8 de marzo. Día de la mujer trabajadora

¡¡Pan, Paz y Libertad… y Rosas!!

El 8 de marzo de 1857, durante una huelga de obreras textiles en Nueva York, morían 120 mujeres por la represión policial. Su reivindicación: mejorar las condiciones de las extenuantes jornadas laborales de más de 12 horas. Durante un Congreso Internacional de Mujeres Socialistas, la alemana Clara Zetkin en 1910, propuso que se estableciera el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer Trabajadora por aquellas que se enfrentaron a la explotación capitalista.

Un año después, el 25 de marzo de 1911, 146 obreras de otra empresa textil mueren en el incendio de la fábrica, donde trabajaban encerradas en condiciones inhumanas.

La lucha de la mujer por su emancipación y por la igualdad nace a la par que la sociedad patriarcal, y es inseparable de la lucha de clases. El mito de Pandora servirá para dar cimiento a la propiedad del hombre sobre las cosas y las personas, borrando el papel central de la mujer como fuente de trabajo y reproductora, relegada a ser una propiedad más. Desde esos mismos albores la mujer será una fuerza revolucionaria, en lucha contra el nuevo orden dominante.

De Hipatia a Teresa de Jesús, de Cleopatra a Juana La Loca, hasta que el nuevo modo de esclavitud que supondrá el capitalismo dé un impulso definitivo a la lucha contra la opresión de la mujer: de la burguesa Revolución Francesa, que no significó libertad y fraternidad para mujeres y trabajadores, a la proletaria Revolución de Octubre, en la que la mujer alcanzaría cotas de independencia por las que hoy se sigue luchando en todo el mundo.

Las luchas de la mujer, como parte de la clase obrera, toman fuerza a mediados del s. XIX con el avance de las teorías socialistas, cuando comienzan las movilizaciones por la igualdad salarial y el derecho a voto. ¡Pan y Rosas! la consigna. Fue con la Revolución Proletaria Rusa, cuando la clase obrera se puso en pie y la mujer levantó el vuelo. Exigía ¡Pan, Paz y Libertad!, la mujer a la vanguardia de la oleada revolucionaria en Occidente. En la nueva Constitución Obrera Rusa encontrará la plena igualdad de derechos y una concepción de la familia contrapuesta a la dominante hasta entonces: aborto, divorcio, reconocimiento de los hijos fuera del matrimonio, liberación de la esclavitud doméstica, alfabetización, acceso a la educación, la ciencia y la cultura, acceso a cargos públicos, etc.