Máxima expectación en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Perú, donde se dirimen dos caminos antagónicos para el país. Por un lado, el rumbo que propone la izquierda antiimperilista de Perú Libre, un partido de orientación marxista no muy lejano de los postulados del MAS en Bolivia, del PT carioca o del Morena mexicano. Por otro lado, la ultraderecha fujimorista encabezada por la propia hija del dictador Alberto Fujimori, Keiko, defensora -como Bolsonaro en Brasil o Duque en Colombia- de la «mano dura» contra el movimiento popular, y de la total entrega del país al capital extranjero y a los dictados de Washington.
Las primeras noticias daban una considerable ventaja a Keiko Fujimori, la candidata de la extrema derecha neoliberal favorita de las élites oligárquicas y de Washington. Las urnas de las grandes ciudades, las primeras en recontarse, daban a su formación una ventaja de 600.000 votos.
Pero entonces fueron llegando los votos del Perú recóndito, campesino, empobrecido, indígena. Como en el caso de las recientes elecciones bolivianas, muy escorado a la izquierda. Entonces las tornas se fueron volviendo cada vez más favorables para el candidato de Perú Libre, Pedro Castillo, apodado «el profe». Castillo, maestro rural y dirigente de un sindicato de profesores, fue el más votado en la primera vuelta, ha ido por delante en todas las encuestas, y además ha sumado los votos de la otra opción de izquierdas, Juntos por el Perú, liderados por Verónika Mendoza.
Tras el espectacular sorpasso en el último decil del recuento, y con el 96,4% de las actas procesadas, Pedro Castillo encabeza el recuento con 8.575.666 votos (50,29%). Una ventaja de más de 98.000 votos sobre su rival, Keiko Fujimori (8.477.654 votos, el 49,71%).
El conteo de este último tramo es agónico y aún quedará por conocer el procedente del extranjero, que puede ser más favorable a la ultraderechista. Pero hay de momento una tendencia clara: conforme llegan las actas de las zonas rurales, andinas o selváticas, el «profe» amplía más y más su ventaja.
La Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE) ha llamado a la calma, advirtiendo que el escrutinio completo puede tardar días, dada la lentitud con la que llega el voto rural y selvático, además del procedente del extranjero, y del celo con el que se revisa cada acta por lo ajustado de la votación.
Pero la candidata ultraderechista ha hecho oídos sordos, y siguiendo el ejemplo de Donald Trump, ha lanzado -sin prueba ninguna- la acusación de «fraude electoral sistemático», agitando un país ya de por sí crispado y polarizado. Unas acusaciones a las que -a diferencia de lo que ocurrió en Bolivia- no se ha sumado la misión de la OEA, cuyo jefe felicitó la tarde del lunes a Perú por la realización pacífica y democrática de la jornada del domingo.
Pedro Castillo, que ve como su ventaja crece conforme avanza el escrutinio, ha rechazado las declaraciones de Fujimori. «Perú Libre jamás recurrió al fraude electoral». «Por el contrario», ha dicho, «siempre fue víctima de este, y pese a todo supimos enfrentar y vencer».
Los resultados no son definitivos
Aunque parezca difícil que la candidata ultraderechista pueda dar la vuelta a esta tendencia, no es imposible. El voto emitido en Perú ya ha sido casi completamente contado, pero ahora queda el del extranjero, en principio favorable a Fujimori. Hay dos grandes colonias de migrantes peruanos, una en EEUU (310.000 peruanos con derecho a voto) y otra en España (150.000).
En EEUU, con un 16,6% de las actas contadas, Fujimori se impone con un 79,7% de los apoyos a Castillo (20%). En España, donde se han escrutado un 4% de las actas, la proporción es de un 64% para Fujimori frente a un 36% para Castillo. Es necesario esperar para ver si se confirma la tendencia y cuántos votos supone realmente para uno y otro candidato.