A mediados de junio, Senegal vivía una de las mayores oleadas de protestas de los últimos años, reprimidas con extrema dureza por el autocrático gobierno de Macky Sall. La razón: la condena de dos años de cárcel al líder opositor Ousmane Sonko, tras un juicio amañado y fraudulento en el que muchos ven no sólo la despótica mano de Sall, sino las imposiciones de París.
De enorme popularidad, Ousmane Sonko, es una ascendente estrella política no sólo en Senegal sino en gran parte de África, por su encendido discurso panafricanista, anticolonialista y por sus constantes denuncias no sólo de la corrupción de Sall, sino de los poderosos hilos de poder con los que Francia y otras potencias occidentales siguen manejando los asuntos de muchas naciones africanas.
Una grave espiral de violencia se cierne sobre Senegal. Aunque el clima de tensión, de enfrentamientos, barricadas y de feroz represión gubernamental parecen haberse tomado una tregua tras un convulso mes de junio, el país es un polvorín que puede volver a estallar en cualquier momento, con un presidente -Macky Sall- señalado y denostado por amplias masas del pueblo, y un líder opositor, Ousmane Sonko, arrestado y condenado, pero con una enorme y creciente popularidad dentro y fuera de Senegal.
Una condena muy conveniente
El amotinamiento de amplias capas de la población estallaba cuando un tribunal de Dakar condenaba a dos años de cárcel a Ousmane Sonko. En febrero de 2021, Sonko fue acusado por una joven de haberla violado repetidas veces bajo amenazas de muerte, algo que el líder opositor tachó de «montaje» urdido por el gobierno de Macky Sall -como ya lo había hecho con dos líderes opositores anteriores- para quitárselo de en medio e impedir que concurriera a las elecciones de 2024, donde muchas encuestas daban a Sonko como favorito frente a un Sall que lleva doce años en el poder y aspira a un nuevo y tercer mandato, algo expresamente prohibido en la Constitución.
Ante la falta de pruebas -y en un proceso lleno de irregularidades, en el que Sonko se negó siquiera a estar presente- el tribunal de Dakar no tuvo más remedio que absolver al líder opositor por el delito de violación (10 años de prisión)… para a continuación sentenciarlo por “corrupción de jóvenes”, un tipo penal extremadamente ambiguo (y conveniente) que consiste en “atentar contra la moral, ejecutando, favoreciendo o facilitando habitualmente el libertinaje o la corrupción de jóvenes menores de 21 años”. Esta condena no solo lleva a Sonko a la cárcel, sino que le impide presentar su candidatura a las próximas elecciones presidenciales, tal y como supuestamente pretendía el gobierno.
Senegal en llamas
Tras conocerse la sentencia, muchos miles de senegaleses se echaron a las calles para protestar en las principales ciudades del país. Uno de los muchos puntos calientes fue la Universidad Chiekh Anta Diop o diversos barrios de la capital, donde los opositores se hicieron fuertes y el gobierno desplegó a las fuerzas represivas con toda su dureza y brutalidad, con violentos choques con los manifestantes, detenciones masivas y arbitrarias, cierre de periódicos y sitios web… y hasta el despliegue de matones vestidos de civil con armas de fuego junto a la policía, que abrieron fuego contra los opositores con la evidente connivencia de las fuerzas del orden.
En su último balance sobre Senegal, Amnistía Internacional documenta 23 muertes durante las manifestaciones y avala los datos de Cruz Roja y del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, que hablan de cerca de 400 heridos, muchos de ellos de gravedad, y de más de 500 detenidos sólo en los primeros días de las protestas. Estas cifras se suman a las de otros episodios de violencia policial durante el mandato de Macky Sall, como los 14 fallecidos de marzo de 2021.
¿Quién es y que defiende Ousmane Sonko?
Enormemente popular entre la juventud senegalesa, así como en la diáspora migrante de países como España, Ousmane Sonko la logrado aglutinar un gran movimiento político de oposición no sólo contra el autocrático y corrupto gobierno de Macky Sall, sino contra las potencias y centros de poder imperialistas -especialmente, de Francia- que lo sostienen.
Los mitines de Sonko y de su partido -Patriotas de Senegal por el Trabajo, la Ética y la Fraternidad (Pastef)- son enérgicos y multitudinarios, y cientos de miles de senegaleses siguen sus palabras en la radio, los periódicos y sobre todo, en las redes sociales. Su discurso panafricanista y anticolonialista -especialmente vitriólico contra el arraigado poder de Francia en el Sahel- conecta con las aspiraciones de los jóvenes y los intelectuales, pero también con las clases medias y desempleados, y con la izquierda antiimperialista.
Ousmane Sonko no sólo exige acabar con la corrupción, sino que se enfrenta a los mecanismos de expolio imperialista sobre Senegal.
Tras diplomarse en la Universidad Gaston Berger de Saint-Louis, Senegal, Ousmane Sonko logró un cómodo puesto de inspector de impuestos, en el que habría prosperado de hacer la vista gorda. Pero decidió desafiar la omertá, y desde este puesto denunció -en un libro llamado «Petróleo y gas en Senegal, crónica de un expolio» (2016)- las intrincadas prácticas corruptas de las élites políticas -especialmente las de Macky Sall y su hermano Alioune, sus violaciones de la Constitución y sus evasiones a paraísos fiscales- y sobre todo los tejemanejes de las multinacionales extranjeras en Senegal. En el libro, Sonko por ejemplo detalla como una empresa canadiense, SNC Lavalin-Mauritius Ltd, no sólo hacía un enorme negocio extractivo procesando ricas arenas minerales a precio de ganga, sino que evadía 8,9 millones de dólares en impuestos. Evidentemente, este activismo llevó a Sonko a ser inmediatemente expulsado de su puesto de funcionario, pero esta denuncia lo catapultó a la fama política.
Ousmane Sonko no sólo exige acabar con la corrupción, descentralizar la administración y crear riqueza y empleo para las enormes masas de jóvenes parados senegaleses, sino que se enfrenta a los mecanismos de expolio imperialista sobre Senegal. Ha prometido sacar a Senegal del franco CFA, una moneda heredada del colonialismo que comparte con otros siete países, y renegociar los contratos firmados entre el Gobierno y empresas extranjeras (en su mayoría europeas y especialmente francesas), y privilegiar a las compañías nacionales para hacer que «la riqueza que se genera en Senegal revierta en beneficio de los senegaleses».
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El cuestionado -pero profundo- poder de Francia en Senegal
“Somos independientes de Francia, pero no libres de ella”, afirma el escritor senegalés Boubacar Boris Diop a el periódico El Salto. «Francia sigue gobernando este país a través de lo que llamamos ‘Françafrique’. Después de caer en Vietnam y Argelia, París entiende que tiene que cambiar sus relaciones con los africanos. Lo plantean de la siguiente manera: ‘Les daremos su independencia, tendrán una bandera, un presidente, un gobierno, una selección nacional. Tendrán todos los símbolos del poder político, pero seguiremos mandando a través de una élite que nos obedecerá’. Sesenta años después de la independencia no tenemos soberanía política. Todo pasa por Francia, incluida la moneda que usamos, el franco CFA».
«Durante muchos años ha habido miedo a hablar del tema, incluso entre los intelectuales: el presidente Olympio, en Togo, fue asesinado en los años 60 por intentar salir del CFA. Joseph Pouemi, un economista camerunés muy crítico con la moneda, también fue asesinado en 1984», denuncia Diop.
Pero al mismo tiempo, este dominio imperialista a través de unas élites dependientes es cada vez más cuestionado. «En las elecciones, la diáspora senegalesa votó a Ousmane Sonko, una opción muy distinta a la del actual presidente de Senegal, Macky Sall. En la diáspora tenemos a ingenieros, profesores de universidad, todos esos intelectuales ya están contribuyendo a configurar los debates de la actualidad. Eso se traduce en acciones como la de una mujer que abroncó en público al presidente de Senegal en Londres. La diáspora está expandiendo la conciencia política de los africanos por todo el mundo», asegura el intelectual.