«En los próximos años, cada vez que un portugués se queje de la escasez, del hambre, de la política ciega de recortes en derechos sociales, siempre habrá alguien que señale con el dedo y acuse: fue el PS quien les abrió la puerta. El PS no tuvo consideración ni por sí mismo y cedió a la presión del jefe de Estado y de los partidos que se dirigen a apropiarse de los sillones del poder con un mínimo costo político.»
Sólo hizo falta una alabra de la banca para que la resistencia de acero del PS tuviera la consistencia de la gelatina. Las agencias de calificación presionaron a la República y al Gobierno hasta que se dieron cuenta de que en vez de rezar a los santos era más directo y eficaz orar al dios del dinero, presionaron a los bancos, y los bancos no necesitaron siquiera presionar al Gobierno. Fue suficiente hablar y decir lo que querían: Plan Europeo y FMI, ya. (DIARIO ECONÓMICO) JORNAL DE NOTÍCIAS.- El día 6 de abril de 2011 quedará grabado en la historia de Portugal como un día triste. Muy triste. Ayer, nuestro país capituló, no sólo bajo la presión de los mercados, sino ante sí mismo. Cabe a los partidos y altos funcionarios de la nación dar ejemplo. La campaña electoral ya informalmente en marcha será un barómetro importantísimo para que nos demos cuenta si están a la altura de las circunstancias. En este caso, estar a la altura de las circunstancias implica "apenas" decir la verdad. Por desgracia, es de esperar lo contrario: como el futuro próximo será definido por el FMI, los partidos estarán tentados de hablar del pasado, buscando frenéticamente al más culpable… CORREIO DA MANHÂ.- Las peripecias de la declaración de Sócrates al país es una metáfora de este lamentable proceso que terminó con el rescate externo. El primer ministro anunció demasiado tarde una medida que debería haberse tomado, sin dramas, hace varias semanas. Portugal ya ha pagado muchos millones de euros en intereses y rebajas en la calificación de la República, los bancos y las grandes empresas por esta demora. La realidad se ha impuesto a la terquedad del Primer Ministro, que había hecho de la resistencia a la intervención externa su tema favorito en el debate político. Portugal. Diario Económico Ya está Joâo Paulo Guerra Duró muy poco la fuerza indomable, la valentía sin precedentes, la incontrovertible oposición del Partido Socialista al recurso al FMI. En los próximos años, cada vez que un portugués se queje de la escasez, del hambre, de la política ciega de recortes en derechos sociales, siempre habrá alguien que señale con el dedo y acuse: fue el PS quien les abrió la puerta. El PS no tuvo consideración ni por sí mismo y cedió a la presión del jefe de Estado y de los partidos que se dirigen a apropiarse de los sillones del poder con un mínimo costo político. Sólo hizo falta una palabra de la banca para que la resistencia de acero del PS tuviera la consistencia de la gelatina. Las agencias de calificación presionaron a la República y al Gobierno hasta que se dieron cuenta de que en vez de rezar a los santos era más directo y eficaz orar al dios del dinero, presionaron a los bancos, y los bancos no necesitaron siquiera presionar al Gobierno. Fue suficiente hablar y decir lo que querían: Plan Europeo y FMI, ya. Parece que estamos en el PREC [los 2 años que siguieron a la Revolución de los Claveles. NdT], ahora, pero a la inversa. Treinta y siete años después del 25 de abril, ¡la banca es quien más manda dentro de ti, oh ciudad! [“o povo e quem mais ordena dentro de ti o cidade”, estribillo de Grandola, vila morena, la canción que puso en marcha la revolución del 25 de abril. NdT] Al mismo tiempo, el país asiste –una parte del país sin duda incrédulo– al espectáculo de los consejeros de Estado acusándose mutuamente de mentir en torno a si fue o no tratada en la última reunión del Consejo la cuestión de la petición de la intervención externa en la crisis financiera de Portugal. El Consejo, órgano de asesoramiento del jefe de Estado, tiene carácter reservado y sus actas son secretas durante 30 años. Pero he aquí que un consejero rompe el secreto y la reunión se transmite a la plaza pública en términos a la altura de quienes los usan. Por estas y otras, y por estos y otros, cada vez más se confirma la profecía de que "Portugal no es un país, es un sitio mal frecuentado." DIARIO ECONÓMICO. 7-4-2011 Portugal. Jornal de Notícias Un día triste El día 6 de abril de 2011 quedará grabado en la historia de Portugal como un día triste. Muy triste. Ayer, nuestro país capituló, no sólo bajo la presión de los mercados, sino ante sí mismo. La solicitud de ayuda exterior es la manifestación perfecta de dos realidades que vivimos durante años, pero no percibimos. En primer lugar, fuimos caminando (acelerando puede ser más correcto) alegremente contra la pared, seguros de que algún día alguien nos salvaría de la violenta colisión. Un puro engaño. En consecuencia, como no hemos podido gobernarnos a nosotros mismos, pasamos la responsabilidad a otros. Los costos, brutales y prolongados en el tiempo, de este hecho nos obliga a pensar en la segunda realidad: el modo de vida que elegimos seguir en las últimas décadas se acabó. Conviene que nos mentalicemos sobre esto: nada será como antes. Y si vuelven a ser, cuando las cuentas públicas estén en orden y aliviada la asfixia, no tengamos ninguna duda: volveremos a ser, como a partir de ahora, controlados desde Bruselas. El Gobierno, cualquiera que sea, no pasará de ser un simple empleado de la Comisión Europea, o de quien tenga el mandato de Bruselas para dictar el rumbo del país. El día 6 de abril 2011 se liquidó el sueño (irreal) que alimentó a los portugueses: No se puede vivir eternamente por encima de nuestras posibilidades. Un día llega la cuenta. Y es pesada, muy pesada. Vale la pena, por supuesto, hacer un balance de las culpas, ya que algunos son más culpables que otros. Pero hoy, el primer día de muchos días de fuerte oleaje, debemos tener en cuenta que la entrada del FMI (para usar unas siglas que todo el mundo conoce) en Portugal nos enfrenta a todos, sin excepción, con un desafío: el de dar lo mejor de nosotros mismos para superar las dificultades gigantescas, ciclópeas, que tenemos por delante. Cabe a los partidos y altos funcionarios de la nación dar ejemplo de esto. La campaña electoral ya informalmente en marcha será un barómetro importantísimo para que nos demos cuenta si están a la altura de las circunstancias. En este caso, estar a la altura de las circunstancias implica "apenas" decir la verdad. Por desgracia, es de esperar lo contrario: como el futuro próximo será definido por el FMI, los partidos estarán tentados de hablar del pasado, buscando frenéticamente al más culpable… JORNAL DE NOTÍCIAS. 7-4-2011 Portugal. Correio da Manhâ Un rescate para que el país cambie de vida Las peripecias de la declaración de Sócrates al país es una metáfora de este lamentable proceso que terminó con el rescate externo. El primer ministro anunció demasiado tarde una medida que debería haberse tomado, sin dramas, hace varias semanas. Portugal ya ha pagado muchos millones de euros en intereses y rebajas en la calificación de la República, los bancos y las grandes empresas por esta demora. La realidad se ha impuesto a la terquedad del Primer Ministro, que había hecho de la resistencia a la intervención externa su tema favorito en el debate político. El primer gobernante en tirar la toalla fue el Ministro de Hacienda que en una declaración escrita a "Negocios" reconocía –después del fracaso de una emisión de deuda pública por la que hubo que pagar tasas pornográficas y sin interés entre los inversores extranjeros– que la petición de ayuda era inevitable. La falta de interés de los inversores institucionales siguieron al grito de advertencia de los mayores bancos nacionales, sin dinero y con el recurso al crédito del BCE amenazado por la degradación de la calificación. Las declaraciones de Santos Ferreira y Ricardo Espírito Santo Salgado, el mayor banquero nacional, han acelerado un proceso que Sócrates quería aplazar al 5 de junio. Después del descrédito externo al que ha llegado Portugal, el rescate es un mal menor. No es un proceso indoloro. Costará muchos sacrificios. Por desgracia, Portugal ya es un cliente habitual de las operaciones de rescate exteriores. Es la tercera desde 1977, pero esta será más difícil que las anteriores debido a que el país ha perdido su poder sobre la política monetaria y cambiaria. Con el escudo, el primer paso sería la devaluación de la moneda, que es una forma indirecta de recortar los ingresos de las familias, pero que hace que la economía sea más competitiva, porque baja el precio de las exportaciones y encarece las importaciones. Como compartimos el euro, las medidas sustitutivas serán más difíciles, pero los remedios estarán en los recortes en los ingresos y el aumentos de impuestos. La ventaja de la intervención es que los socios europeos, con la asistencia del FMI, se encargarán de supervisar las medidas necesarias. Portugal mismo tiene que cambiar de vida, con cuentas reales, sin trucos, con un Estado mejor administrado y una economía que tenga por motor al sector productivo. CORREIO DA MANHÂ. 7-4-2011