SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Por favor, señora Merkel

Primero fue Grecia. Bruselas tomó medidas drásticas, Grecia prometió enmendarse, se produjeron disturbios, se vio que la situación era peor de lo esperado y, finalmente, Alemania exigió que se hiciera una quita en la deuda pública griega.

Para que la quita no supusiera la quiebra del país por insolvente se disfrazó con la fórmula de que los acreedores, tenedores de deuda, la aceptaban «voluntariamente», acallando con ello las protestas del señor Trichet que, recordando sin duda lo que aprendió en una de sus primeras lecciones de economía, imaginaba las consecuencias futuras de semejante medida habida cuenta de que Grecia, solvente o no, era parte de la UE y su moneda el euro.

Enseguida se puso de manifiesto un problema adicional o, mejor dicho, dos: en primer lugar, si Grecia necesitaba de una quita del 50% (las previsiones iniciales, más modestas, pronto se superaron), España, Italia, Portugal, etcétera necesitarían también hair cuts, al fin y al cabo todos son países de la UE con la misma moneda y parecidos problemas. Esto no hace falta que lo diga Bruselas o el FMI, lo dijo enseguida el mercado que procedió a depreciar sistemáticamente la deuda de todos los países «periféricos».