Las vacaciones de agosto me llevaron a Lisboa, una escapada familiar con mi mujer y mi hija, que no es mi intención relatar en este artículo. Pero una sola anécdota de este viaje me permitió, con más claridad que algunos análisis políticos, percibir algunos aspectos claves de la actual situación portuguesa.
Asistíamos, junto a un pequeño grupo de turistas españoles, a las explicaciones de una guía que nos condujo por algunos de los rincones más emblemáticos de Lisboa. Pero en un determinado momento, para sorpresa de todos, la guía abandono su “papel oficial” para defender la gestión del gobierno portugués, una coalición de izquierdas que ha emprendido un camino diferente al de la imposición desenfrenada de recortes sociales. Para nuestra guía las cosas no solo van bien en Portugal, sino que van a seguir mejorando. Una confianza y optimismo, y un nivel de apoyo social al gobierno, que como pude comprobar en otras conversaciones, está extendido entre la sociedad portugesa.
Al volver a España una noticia puso números a esas sensaciones. El gobierno portugués, y tanto el FMI como la Comisión Europea lo confirmaban, anunciaba un crecimiento del 2,9%, el doble que el año anterior, notablemente superior a la media europea e incluso mayor que el registrado en el periodo de bonanza anterior a la crisis.
Portugal ha comprobado como decir no a los recortes sale muy rentable. Y lo está celebrando.
El pasado mes de mayo, la propia Comisión Europa felicitaba al gobierno portugués por su gestión económica, sacando al país vecino del procedimiento por déficit excesivo, lo que le permite recuperar parte de la autonomía perdida.
Ahora se anuncia que el país va a cerrar 2017 con el mayor crecimiento desde su adhesión al euro en el año 2000. Unas cifras cercanas al 3% que casi duplican el crecimiento del 1,8% registrado el año pasado.
El FMI se ha visto obligado a revisar las cifras de crecimiento publicadas hace tan solo dos meses, incrementándolas un punto. Además, el paro descenderá hasta el 9,4%, se cumplirán con creces las metas de déficit que exige Bruselas…
Cuando le preguntaron al presidente portugués, el socialista Antonio Costa, como explicaba que Portugal estuviera mejorando en prácticamente todos los aspectos, contestó que “aquello que parece lo más improbable, como que las vacas vuelen, puede llegar a no serlo y que las vacas puedan volar”.
Su ministro de Economía, Caldeira Cabral explica esta metáfora: “Acabamos con la austeridad, subimos salarios y pensiones, adoptamos una política moderada y responsable, aseguramos que no habrá más recortes”. Y eso ha disparado el crecimiento.
Frente a las falsas ecuaciones defendidas por Merkel o la troika, Portugal está demostrando que menos recortes equivale a más crecimiento.
En octubre de 2015 la unión de los votos del Partido Socialista, el Bloque de Esquerda y el Partido Comunista permitió echar al gobierno conservador que había impuesto una oleada de recortes sin precedentes. Y empezó a aplicarse una política diferente, moderada y que no cuestionaba los compromisos internacionales de Portugal con Washington o Bruselas, pero que permitía revertir parte de los recortes.
Se elevaron las pensiones al nivel previo a la crisis, se incrementó el salario mínimo desde 505 euros a 557, anunciando nuevas subidas anuales, se redujo el IVA del 23% al 13%, se restableció el sueldo de los funcionarios, se aumentó el gasto en sanidad, educación, cultura, se protegió a las familias amenazadas por los deshaucios o los cortes energéticos, se paralizó o pospuso parte del salvaje programa de privatizaciones…
Solo dos años después, los resultados son espectaculares, con un nivel de crecimiento económico desconocido en Portugal y que está revirtiendo en mejorar las condiciones de vida de la población.
Un rumbo que cuenta con un creciente apoyo social. Según todas las encuestas, el 63% de los portugueses considera “buena o muy buena” la gestión del gobierno de coalición, que si hubieran hoy elecciones obtendría una mayoría absoluta.
Las lecciones de Portugal nos ponen encima de la mesa valiosas enseñanzas para España.