Televisión

Por la ruta de la memoria

El escritor Manuel Vicent en Sicilia, en una imágen del primer episodio.

Durante cuatro martes las noches estubieron ocupadas en el «prime time» de la segunda cadena de Televisión Española por una serie documental insólita. Escrita por el reconocido Manuel Vicent, dirigida por Juan Manuel Martí­n de Blas y narrada por la actriz Mercedes Sampietro. «Por la ruta de la memoria»: un espacio para los amantes de los viajes, pero no una guí­a de monumentos y paisajes. Se trata de una producción con un halo literario que lleva al espectador a Sicilia, San Petersburgo, Praga y Dublí­n, lugares que han sido escenario de grandes obras maestras de la literatura. Cada uno fue retratado en una estación del año para aumentar su fascinación.

“Primavera en Sicilia” fue el rimero de los cuatro capítulos, de 45 minutos cada uno. La hermosa isla mediterránea mostrada a través de sus reminiscencias clásicas, griegas y romanas, habiendo sido escenario de obras como “La Odisea”. Un lugar rescatado de la memoria a través de unos excelentes textos de Manuel Vicent, interpretados por la voz de la actriz Mercedes Sampietro, que le otorgan al producto un sorprendente valor cultural, además de ameno y popular. Una serie que ha dado a conocer al telespectador, travesías por mercados, cementerios, carreras de caballos, islas míticas, cafés y, sobre todo, sus gentes, que habitan esos espacios maravillosos que fueron evocados por los más lúcidos escritores. “Primavera en Sicilia”, “Una noche blanca en San Petersburgo”, “Otoño irlandés” e Invierno en Praga”, son los títulos de las cuatro entregas. Cada lugar fue retratado en una estación del año, para añadir así un elemento que acentúa su fascinación. Los cuatro episodios de la serie “Por la ruta de la memoria”, acercaron al telespectador a unos lugares que aparte su belleza, gozan de ese componente literario por haber sido escenario de grandes obras maestras de la literatura como “Crimen y castigo”, “La metamorfosis” o “Ulises”. Cómo no evocar a los personajes de Dostoievski cuando se recorren las avenidas y los canales de San Petersburgo durante el solsticio de verano; a Kafka en las desoladas y pétreas calles de Praga; a Joyce entre las brumas de Dublín o a los clásicos griegos y latinos en las islas de Sicilia o Strómboli. Esta producción, aún pasada su emisión, es para recordar, de coleccionista; se aleja de la postal turística, pero se beneficia de este esquema de “documental en ruta”, apto para viajeros que no tienen fecha de regreso. Pero sobre todo es también una exploración por el carácter de unas tierras y unas gentes que forman parte esencial de nuestra cultura y nuestra memoria. A través de sencillos pero elaborados videos, Televisión Española ha logrado unir en un mismo programa la geografía, la historia y la mejor literatura europea. Un producto de la televisión pública que profundiza en estos nuevos formatos que deben demostrar el valor social y cultural de los medios audiovisuales, y concretamente de la televisión al servicio del ciudadano, que recurre a los números uno de la cultura hispana para acercarlos al gran público a través de sus pantallas domésticas. Y que tan necesarios son ahora que el ninguneo de lo público y de la cultura parece ser la tónica.