En ella afirma, entre otras cosas que «no siempre hemos sabido distinguir la pluralidad y el debate interno de las lógicas de familias que buscan cuotas de poder. Sé que los compañeros y compañeras que salieron a defenderme lo hicieron con la mejor intención».
Continúa pidiendo a portavoces y “a quienes intervenís con regularidad en los medios, que os contengáis”.
Pero, ¿estamos ante un problema de contenerse, de no llevar a los medios las diferencias internas?
La respuesta podemos encontrarla en el artículo publicado por Juan Carlos Monedero, sólo 24 horas antes de que Pablo Iglesias hiciera pública su carta.
En dicho artículo, Monedero lanza un cúmulo, no de críticas o de diferencias razonadas, sino de verdaderas descalificaciones e insultos sobre quienes proponen una línea distinta a la del secretario general. No vamos a entrar aquí, no nos corresponde, en el contenido de esas diferencias políticas. Ese es un asunto que deben resolver sus propios militantes.
Pero sí decir que lo que se corresponde es tratar esas diferencias desde la unidad, la camaradería y el respeto. Única base de principios desde la que es posible el debate democrático entre revolucionarios. Porque lo contrario sólo conduce a la desmovilización y la apatía del potente movimiento de cambio, debilitando el impulso del poderoso viento popular y patriótico que dio origen, entre otros, a Podemos.
Cuando Monedero en el artículo citado (Público, 27-12-2016) llama a los que proponen otra línea “amantes del barro, enredadores con una lógica de burócratas y aparatchik”, cuando los acusa de estar llevando una “lucha fraccional, montando un partido dentro del partido y un proyecto propio por encima de Podemos”, cuando los insulta calificándolos de “palmeros que salen a sembrar ruido, hablando de humo, discursos vacíos, retórica hueca”, no está haciendo ninguna crítica, no está oponiendo ningún razonamiento. Simplemente está haciendo uso del peor y más intolerable sectarismo en la discusión entre compañeros y revolucionarios, está fomentando la división y no la unidad.
Esta posición de principios en el tratamiento de las contradicciones es lo que los compañeros de Podemos deben exigir a sus dirigentes. Y no una “contención” que equivale a proponer que no se digan en público los insultos y descalificaciones que se dicen en privado. De lo contrario, el daño al movimiento popular no desaparecerá, sólo se mantendrá oculto.