Las personas mayores del colectivo LGTBI son uno de los sectores más olvidados. Con una pensión mínima, fruto de ser expulsados del mercado laboral por su orientación y condición sexual, y sufriendo una soledad no elegida, consecuencia de la marginalidad a la que se les condenó, reivindicar sus derechos sigue siendo muy necesario. Hablamos con Federico Armenteros, presidente de la Fundación 26 de Diciembre, y artífice de la que será la primera residencia para mayores LGTBI, acerca de las necesidades de los mayores del colectivo, cómo les ha afectado la pandemia y la importancia de la campaña de la MERP por el blindaje de las pensiones en la Constitución.
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¿Cómo son las pensiones de las personas mayores LGTBI?
Según el último estudio de la FELGTB, el 67% de la población LGTBI mayor de 75 años está con pensiones no contributivas. Es decir, somos un colectivo empobrecido. Primero, socialmente, porque no se nos ha permitido cotizar ni trabajar. Nos echaban de los trabajos y había leyes en contra de nosotros, leyes que nos impedían el ejercicio profesional, como la ley de Educación, que prohibía que los profesores LGTB ejercieran. Por la ley de Peligrosidad Social, si te encontraban te echaban a la calle. Nos hemos mantenido en la economía sumergida porque no hemos podido estar de otra manera, somos personas que no hemos podido cotizar, entonces estamos sujetas a la pensión retributiva. Es una situación de injusticia social, no es porque no hayamos querido, es que no nos han dejado.
Las pensiones de las personas de la mayoría del colectivo LGTB son mínimas, de unos 426 euros aproximadamente. Son pensiones de autónomo, del sector de la peluquería, de la costura… de lo que nos permitían trabajar. Además son personas que están solas, hay alguno que está cobrando la pensión de viudedad, gracias al derecho del Matrimonio igualitario, pero son muy pocos. Es un tema importante que esta sociedad tiene que solucionar, y hay que restituir a estas personas.
‘La mayoría de los pensionistas LGTBI reciben una pensión mínima’
¿Qué problemas habéis sufrido los mayores del colectivo por la pandemia?
Se ha sufrido al principio con mucho miedo, para nosotros la palabra pandemia nos transporta a la pandemia del VIH, en la que nos dejaron tirados. Con el VIH nos apartaban, nadie nos quería tocar, se tiraba todo lo que tocábamos. Esta ha sido y es una pandemia mucho más socializadora, diferente. El miedo y la soledad hicieron mucha mella, muchos no tenían a nadie que les pudiera atender. Tuvimos que hacerlo nosotros, la fundación, nos dedicamos a hacer llamadas, videoconferencias, llevarles la alimentación… También el tema emocional y el problema de la salud mental lo han sufrido, sin tener nadie en quien apoyarse, con quien comentarlo. La mayoría no tienen familia ni red de apoyo, y nosotros suplimos eso que les faltaba. Más adelante, también les acompañamos para ayudarles a volver a salir a la calle, a algunos les ha costado por el miedo a un virus que ataca especialmente a la gente mayor. Han necesitado acostumbrarse a convivir con el virus.
Nos sentimos muy apartados de la sociedad porque en todas partes se habla de la familia, los nietos, como un apoyo para sus abuelos… pero nosotros no tenemos. No estamos en esta sociedad, los disidentes sexuales no existimos. La inmensa mayoría del colectivo no tenemos esa red familiar y de apoyo, sufrimos una soledad no deseada, que es la que nos han construido. Nos condenan a estar solos y después no se hace nada para solucionarlo. Hemos vivido mucho sufrimiento, sin esperanza. Por ello, hemos hecho mucho trabajo emocional y psicológico.
¿Cómo valoráis la campaña por el blindaje de las pensiones? ¿Qué necesidad hay de blindarlas?
Nosotros apoyamos a la MERP, las pensiones no pueden ir cambiando según los políticos, deben ser un derecho que no se pueda tocar. Hay que dignificar las pensiones. También queremos ser visibles, reivindicar que formamos parte de la ciudadanía y que esto también nos afecta a nosotros. La sociedad y las personas mayores somos diversas. Nosotros también vamos a salir orgullosos, con nuestra bandera, a reivindicar. Valoramos muy bien la campaña, esa revolución de las “bastonadas” en las concentraciones, que representa cuando has llegado a la vejez, nos parece lo más acertado.
‘Ponemos en marcha la primera residencia de mayores LGTBI’
Tenéis el proyecto de la primera residencia de mayores LGTBI, ¿Cómo va?
Estamos recogiendo fondos y subvenciones para ver si la podemos terminar en Enero o Febrero del año que viene, porque con la pandemia se ha paralizado. La estamos retomando. Queremos que sea una residencia pública para que puedan acceder el mayor número posible de personas, porque no tienen pensiones que les permitan acceder a una residencia donde la media está en 2.400 euros. Vamos a abrir la puerta a que las personas puedan elegir la residencia pública que quieran para estar, los servicios sociales aún no están abiertos a elección.
La persona va a estar en el centro y estará como si fuera su casa. No se van a hacer las cosas en pos de que la residencia funcione, sino que la residencia va a funcionar para que las personas estén satisfechas. Van a ser partícipes activos de su cuidado, como si estuvieran en su casa, hay que cambiar ese esquema de los horarios rígidos. Cada persona va a tener un proyecto educativo, individualizado, se trabajará con ellos para que tengan una vida mucho más participativa y más activa. La residencia no va a ser un garaje donde aparcar a las personas.