Poco ha durado la tregua de los mercados, que ven cómo las expectativas que se crean por un lado, el de unas instituciones comunitarias aparentemente proclives a la búsqueda de atajos, se desinflan por el otro, el de una Alemania firme ante las presiones y remisa a sacar las castañas del fuego a sus socios más díscolos sin plenas garantías de que estos cumplirán su parte del trato.Es un tira y afloja peligroso, cuyos efectos nocivos quedaron de relieve ayer en el rebrote de las tensiones en la deuda, con el riesgo país de España catapultado de nuevo hasta los 517 puntos, y en la bolsa, que vivió otro lunes aciago con una caída del 3,67%.La solicitud formal del rescate a la banca española, sobre el que todavía pesan interrogantes esenciales, como la cuantía final y si esa deuda tendrá o no trato preferente; el indiscriminado mazazo crediticio de Moody’s a las entidades financieras patrias, asimilando sus rátings a los del bono basura; el anuncio de que Bruselas efectuará su propia evaluación del sistema financiero español antes de otorgar fondos, añadiendo nuevas gotas de desconfianza, o la constatación por parte del comisario Almunia de que el salvamento bancario es un rescate en toda regla que llevará aparejada una estricta condicionalidad macroeconómica, adobaron un escenario propicio al desconcierto y la incertidumbre. Y es que a dos días de una cumbre que se antoja trascendental para el futuro de la zona euro, Europa vuelve a pecar de incoherencia en sus mensajes, de indefinición en su estrategia para afrontar la crisis y de abierta discrepancia entre sus Estados miembros.