Portugal y Grecia, dos países del sur de Europa, han iniciado otro camino, demostrando que otra política, y otra Europa, son posibles. Aunque con trayectorias distintas hay una coincidencia esencial en los fustes de las políticas que están llevando adelante. Después del saqueo sufrido, muy duro en Portugal y extremadamente cruel en Grecia, ambos gobiernos han decidido enfrentarse a las imposiciones de los grandes centros de poder mundial, ejercer su soberanía, y unir para redistribuir la riqueza.
¿Portugal, milagro económico? En 2015 con la llegada de un nuevo gobierno, el gobierno de António Costa, basado en el apoyo parlamentario de una alianza de izquierdas que además del gubernamental Partido Socialista Portugués, incluye, sin presencia en el gabinete, al Partido Comunista Portugués y al Bloco de Esquerda, Portugal dijo no a seguir con los recortes, impuestos desde Bruselas y llevados adelante por el anterior gobierno de Pedro Passos Coelho.
Se eliminaron los recortes en salarios, pensiones y seguridad sociale, incluso, se llegó más allá: se aumentó el salario mínimo –un 15%, hasta los 557 euros-. Igualmente se incentivó a las empresas con ayudas al desarrollo, mejoras fiscales y financiación. Y recientemente el gobierno socialista aprobó una ley que obliga a pagar lo mismo a hombres y mujeres.
Con tales medidas, las empresas pequeñas y medianas empezaron a aumentar su producción y sus exportaciones, y en 2018 Portugal registró el mayor crecimiento económico en los últimos diez años: el turismo ha crecido, el desempleo se ha reducido a más de la mitad(del 16% en 2013 al 6,7%) y la inversión extranjera se ha elevado de forma exponencial. Las exportaciones suponen ya el 43% del PIB. El turismo ha subido al 17%, con casi 13 millones de turistas el año pasado. Las ventajas fiscales para profesionales y jubilados han contribuido también a la mejora económica.
La deuda pública ha empezado a ser reducida pasando del 133% al 124%, Portugal ha devuelto por anticipado al FMI las cantidades prestadas, y el déficit fiscal ha bajado del 4,4% al 1%, así se espera que en 2020 se consiga superávit por primera vez en un cuarto de siglo.
Aunque se haya reducido el gasto público, no se ha hecho en educación, sanidad y servicios sociales, al contrario se ha elevado ligeramente, por ejemplo en educación, existiendo el consenso político, para que sirva de palanca del crecimiento económico y de democratización cultural. Se han recuperado 1.000 millones de euros recortados por el anterior gobierno. Portugal dedica un 5,1% de su PIB en educación -frente al 4,7% de media de la UE-. El abandono escolar temprano ha descendido desde el año 2000 del 44% al 12,6%. Portugal también se propone que sus jóvenes cualificados emigrados vuelvan al país para emprender – entre 2010 y 2015 más de 200.000 portugueses se fueron en busca de trabajo a Reino Unido, Alemania, Francia y Suiza-.
¿Grecia, retroceso o avance?
El saqueo infligido estos años a Grecia ha sido tan cruel que hasta el mismo presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker tenía que reconocerlo, a principios de este año, “las instituciones europeas hemos aplicado una austeridad irreflexiva; hemos insultado a Grecia; y no fuimos lo suficientemente solidarias con Grecia durante los años más duros de la crisis”. El reconocimiento llega tarde, cuando el daño ya está hecho y después de haber extraído más de 200.000 millones de euros durante el saqueo a Grecia. Medio millón de jóvenes, de aproximadamente 10 millones de habitantes, han emigrado debido al salvaje saqueo entre 2008 y 2010.
Ahora el propio FMI prevé que Grecia crecerá en 2019 un 2,4%, lo que la coloca entre las más pujantes economías de la Eurozona, con una bajada de un punto en el porcentaje del paro. El peso de las exportaciones en el PIB está aumentando constantemente. Y Grecia ha vuelto a participar en los mercados de deuda, colocando 5.000 millones de euros al 6,25% de interés, cercano al tipo que se aplica a Italia.
Grecia crece de nuevo y Syriza busca recuperar el poder adquisitivo de las clases populares. En enero, el ejecutivo de Tsipras anunció una subida del salario mínimo del 11% y el fin de los recortes contra las pensiones. Ha reducido el IVA y comenzado a restaurar las ayudas de vivienda y dependencia. Ha restablecido los mecanismos de negociación colectiva abolidos por exigencia de la troika; mejorando los salarios de los trabajadores jóvenes; y desmontando las medidas que expulsaron a 3,5 millones de personas de la sanidad pública.
¿Qué tienen en común las políticas de Portugal y Grecia?
Obviamente son dos experiencias con trayectorias aparentemente muy distintas, pero hay una coincidencia esencial en los fustes de las políticas que están llevando adelante.
Hoy en Portugal, con un gobierno presidido por el socialista António Costa, constituido en noviembre de 2015 por el acuerdo entre el Partido Socialista, el Partido Comunista y el Bloco de Esquerdas, la situación es claramente diferente, gracias al cambio de rumbo de la política económica y social.
Un gobierno del Partido Socialista, sin participación directa pero con el apoyo parlamentario de esas dos formaciones, basado en cuatro puntos: contra los recortes salariales, reposición de las pérdidas salariales a los trabajadores públicos; aumento gradual del salario mínimo desde los 515 euros a los 600 en 2019; acabar con los recortes de pensiones y actualizarlas; y revertir las privatizaciones de empresas públicas rentables, revocarlas y recuperarlas.
Un “gobierno a la portuguesa” que no es estrictamente un “gobierno de izquierdas”, es un gobierno que ha tomado medidas progresistas y de justicia social, como han reafirmado tanto el Bloco de Esquerda como el PCP, los dos partidos que apoyan al gobierno sin estar dentro. Y ha sacado a Portugal de la crisis, revirtiendo recortes y desandando el camino de la austeridad impuesto por la troika; subiendo sueldos y pensiones, recuperando inversión pública en sanidad y educación, y mejorando las condiciones de vida de los portugueses.
Por su parte y pese a todo tipo de embestidas, en Grecia el gobierno de Syriza sigue en pie. La defensa de su autonomía frente a las políticas de saqueo han sido su política y su fuerza principal para enfrentar las dificultades. A veces ha parecido que cedía en sus posiciones ante el hostigamiento decretado por Merkel. Sin embargo ha demostrado su firmeza. La trayectoria del gobierno griego ha sido muy dura pero muy sabia. Con un zig-zag absolutamente clarividente y consecuente, Syriza ha sabido ceder en lo secundario, llegando a pactar con un sector de la derecha democrática para mantener lo principal, dando un necesario paso atrás para avanzar hoy dos pasos: una Grecia con autonomía al margen de los bastones de mando de potencias extranjeras.
Portugal y Grecia demuestran que se puede salir de la soga de los recortes y “programas de rescate” de la troika, encabezada en el caso de Grecia por una Alemania destructora. Demuestran que las imposiciones de los grandes centros de poder mundial no son ineludibles cuando un gobierno ejerce su soberanía y se planta ante sus mandatos. Y fortalecen el camino de buscar una amplia unidad política para la redistribución de la riqueza: la única vía de salir de la crisis en beneficio de la mayoría.