A la profesora M. M. S., que explica Geometría y Topología en la Universidad en la que trabajo. Dos cosas son infinitas: la estupidez humana y el universo; y de lo segundo no estoy muy seguro. (Albert Einstein).
Previo a entregar a estampa mis escritos gusto de presentarlos a mis compadres patafísicos para que me den sus críticas razonadas. Frente al aplauso general sobre las inclinaciones sexuales del dictador Primo de Rivera, el color de la piel de la esposa del primer lehendakari y las bragas de colores de Rita Moreno en West Side Story (ver números anteriores de este papel) no ha sido así con el que sigue. A lo que parece, dizque, desta se me ha ido incontinentemente la pinza y me aconsejan que cambie o doble la medicación (Orfidal y otros relajantes musculares), y, sobremanera, que mude de psiquiatra, pues, tras largas décadas de tratamiento, se conforma con chapa y pintura sin entrar en a lo que parece ser que soy: un asesino en serie en potencia. Mi poco pero selecto público concluirá, tras leer estas mis meditaciones, si los sátrapas tienen su punto de razón o yerran.
El capítulo XLI -y último- de Gestas y opiniones del doctor Faustroll (1911), de Alfred Jarry, está dedicado a demostrar matemáticamente la superficie de Dios. La profesora Marta Macho Stlader, de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), ha traducido y colgado en la red tal capítulo y me apunta que las fórmulas matemáticas faustroll-jarrylescas son tan ciertas como los milagros de Mahoma pero ambos reconocemos el mérito literario de las letras en cuestión, por arriesgadas y novedosas. Ella es especialista en Teoría Geométrica de Foliaciones y Geometría no conmutativa a la par que topóloga de fama internacional y yo -como es sabido- no soy especialista en nada por lo que sus exégesis científicas me merecen toda confianza.
El colofón de tal capítulo y libro es uno de los puntales del patafrikismo del que yo soy su más indigno servidor: DIOS ES EL PUNTO TANGENTE DE CERO Y DEL INFINITO. La ‘Patafísica es la ciencia…
Los sátrapas somos tan, tan, librepensadores que consentimos con la existencia de Dios -díjolo el doctor Faustroll y punto en boca- pero no entramos ni por el forro en las disquisiciones y litis que desde el principio de los tiempos se traen las religiones monoteístas sobre quién es el verdadero dios: Yahvé, Alá, Buda, Manitú o un idolillo pintarrajeado de una tribu de Tasmania no contaminada por teologías. El dios judeocristiano es un sujeto eternamente cabreado que te amenaza con una lluvia de azufre de no seguir a pies juntillas sus mandados; es, pues, un absolutista, un tirano, un sátrapa a la forma persa, pese a que su hijo Jesucristo, por mor de su bonhomía, hiciera una revisión del Antiguo Testamento pero el mensaje primigenio del Padre seguí ahí, latente. De los otros peces gordos ni hablamos salvo la honrosa excepción de Buda que se la pasa sesteando todo el rato haciendo interminables digestiones de la especiada comida hindú y no es peligroso salvo por sus eructos y cuescos. De sernos sometidos a tormento y tortura, los sátrapas patafísicos optaríamos por el último que he mencionado pues protege al poblado de los ataques del diablo de Tasmania y de las picaduras de la tarántula que es un bisho mu malo que no se mata con piedras ni palo. Es una deidad enrollada, gallardamente enfrentada a los otros por muy barandas que sean y por mucha peña de groupies que tengan.
Pasado, pues, este primer bosquejo de Teología patafísica hincaremos el diente a un asunto de grave interés y al que dedicamos todos los esfuerzos de nuestro I+D+I’p particular, conocido en la comunidad científica internacional como CSCMAA (Centro Superior de Ciencias Metafísicas del Ambiente Atmosférico), y, concretamente, a su Departamento de Autotísica, Ciclogenéticas Compulsivas y Lado Oscuro de la Fuerza, (ACCLOF), nuestra joya de la corona.
La Astrofísica vulgar es un jamacuco que ha lamido el tarro a los mejores talentos de la Humanidad: Einstein, José Arcadio Buendía (de Cien años de soledad), Darth Vader (de verdadero nombre Anakin Skywalker), Santa’s Little Helper (el perro de los Simpson)… y así hasta lo infinito.
No hay hijo madre que pase a limpio las leyes del Universo pues quienes las escriben son unos zumbaos a los que hay que recomendar que cambien de camello. ¿Pero qué milonga es esa de los neutrinos, las supercuerdas, la teoría del campo gravitacional, del campo electromagnético y la mecánica cuántica? Paparruchadas. Melonadas de científicos y universitarios (pícaros, que viene a ser lo mismo) que tratan de aturullarnos con sus numerajos y formulaciones quiméricas de dudoso gusto.
Vayamos por partes. Según la cosmología física practicada por los mentirosos astrofísicos vulgares, el Universo tiene forma de cucurbitácea o de balón de rugby, pero, hete aquí, que si coincidimos que Dios es un punto tangente, el Universo es redondo ¿Cómo es posible que Dios -un tío agobiao con un curro de cortar que tiene que llevarse trabajo a casa hasta en los fines de semana- esté en el punto Ψ o en Ω en un Universo en forma de pepino? El tipo no controlaría a la peña que está en gamma (Γ) o épsilon (ε), y, como ya hemos dicho que es un tirano, estallarían insurrecciones y revueltas para derrocarle sumiendo al Universo en una anarquía que Él no puede consentir como persona de orden que es.Tiene que estar al loro de todas las movidas en su observatorio tangente, como es obvio.
A mayor abundamiento baste con observar la Naturaleza. Tras una buena ciclogenética compulsiva (ciclogénesis explosiva, para los meteorólogos vulgares, unos sonsos, y las encantadoras chicas del tiempo de la tele, unas mandadas) observamos que la delicuescencia de las partículas de agua atravesada por los rayos del sol nos da un espectro luminoso al que denominamos arc en ciel. ¿Pero, y aquí está la cuestión, qué forma geométrica tiene el arco iris? Es una media circunferencia y por tanto es ¡redondo! De ser el Universo una elipse, las fuerzas centri-petás y centrí-fugás se reproducirían a su imagen y semejanza y nuestro arc en ciel sería un arco gótico y no románico como el que ahora disfrutamos.
No hay hijo madre que pase a limpio las leyes del Universo pues quienes las escriben son unos zumbaos a los que hay que recomendar que cambien de camello.
Conclusión: el Universo es redondo como una naranja como lo es la Tierra (José Arcadio Buendía dixit) y a ver quién es el hijo de vecino que a partir de ahora tiene la osadía y los santos bemoles de mantener que el Cosmos tiene forma apepinada.
No resisto a detenerme y mencionar un manojillo de grandes dilemas de la Humanidad, aparte del de descifrar las instrucciones de montaje de los muebles de Ikea y que merece capítulo aparte. Me refiero a la existencia de vida extraterrestre, de las barreras y fronteras que impiden que los planetas y estrellas salgan de los límites de este nuestro Universo sumido una perpetua entropía, y, sobremanera, de la llegada del Anticristo.
¿Y quién no nos garantiza, digo y ahí dejamos la cosa, que existen en una gota de agua unos hombrecitos verdes con una civilización más avanzada que la nuestra? (Brian Greene, El universo elegante).
O, que para la buena gobernanza del caos universal existen unas membranas -llamadas branas- en los límites de nuestro Universo a fin de que no salgamos escopetaos a universos paralelos en los que no tenemos garantía de la existencia de nuestro bareto en la esquina y demás desgracias sobrevenidas? (Lisa Randall, Universos ocultos: Un viaje a las dimensiones extras del cosmos).
Y, por último, ¿cuándo y en qué forma será el final de nuestra civilización? La respuesta nos la da el catolicismo con la llegada del Anticristo, que acongoja bastante. (Pássim en Apocalipsis y 1 Juan 2, 18; 2, 22, … et álii)
Obviamente, los sátrapas llegamos más lejos que los textos vicarios, que para nosotros no dejan de ser unos vulgares bestsellers, y mantenemos que el acabose vendrá en forma de meteorito y que se irá todo al diablo por lo que aconsejamos correrse cuchipandas y parrandas hasta la llegada del aciago día y recomendamos desoír las futuras instrucciones del Consejo de Ministros extraordinario y a sus llamados de urgencia (autoparlantes por las calles, informativos especiales llevados por Kuko Matamonos y Pelén Estepán, etc.) en los que se aconsejará a la población refugiarse en cuevas, sótanos y garajes provistos de botes de fabada La Asturiana y demás municiones de boca.
Nuestro Centro Superior de Ciencias Metafísicas del Ambiente Atmosférico tiene datos irrefutables sobre la inminente llegada del Anticristo (en forma de meteorito, reiteramos) pero que no queremos hacerlo público para no crear alarma social.
Tras lo dicho, la vaina está clara: la ‘Patafísica es la verdadera ciencia y quien lo ponga en duda merece ser pasado por la guillotina por tener el cerebro más simple que el hidrógeno y por memo, majadero y sandio. Y se acabó la diversión, llegó el doctor Faustroll y mandó callar. He dicho.
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