Ha muerto víctima de la leucemia Luis Aragonés, el principal responsable de que España, el mismo país que es degradado en otros ámbitos, se haya convertido en la referencia a imitar en el planeta fútbol. Y quien mejor ha explicado las razones del éxito ha sido Xavi Hernández, cerebro de la selección y del Barí§a. Al desvelar que, en una de las conversaciones que se prolongaron durante horas en la concentración de la Eurocopa de 2008, Luis le espetó: «Usted no es japonés, usted entiende lo que le digo». De esta manera tan castiza se creó un vínculo entre un madrileño y un catalán que cambió la historia de la España futbolera. Acabamos ganando la Eurocopa, y luego el Mundial. Victorias que han trascendido el mundo del deporte para enseñarnos que, cuando sabemos quiénes somos y nos empeñamos en demostrarlo, tenemos más de la mitad del partido ganado.
Todos los campos de fútbol de España, y cabe decir todo el país, ha rendido homenaje a Luis Aragonés. Hoy todos lo admiran y nadie le discute. Pero no siempre fue así. «Y que lo sepa: usted y yo nunca fuimos japoneses (Xavi Hernández)»
Luis Aragonés llegó a la Eurocopa del 2008 enfrentado con los directivos de la federación, y con la firme decisión de no continuar como seleccionador.
Pagó un alto precio por atreverse a cambiar la historia del fútbol español.
Decidió jubilar a la “furia española” para alumbrar el nacimiento del “tiki-taka”.
Sabía que “no podemos correr como los alemanes”, pero que sí tenemos el talento para convertir el balón en nuestro aliado, porque “la pelota tiene música y hay que acompañarla bien”.
Luis entregó el mando de España a Xavi Hernández, en un momento donde sus méritos no se reconocían ni en el Barcelona. Y le rodeó de los mejores peloteros, los Iniesta, Silva, Cesc… esos “pequeños” que eran auténticos “jugones”.
Convenció a los futbolistas españoles de que eran mejores que todos los extranjeros que eran las estrellas en sus clubes.
Y entonces, todo cambió. La selección que no era capaz de superar “el trauma de los cuartos de final” se proclamó campeona. Y lo hizo ganándose la admiración de todo el mundo.
El virtuoso juego de España se convirtió en la referencia que todos querían imitar. Alemania quería jugar como España. E incluso Italia, arquetipo del fútbol defensivo, cambió para tratar mejor el balón.
Luis Aragonés no solo nos legó un estilo, también construyó un equipo. La selección española, hasta entonces dominada por intrigas y enfrentamientos, se convirtió en referente de unidad.
Los Xavi o Iniesta –referentes del Barcelona- se entrelazaron con Iker Casillas o Sergio Ramos –emblemas del Real Madrid-, encabezando a la mejor generación de futbolistas españoles.
Muy lejos quedan los tiempos donde ERC colocó en su sede central la bandera alemana, el mismo día que España se enfrentaba a los germanos en la final de la Eurocopa.
Pocas horas después, en las calles de Barcelona se festejaba el triunfo español, como también sucedió en Bilbao o Donosti.
Y sin el triunfo de España y su “tiki-taka” no hubiera sido posible el Barça de Guardiola.
Cuando mejor le ha ido a España, mejor le ha ido al Barça. Y los éxitos de la selección han supuesto una inyección de autoestima en un momento donde todos los centros de poder mundiales querían doblegarnos.
Y en el origen de todo esto, nos encontramos con un madrileño que se ha ganado para siempre el cariño de toda España.
Un Luis Aragonés visceral y ajeno a la doblez, excesivamente madrileño y por ello capaz de conectar con los catalanes “mes assenyats”.
Xavi Hernández se despedía de él en un artículo con un “hasta siempre, mister. Y gracias por todo”. Confesándole que “y que lo sepa: usted y yo nunca fuimos japoneses”.