Íñigo Macías, responsable de investigaciones de Intermón Oxfam

“Para las grandes farmacéuticas hay gente de primera y de segunda”

Intermón Oxfam exige liberalizar las patentes de las vacunas, la tecnología y el conocimiento para que todos los países -también los empobrecidos y en vías de desarrollo- puedan acceder a ellas. Hablamos con Íñigo Macías, responsable de investigaciones de esta ONG.

Intermón Oxfam ha realizado un informe sobre los enormes beneficios que las grandes multinacionales han conseguido gracias a las patentes de las vacunas, dejando al descubierto que las farmacéuticas obtienen ganancias de 1.000 dólares cada segundo, 5.000 por minuto, en total, 93,5 millones por día.

“Es insultante que unas pocas empresas obtengan millones de dólares de beneficios por hora, mientras solo el 2% de las personas de los países de bajos ingresos se han vacunado completamente contra el coronavirus” afirma Maaza Seyoum, responsable de People’s Vaccine. Las empresas Pfizer, BioNTech y Moderna han dado prioridad a los contratos más rentables con los gobiernos de los países más ricos y han dejado al margen a los países de bajos ingresos, impidiendo su acceso a las vacunas a millones de personas.

Desde Oxfam reiteran que “las grandes farmacéuticas no deberían tener el poder de decidir quién vive y quién muere” y exigen liberalizar las patentes de las vacunas, la tecnología y el conocimiento para que todos los países puedan acceder a ellas, y así, salvar millones de vidas y acercarnos, como afirman los expertos, al fin de la pandemia. «Los gobiernos también han fracasado estrepitosamente al permitir que estas empresas mantengan el control del monopolio y restrinjan artificialmente el suministro en medio de una pandemia cuando tantas personas aún no han sido vacunadas» recalca Beatriz Novales, directora de Programas y Ciudadanía de Oxfam. Mientras, el director ejecutivo de Pfizer describió el llamamiento para compartir fórmulas de las vacunas como un «peligroso disparate».

Hablamos con Íñigo Macías, responsable de investigaciones de Intermón Oxfam, sobre la importancia de vacunar a toda la población y colocar los intereses de la mayoría por encima de los beneficios de un grupo pequeño de monopolios. Macías ha trabajado como investigador y oficial de políticas en diferentes organizaciones públicas y privadas, nacionales e internacionales, alrededor de temáticas relacionadas con el desarrollo, la desigualdad y la cooperación internacional. Además, ha publicado y participado en seminarios y conferencias sobre el impacto de la desigualdad en el desarrollo.

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Los expertos llevan tiempo avisando de que si los países del tercer mundo no reciben las dosis de la vacuna no podremos acabar con la pandemia. ¿Por qué aún no han llegado las vacunas a todo el mundo?

Principalmente, es una combinación de dos cuestiones. Ahora mismo la capacidad de producción a nivel global es limitada y esto hace que operen en su forma más salvaje las fuerzas del mercado. En este caso, la oferta de un producto muy necesitado, como son las vacunas, es limitada a nivel global; hay mucha demanda, y las farmacéuticas consiguen colocar el producto a un precio muy alto. Quien se acaba llevando el producto es el que más capacidad tiene para poder pagar o para influir sobre estas empresas. Son los países más ricos y los países de origen de las farmacéuticas quienes tienen la fórmula y la capacidad para producir este tipo de vacunas. Esto es geopolítica, ha habido una carrera para inmunizar a la población y en la carrera importa cuánto dinero tienes, cuánta influencia, si eres el país de origen de las farmacéuticas… Es un reflejo de la situación del mercado y de un mundo donde se ha vuelto a poner de manifiesto que hay gente de primera y gente de segunda.

“Las grandes farmacéuticas no deberían tener el poder de decidir quién vive y quién muere”

No lo sabemos todo, pero otro hecho del que tenemos constancia es la poca transparencia con la que se ha negociado la compraventa de estas dosis por parte de los países y de las grandes empresas. Los primeros en acceder a ellas han sido los países ricos, y los países en desarrollo se han quedado a la cola. Cada vez que un país desarrollado necesita una nueva dosis de la vacuna se vuelve a poner el primero en la cola, por delante de los países sin desarrollar que aún no tienen las primeras. Se puso en marcha la iniciativa COVAX, pero no está llegando a los objetivos planteados, la semana pasada se habló de la falta de financiación que tenía para poder comprar las vacunas y distribuirlas en los países en vías de desarrollo.

Pfizer, BioNTech y Moderna obtienen mil dólares por segundo gracias al monopolio de las patentes, mientras solo el 2% de la población de países pobres ha recibido las dosis de la vacuna. ¿Los Estados deberían liberalizar las patentes?

Estamos viendo que las empresas farmacéuticas son las que deciden a quién venden, qué países tienen acceso a las vacunas, y que el porcentaje de personas vacunadas en los países de renta baja no llega ni al 5%. En la campaña People’s Vaccine, una alianza para vacunar a todas las personas, hemos hecho seguimiento de qué rentabilidad les ha dado a las grandes empresas farmacéuticas comercializar con productos contra la Covid 19 y hemos visto que los márgenes de beneficios que tienen son asombrosos. Sabemos que los propietarios de estas empresas se han hecho multimillonarios y proponemos que se liberalice la propiedad intelectual de las vacunas.

“Hay que liberalizar las patentes de las vacunas, la tecnología y el conocimiento”.

Es una condición necesaria, pero no suficiente; quedaría un camino por recorrer en el que tendríamos que pensar no solo en compartir la fórmula, sino en compartir la tecnología para producir las vacunas, los materiales que se necesitan… por ejemplo, existen restricciones en la comercialización de algunos materiales necesarios para fabricar las vacunas.

Hay empresas cualificadas para fabricar las vacunas que serían capaces de hacerlo con una inversión no excesiva, ya que existe parte de la estructura con los criterios de calidad y seguridad necesarios. Tenemos que potenciar estos centros de producción en los países y, además, hacer llegar las vacunas a toda la población. Esto permitiría avanzar más rápido y con más probabilidad de éxito hacia el fin de la pandemia.

¿Esto nos tiene que servir de aprendizaje para no dejar en manos de una ínfima minoría de grandes empresas cuestiones fundamentales para la población?

Ya llevamos bastante tiempo con este tema, quizá las empresas deberían aumentar la producción y no tener todo el poder de decisión sobre los precios y a quién le venden. Hay cierta reticencia en ciertos países europeos, como Alemania, para liberalizar las patentes. Existe un conflicto de intereses económicos y geopolíticos que hacen difícil una respuesta coordinada. Probablemente, en los libros de historia, cuando hablen de esta etapa que estamos viviendo, nos dejen en muy mal lugar. Hemos visto una situación de “apartheid” de vacunas, donde, de nuevo, algunas personas tienen más derechos que otras para acceder a un bien necesario para todos.