Selección de prensa nacional

Ofensiva contra las pensiones

El gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, lanzó el pistoletazo de salida. Y tras él han salido en estampida un orquestado coro de expertos, medios de comunicación, tertulianos y columnistas. La ofensiva trata de crear el necesario clima de opinión propicio para un brutal recorte del sistema público de pensiones.

Todos afirman que la crisis no es la cusa última de la inviabilidad del actual sistema úblico de pensiones. Pero ninguno ha perdido la oportunidad de utilizar la situación creada por la crisis para lanzarse contra las pensiones. Hablan de alargar la edad de jubilación a los 67 años. Pero esto no es, si se mira bien, más que una cortina de humo para tapar lo principal de su propuesta. Pues en un país que camina hacia los 5 millones de parados y donde las empresas utilizan a su gusto las prejubilaciones como uno de los medios principales para cargar sobre las cuentas públicas un despido masivo, plantear el retraso en dos años de la edad de jubilación parece una broma más que una propuesta a tomar en serio. Donde está realmente la madre del asunto, y en el que nadie quiere entrar de forma concreta es en el alargamiento del período de cotización para el cálculo de la pensión. Un asunto en el que los partidarios del recorte miran a Francia, donde el cálculo ha pasado de los 15 a los últimos 25 años trabajados. Con la doble consecuencia de dejar fuera del sistema de pensiones contributivas a cientos de miles de trabajadores que no alcanzan los 25 años de cotización –y que pasarían a cobrar las miserables pensiones no contributivas, que en nuestro país apenas llegan a los 400 euros mensuales– y de rebajar entre un 25 y un 30% las pensiones de los actuales cotizantes y futuros jubilados. Pero de esas cuentas concretas, las consecuencias materiales que para millones de personas tendría un recorte así de las pensiones, nadie quiere hablar. Editorial. El Mundo. SÍ, HAY QUE ORDENAR LAS PENSIONES, Y HACERLO YA La vicepresidenta Teresa Fernández de la Vega sale al paso hoy en EL MUNDO de las afirmaciones de Miguel Angel Fernández Ordóñez, gobernador del Banco de España, que cuestionó hace unos días en el Parlamento la viabilidad financiera de la Seguridad Social. La vicepresidenta considera que «las pensiones están garantizadas» y que se registrará superávit este año, pero también reconoce que habrá que «ordenar» el sistema «por consenso» y «sin crear alarma». El matiz que introduce la vicepresidenta es importante, porque hasta ahora el Gobierno había negado categóricamente la necesidad de cualquier reforma de la Seguridad Social. (…) el actual sistema financiero de la Seguridad Social no es viable no ya sólo por la crisis que afecta a nuestra economía sino, sobre todo, por el inevitable envejecimiento de la población española (…) En estos momentos, la Seguridad Social paga 8,4 millones de pensiones pero esta cifra va a crecer sensiblemente cuando se jubilen las personas nacidas en el baby boom de los años 60, una época de enorme crecimiento de la población. Baste solamente un dato: un 38% de los españoles tendrá más de 65 años en 2020. El Gobierno ha hecho hincapié en que este año la Seguridad Social tendrá superávit. Puede ser, pero ello es lo de menos porque carece de sentido examinar las cuentas del sistema a corto plazo. Lo que hay que analizar es su evolución a largo plazo, ya que existen 18 millones de afiliados que son titulares de derechos que tendrán que ser satisfechos en el futuro. En 1975, cuatro trabajadores mantenían a un pensionista. En estos momentos, la proporción es de 2,3 a uno. Si el paro sigue aumentando, puede colocarse por debajo de dos, lo que pondría ya al sistema en números rojos. Las cifras admiten interpretaciones distintas y las previsiones pueden ser equivocadas, pero que el problema de sostenibilidad existe y es real lo demuestra lo que está sucediendo en todos los países de nuestro entorno. Francia ha elevado la base de cálculo de la pensión de 15 a 25 años, Alemania ha alargado la edad de jubilación de 65 a 67 años y Dinamarca ha alentado los planes complementarios de pensiones. Es cierto, como dice el Gobierno, que la Seguridad Social tiene en España un fondo de reserva de 57.000 millones de euros, pero esa cifra es absolutamente insuficiente a largo plazo, dada la astronómica magnitud de recursos que exige el mantenimiento de las prestaciones. Lo lógico y lo deseable es que el Gobierno convocara a las fuerzas políticas y a los agentes sociales para empezar a trabajar en una revisión del Pacto de Toledo, que parece tan necesaria como inevitable. EL MUNDO. 19-4-2009 Editorial. Expansión PENSIONES, EL PROBLEMA NO ES EL MENSAJERO Se ha convertido ya en una poco edificante costumbre que el Gobierno se revuelva contra el gobernador del Banco de España cada vez que le incomodan sus planteamientos. Le ha faltado tiempo al ministro Corbacho para recriminar a Fernández Ordóñez por prevenir sobre el déficit en la Seguridad Social, advirtiendo incluso de que sea la última vez que tiene que discrepar del gobernador. Inaudito. Pero no es la primera vez que ocurre. Fernández Ordóñez ya fue censurado por Zapatero y por Corbacho por recomendar flexibilidad laboral. Aunque el ministro asegura categórico que “en ningún caso” la Seguridad Social entrará en números rojos, no se puede decir que sus previsiones hayan sido muy fiables: pronosticó en octubre que “en dos meses” la crisis financiera estaría “finiquitada”, aseguró tajante que nunca llegaríamos a los cuatro millones de parados y ahora atisba –en solitario– la recuperación económica en el segundo semestre. Con la imparable destrucción de empleo, si la Seguridad Social no registra déficit este año lo hará el siguiente. Pero se trataría sólo de un síntoma más de los problemas de sostenibilidad a los que se enfrentan las pensiones en un horizonte próximo, y que el gobernador, como muchos otros analistas e instituciones, ha tenido el acierto de apuntar para estimular las necesarias reformas. No por negarlo sistemáticamente el problema se solucionará por sí solo. Al contrario, tenderá a agravarse. La independencia y despolitización que se le presume al Banco de España están precisamente para que contribuya de manera cualificada al debate económico y financiero libre de partidismos, algo de lo que por desgracia no andamos sobrados. En lugar de matar al mensajero y de anestesiar a la opinión pública con engañosas sensaciones de que no hay ningún problema, haría bien el Gobierno en ejercer la pedagogía precisa para emprender las reformas ineludibles EXPANSIÓN. 17-4-2009 Editorial. Cinco Días MOROSIDAD EN CRECIMIENTO Los últimos datos de morosidad del sistema bancario ofrecidos por el Banco de España son una nueva llamada de atención. Los amantes de la botella medio llena pueden fijarse en que el ritmo de crecimiento mes a mes se ha frenado ligeramente. Sin embargo, y pese a un moderada tendencia a la baja en la concesión de créditos, el volumen de los préstamos que entraron en mora subió en febrero 5.688 millones de euros, el 8%, hasta casi 78.000 millones. Aunque siga lejos de los máximos históricos, una tasa de mora del 4,18% -4,84% las cajas y 3,45% los bancos-, la mayor en doce años, es ya un nivel demasiado alto. Y más por la velocidad con que se ha producido, tras su vigésimo repunte mensual consecutivo y con una intensidad notable en los últimos meses, lo que la ha llevado casi a cuadruplicarse en un año. En estos momentos, y a falta de datos definitivos, son escasas las entidades que pueden lucir una tasa de cobertura que supere el 100%. El colchón de las provisiones empieza a ser insuficiente para atender a los créditos de dudoso cobro y, por tanto, el impacto sobre los beneficios será inevitable. Niveles altos de morosidad y tiempos difíciles para el negocio como los actuales son un binomio que encaja mal con las mejoras de los resultados y, al final, requerirá esfuerzos suplementarios para que la solvencia no se resienta CINCO DÍAS. 18-4-2009 Opinión. La Razón IBERISMO José Antonio Vera Leyendo el libro de Enric Juliana «La deriva de España» (RBA, temas de actualidad), me choco en sus últimas páginas con un tema apasionante: el iberismo. No deduzco que Juliana sea iberista, pero sí veo que el asunto le interesa. Es lógico, nos ocurre a muchos. El iberismo no es una ideología, pero sí un sentimiento. El hecho de que en el país vecino el 30 por ciento de la población no vea mal una hipotética unión no deja de ser sorprendente, sobre todo teniendo en cuenta el recelo tradicional que desde Portugal se ha tenido hacia todo lo que sonara a español. Pero las cosas cambian, y muchos portugueses creen que es cierto aquello de que la unión hace la fuerza. Otros no. El anti-españolismo ha sido una bandera muy popular para portugueses de todas las ideologías. Pero es una realidad que hoy el mundo está más próximo, incluso para dos países que se han dado la espalda. Ahora tenemos la misma moneda y no hay fronteras, seguimos las mismas directrices europeas en muchos ámbitos, y Lisboa y Madrid están cada vez más cerca. Creo que una hipotética unión tendría numerosas ventajas, y escasos inconvenientes. En la UE, la Confederación Ibérica sería el Estado más extenso de la Unión y el cuarto más poblado, con 55 millones de habitantes, lo que nos situaría al mismo nivel que Francia, Gran Bretaña e Italia a efectos de decisiones y repartos. Ganaría mucho España, pero probablemente más Portugal, que pasaría de estar en el furgón de cola a ocupar el vagón delantero, con un PIB conjunto aproximado de un millón de euros. Es evidente que una cuestión de este tipo no puede ser algo que se decida en varios días. Pero ahora no hay tantos recelos, y se podría empezar dando pasos pequeños. Ya se celebran las cumbres hispano-lusas y se acaba de crear un Consejo Ibérico de Defensa, para tomar decisiones conjuntas en el ámbito militar. ¿Por qué no hacerlo también en otros escenarios? El deportivo, por ejemplo, parece fundamental. Una liga ibérica de fútbol sería apoteósica, probablemente la más potente del mundo. O las comunicaciones. Si se puede ir y volver a Lisboa en tres horas de Ave, estaremos mucho más integrados en todos los aspectos. O en comunicación audiovisual. ¿Por qué no ver en España la TV portuguesa y en Portugal la española? Nos ayudaría mucho a familiarizarnos con el idioma, tan parecido en el léxico (tiene un 89 por ciento de similitud al español) y tan diferente en la fonética. Sí, se puede hacer bastante, sobre todo en educación. Aprender portugués es fácil para un español, pero hay que estudiarlo. Con sólo una hora a la semana en primaria y secundaria todos acabaríamos comprendiendo el portugués en líneas generales, aunque no lo habláramos. Igual ocurriría en Portugal con el español. El «portuñol» sería cada vez más una realidad visible, como empieza a ocurrir en Brasil, una «lengua» en la que nos podríamos entender nada menos que 700 millones de personas. El iberismo no es una ideología, pero debería fomentarse. Que se declaren abiertamente iberistas Saramago y Günter Grass es algo que está bien. Hay otra gente que piensa como ellos. En España ya hablaban de iberismo Joan Maragall, Cambó y Prat de la Riva. Hubo dos intentos históricos de unión en 1869 y 1873. Ambos fracasaron. ¿Por qué no una tercera vez? LA RAZÓN. 18-4-2009