.
Defenestrado pero no desactivado
Hasta ahora, todos los intentos por desactivar al dimitido ex secretario general, encabezados por Susana Díaz y su equipo, han fracasado.
Por el contrario, proliferan las plataformas e iniciativas en todas las federaciones territoriales que están por un cambio progresista y que piden un giro a la izquierda y un modelo de partido que dé más protagonismo a la militancia, sobre todo mayor capacidad de decisión en cuestiones importantes, como la que impidieron los impulsores del golpe de mano sobre si facilitar o no el gobierno del PP.
Sobre estas bases Pedro Sánchez estaría tomando un nuevo impulso.Y siempre que las presiones de los centros de poder extranjeros y la oligarquía del Ibex-35 no las aborten, ante el miedo de que las bases vuelvan a convertir a Pedro Sánchez en secretario general, y un PSOE bajo la línea de Sánchez se convierta en un peligro para su proyecto y sus intereses.
Los movimientos dentro del Partido Socialista no cesan. Pero una cosa está clara, hay un hilo conductor que está en la base de todos los movimientos, sacudidas y divisiones que recorren las principales fuerzas políticas del país: impedir la formación de un gobierno de cambio alternativo al PP, basado en un acuerdo de las fuerzas parlamentarias que aglutinan la mayoría del voto del viento popular y patriótico (PSOE-Podemos-Ciudadanos-Compromís). Y que en el PSOE actúa de una forma especialmente dramática, ya que para los principales centros de poder oligárquico-imperialistas no es tolerable que en el todavía principal e histórico partido de la izquierda española se desarrolle una línea que ponga en cuestión sus intereses.
Apoyar y fortalecer las posiciones de la mayoría de progreso y cambio que hay en el seno del PSOE y en el sentir mayoritario de su militancia y base electoral, y luchar por unirse con ellas es lo que sirve a los intereses populares y de todo el país; y por lo tanto es la posición que debemos adoptar tanto las fuerzas progresistas y de izquierdas como los ciudadanos.
Por el contrario, tratar al Partido Socialista como si fuera “un todo” que facilita el gobierno de la derecha, es un grave error político que debilita la unidad de las filas de progreso, regeneración democrática y cambio.
Nada está todavía decidido. Pero de nuestra posición depende que contribuyamos a que se desarrolle una línea u otra.