En unas condiciones “óptimas” para ellos -con una repetición electoral que potenciaría la abstención en la izquierda, y un aumento de la tensión en Cataluña- PP y Vox han vuelto a fracasar en su intento de articular una mayoría de gobierno. Esta es una de las mejores noticias de estas elecciones.
A pesar de su avance -especialmente preocupante en el caso de Vox- el rechazo que generan es mucho mayor, y eso les impone unos límites que tampoco el 10-N han sabido sortear.
La repetición electoral ha otorgado una “segunda oportunidad” a PP y Vox. En abril, el PP quedó reducido a 66 escaños, un suelo que nadie había llegado a imaginar. Y la irrupción de Vox quedó limitada a 24 escaños y un 10% del voto.
Es una mala noticia que desde abril el PP haya podido rehacerse en parte, conquistando autonomías y ayuntamientos importantes, o elevando su cota de escaños en el Congreso a 88. Y, evidentemente, es extremadamente perjudicial que Vox se haya convertido en la tercera fuerza política nacional.
Pero se nos ocultan interesadamente los severos límites de este “crecimiento de la derecha”.
Parece que el PP es uno de los vencedores de estas elecciones, al obtener casi 700.000 votos más y aumentar sus escaños en 22. Pero el registro del PP el 10-N es el segundo peor de toda la historia, solo superado por la histórica hecatombe del pasado abril.
Casado se ha dejado 49 diputados -un 35%- de los 137 escaños obtenidos por Rajoy. Y sigue perdiendo casi tres millones de votos respecto a los cosechados en 2016. Además, los 88 diputados del 10-N han quedado muy lejos de los 100 que se habían fijado como objetivo, y que algunas encuestas les otorgaban.
Vox ha obtenido un millon de votos más y 28 escaños adicionales respecto a los resultados de abril. Es evidentemente una mala noticia. Pero el crecimiento de Vox se explica por varios factores y tiene también sus límites.
La repetición electoral, forzada para evitar un gobierno de progreso, y la irresponsable coincidencia de la cita con las urnas con un escenario de mayor tensión en Cataluña, les ha favorecido.
Y la ultraderecha ha sido beneficiado por una ley electoral injusta, que ha magnificado su crecimiento mientras penaliza a otros. Vox ha sumado un millón de votos más, son muchos. Pero se ha disparado a un nivel superior en escaños. Ha aumentado un 150% en votos… y un 220% en escaños.
Lo que no se señala es que la suma de escaños de PP y Vox -140- se corresponden casi milimétricamente con los 137 obtenidos por Rajoy en 2016, que ya entonces se consideró un mal resultado. Para que Vox haya crecido más ha debido limitarse la recuperación del PP.
Y se ha producido sobre la base de “fagocitar” a Ciudadanos, despeñado de los 57 a los 10 diputados. Para que PP y Vox avancen ha sido necesario que Ciudadanos pierda 2,5 millones de votos, el 60% de los obtenidos hace escasamente siete meses.
El resultado de estos hechos es que la alternativa de gobierno de los recortes más agresiva (una exportación del modelo andaluz, con el PP gobernando con Vox) ha vuelto a no sumar, como sucedió el 28A.
Esta es una excelente noticia, que toda la propaganda sobre la “victoria de Vox” y “el avance de la derecha” pretende ocultar.